Degradación y pérdida de la diversidad biológica
Resumen de la
Parte 3 del Volumen V
Definición de Biodiversidad
En
los últimos tiempos, ha surgido una creciente conciencia sobre la importancia
de conservar los recursos naturales y sobre lo erróneo de considerar a la
naturaleza como una fuente inagotable de recursos y un sumidero ilimitado para
los desechos del desarrollo y consumo humanos.
Esta
reflexión ha profundizado el concepto de biodiversidad. Aun cuando
cotidianamente interactuamos con los componentes de la diversidad biológica, el
término biodiversidad se ha mantenido como algo inasible para la mayor parte de
la gente, que no comprende su significado, su importancia y las consecuencias
de su degradación y pérdida. No se llega a advertir que biodiversidad es un
concepto, una idea que intenta resumirse en un término y que nos remite al
universo de la complejidad, de los equilibrios y de los límites. Es un concepto que, frente a la dominación, antepone la
interrelación mutua, la reciprocidad entre los seres humanos y el resto de la
naturaleza.
La
biodiversidad, esencial en todos los niveles de la vida, se manifiesta en la
capacidad de los sistemas vivos para ser diversos, lo cual asegura su
adaptación y continuidad frente a los cambios ambientales.
El
término "biodiversidad", según Otto Solbrig, proviene de la
contracción del inglés "biological diversity" y se refiere a
la característica de los seres vivos de componerse de unidades diferentes. Así,
la diversidad biológica se entiende como una cualidad, no un sustantivo,
aplicable a todos los niveles de vida.
En
el informe de 1992 del Instituto Worldwatch, Ryan define la
biodiversidad como “la variedad total de la vida en la Tierra”, una riqueza que
es compleja y valiosa más allá de toda medida. Sedjo, en el mismo año, destacó
algunos beneficios claves de la biodiversidad: es fuente de compuestos naturales
útiles, proporciona inspiración para la síntesis de nuevos compuestos y aporta
genes valiosos para la mejora genética y las biotecnologías.
Finalmente,
se habla de la biodiversidad en términos genéticos, ecológicos y paisajísticos,
lo que invita a reflexionar: ¿Cuál es su función en los seres vivos? ¿Cuál es
su relevancia para la humanidad? ¿Es importante conservarla?
Importancia
La biodiversidad contribuye a la estabilidad y
resiliencia de los ecosistemas. Cada especie desempeña un papel único en su
entorno, y la interacción entre distintas especies ayuda a mantener procesos
como la polinización, la descomposición de materia orgánica, el ciclo del agua
y la regulación del clima. Una alta diversidad biológica permite que los
ecosistemas se adapten mejor a cambios y perturbaciones, como sequías,
enfermedades o incendios.
Los
componentes de la biodiversidad son fuente directa de recursos esenciales para
los seres humanos. Aporta alimentos, medicinas, materiales de construcción, y
fibras textiles, y permite el desarrollo de nuevos productos y tecnologías.
Muchas medicinas provienen de compuestos encontrados en plantas, hongos y
animales, y la agricultura depende de la diversidad genética para desarrollar
cultivos resistentes a plagas y enfermedades.
La
diversidad biológica sostiene servicios que son indispensables para el
bienestar humano, como el suministro de agua limpia, la fertilidad del suelo y
la regulación de la calidad del aire. Estos servicios son especialmente
importantes para la agricultura, la ganadería y las actividades pesqueras,
todas dependientes de un entorno saludable.
Los
ecosistemas ricos en biodiversidad, como los bosques tropicales y los océanos,
actúan como sumideros de carbono, absorbiendo dióxido de carbono y ayudando a
mitigar el cambio climático. La pérdida de biodiversidad, en cambio, puede
acelerar el calentamiento global, al reducir la capacidad de los ecosistemas
para absorber gases de efecto invernadero.
La
biodiversidad tiene un valor cultural y espiritual importante para muchas
comunidades alrededor del mundo. Muchas culturas y tradiciones se basan en el
respeto y la convivencia con la naturaleza, y cada especie contribuye a la
identidad cultural de las personas.
Una mayor
diversidad genética y de especies permite que los ecosistemas y los cultivos
tengan más opciones para adaptarse a los cambios en las condiciones climáticas.
La conservación de variedades genéticas es esencial para la producción
agrícola, que se verá afectada por climas extremos y el cambio de patrones
meteorológicos.
Al
garantizar ecosistemas sanos, la biodiversidad también asegura la supervivencia
de las poblaciones humanas, especialmente de las comunidades rurales e
indígenas que dependen directamente de la naturaleza para su sustento. La
pérdida de biodiversidad puede llevar a un colapso de sistemas que son vitales
para el bienestar y la economía humana.
Como
vemos, la protección de la biodiversidad no es solo una cuestión de
conservación, sino también de sostenibilidad y justicia ambiental para las
generaciones presentes y futuras.
Amenazas para la diversidad
biológica
La
destrucción de hábitats naturales, principalmente debido a la expansión
agrícola, urbanización, minería y construcción de infraestructura, es una de
las mayores causas de pérdida de biodiversidad. La fragmentación de hábitats,
al dividir ecosistemas en pequeñas partes aisladas, limita la movilidad de las
especies y reduce sus poblaciones, lo cual disminuye la diversidad genética y
aumenta el riesgo de extinción.
Los
impactos del cambio climático global como el aumento de las temperaturas, la
alteración de los patrones de lluvia y el incremento de fenómenos climáticos
extremos afectan directamente a los ecosistemas y las especies. Muchos hábitats
naturales se ven forzados a desplazarse o reducirse, y algunas especies no
logran adaptarse a estos cambios rápidos, lo que las lleva al riesgo de
extinción. Los cambios en el clima también afectan los ciclos de vida, las
migraciones y las interacciones entre especies.
La
contaminación del agua, el suelo y el aire por productos químicos, plásticos y
residuos industriales afecta negativamente a la biodiversidad. Las sustancias
tóxicas, como pesticidas, fertilizantes y metales pesados, contaminan los
hábitats y envenenan a plantas y animales, alterando los ecosistemas. La
contaminación por plásticos es particularmente grave en los océanos, afectando
a numerosas especies marinas.
La
sobreexplotación de especies para alimentación, medicina, comercio de mascotas,
madera y otros recursos reduce rápidamente las poblaciones de especies. La
pesca excesiva, la caza furtiva, la tala de árboles y el tráfico de especies amenazadas
impactan negativamente en la biodiversidad y en el equilibrio de los
ecosistemas.
La
introducción de especies exóticas en ecosistemas donde no tienen depredadores
naturales puede causar daños a la biodiversidad. Estas especies invasoras
compiten con las nativas por recursos, desplazan o depredan especies locales y
alteran los equilibrios ecológicos. Además, pueden llevar consigo enfermedades
que afecten a las poblaciones nativas.
La
reducción de la diversidad genética es una amenaza crítica para la
supervivencia a largo plazo de las especies, ya que limita su capacidad de
adaptación a cambios ambientales y de resistir enfermedades. Esta pérdida es
consecuencia de la fragmentación de hábitats, la caza y la sobreexplotación de
especies, que disminuyen el tamaño de las poblaciones y llevan a la endogamia.
Las
prácticas agrícolas y ganaderas intensivas que implican el monocultivo y el uso
de pesticidas, fertilizantes y herbicidas afectan la biodiversidad. Estos
químicos destruyen especies locales, disminuyen la fertilidad del suelo y
contaminan el agua. El monocultivo reduce la diversidad genética de las plantas
cultivadas y aumenta la vulnerabilidad de los ecosistemas agrícolas frente a
plagas y enfermedades.
La
expansión de ciudades y áreas industriales consume hábitats naturales, los
degrada y fragmenta, creando “islas de biodiversidad” aisladas. Además, el
desarrollo industrial genera residuos que contaminan los suelos, el agua y el
aire, perjudicando directamente a las especies y a la calidad de los
ecosistemas.
La
absorción de dióxido de carbono en los océanos causa su acidificación, lo que
afecta gravemente a los ecosistemas marinos, especialmente a los arrecifes de
coral y a las especies que dependen de ellos. La acidificación disminuye la
capacidad de los corales, moluscos y crustáceos para formar sus conchas y
estructuras, afectando toda la cadena trófica marina.
La
conversión de tierras naturales en agrícolas, pastizales o áreas urbanas
provoca la deforestación y altera los ecosistemas originales. La pérdida de
bosques, en particular, impacta enormemente la biodiversidad, ya que los
bosques tropicales, por ejemplo, albergan una gran parte de la biodiversidad
terrestre del planeta.
La
pérdida de insectos polinizadores, como las abejas, causada por el uso
intensivo de pesticidas y el cambio climático, afecta directamente a la
reproducción de muchas plantas y cultivos. Esto pone en riesgo no solo la
biodiversidad vegetal, sino también la producción de alimentos a nivel global.
Estas
amenazas están profundamente interconectadas y suelen amplificarse entre sí,
generando efectos acumulativos y poniendo en riesgo el equilibrio de los
ecosistemas a nivel mundial. La conservación de la biodiversidad requiere
abordar estas amenazas de manera integral, promoviendo políticas que protejan
los ecosistemas naturales, reduzcan el impacto humano y favorezcan la
sostenibilidad.
IPBES
La Plataforma
Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios
de los Ecosistemas es un organismo intergubernamental independiente
creado en abril de 2012 con el objetivo de evaluar el estado de
la biodiversidad y los servicios ecosistémicos para
la conservación y uso sostenible de la diversidad
biológica. Su misión principal es brindar a los responsables de políticas
información científica objetiva y actualizada sobre el estado de la
biodiversidad, los ecosistemas y los beneficios que la naturaleza proporciona a
la humanidad. Establecida en 2012 y con más de 130 países miembros, la IPBES
genera evaluaciones globales y regionales sobre el deterioro de la
biodiversidad y cómo afecta a la sociedad, proponiendo herramientas y métodos
para proteger y usar sosteniblemente estos recursos vitales.
Entre sus informes más destacados se encuentran los
relacionados con la biodiversidad global, los servicios ecosistémicos y las
amenazas que afectan a la naturaleza, como el cambio de uso de suelo, la
contaminación y la crisis climática. Además, aborda temas como los valores
sociales de la biodiversidad, la relación entre biodiversidad y bienestar
humano, y fomenta el reconocimiento de los conocimientos de comunidades
indígenas y locales para una gestión inclusiva de la naturaleza
El último informe de la IPBES, titulado Values
Assessment, de julio de 2022 evalúa cómo los valores predominantes en la
toma de decisiones afectan a la biodiversidad y proponen formas de integración
de una diversidad de valores en las políticas. El informe advierte que
decisiones basadas principalmente en valores de mercado están contribuyendo a
la crisis de biodiversidad global.
El estudio subraya la importancia de incorporar
valores culturales, sociales y de bienestar en las decisiones sobre el uso de
la naturaleza, promoviendo un enfoque multidimensional que abarca valores
intrínsecos, instrumentales y relacionales. También identifica puntos clave
para una transición hacia un futuro más sostenible y justo, entre los que
destacan reconocer la diversidad de valores de la naturaleza y reformar las
políticas para internalizar estos valores. Además, se enfatiza la necesidad de
cambiar normas y metas sociales para alinear el desarrollo con los objetivos de
sostenibilidad global, y se ofrece una guía detallada para fortalecer la
inclusión de estos valores en la toma de decisiones.
Los mensajes principales del informe de la IPBES
destacan el deterioro de la naturaleza y la necesidad de cambios
transformadores para lograr la sostenibilidad advirtiendo que las estrategias
evolutivas humanas, basadas en la homogeneidad en lugar de la diversidad, están
conduciendo a una sexta extinción masiva con consecuencias
potencialmente devastadoras.
Evidencias de la Sexta Extinción Masiva
Este conjunto de impactos ha conducido a tasas de
extinción alarmantemente altas: se estima que es entre 100 y 1,000 veces mayor
que la tasa natural de extinción. El impacto de la sexta extinción podría
provocar una crisis ambiental con profundas implicancias sociales y económicas
si no se toman medidas urgentes para proteger la biodiversidad y restaurar los
ecosistemas dañados.
Entre los científicos que
han advertido y advierten sobre la gravedad de la situación podemos mencionar a
Edward O. Wilson, biólogo y naturalista, conocido por su trabajo sobre la
biodiversidad y la biogeografía, quien advirtió que la pérdida de especies
podría alcanzar hasta la mitad de la biodiversidad en el siglo XXI. Sus
estudios han sido fundamentales para entender la importancia de conservar los
ecosistemas.
Elizabeth Kolbert, autora de La Sexta Extinción,
libro galardonado con el Premio Pulitzer, analiza los cambios ecológicos
provocados por el ser humano y cómo están impulsando esta nueva era de
extinción. Su obra ha sido influyente en sensibilizar al público sobre este
tema.
Stuart Pimm, ecólogo especializado en conservación ha
investigado extensivamente las tasas de extinción y el impacto de la actividad
humana sobre la biodiversidad. Es conocido por su trabajo en la preservación de
la biodiversidad y su liderazgo en programas de restauración de hábitats.
Johan Rockström, científico ambiental sueco, es
conocido por desarrollar el concepto de "límites planetarios", que
incluyen la pérdida de biodiversidad como uno de los puntos críticos que, al
ser sobrepasado, pone en peligro el equilibrio planetario.
Finalmente tenemos a Gerardo Ceballos, un ecólogo
mexicano que ha estudiado y documentado los patrones de extinción actuales,
coautorando trabajos influyentes en los que compara las tasas actuales de
extinción con las de eventos previos de extinción en masa.
Los análisis de Ceballos et al[1]
muestran que las tasas de extinción actuales superan ampliamente las tasas de
fondo promedio naturales, tanto cuando se considera que la tasa de fondo es el
doble de las estimaciones anteriores o cuando los datos sobre las extinciones
de vertebrados modernos se tratan de la manera más conservadora posible.
El siguiente gráfico muestra el porcentaje acumulado
de especies de vertebrados (mamíferos, pájaros, anfibios, peces o reptiles)
registradas como extintas o extintas en estado silvestre por la UICN (2012)
desde el año 1500. La línea punteada es la tasa natural de extinción.
Fuente:
Cevallos et al.
Los
gráficos muestran el porcentaje del número de especies evaluadas entre
mamíferos (5513; 100% de los descritos), aves (10.425; 100%), reptiles (4414;
44%), anfibios (6414; 88%), peces (12.457; 38%) y todos los vertebrados
combinados (39.223; 59%). La curva punteada negra representa el número de
extinciones esperadas bajo una tasa de fondo estándar constante de 2 E/MSY
(tasa de fondo de 2 extinciones de mamíferos por cada 10.000 especies por 100
años). Gráfico (A) Estimación altamente conservadora. Gráfico (B) Estimación
conservadora.
Cevallos et al consideran que sus cálculos muy probablemente subestiman la
gravedad de la crisis de extinción porque el objetivo que se habían planteado
era colocar un "límite inferior" realista del impacto de la humanidad
sobre la biodiversidad. De esta manera concluyen afirmando que:
…aunque los biólogos no pueden decir
con precisión cuántas especies hay, o exactamente cuántas se han
extinguido en cualquier intervalo de tiempo, podemos concluir con confianza que
las tasas de extinción modernas son excepcionalmente altas, que están
aumentando y que sugieren una extinción masiva en curso, la sexta de su tipo,
en los 4.500 millones de años de historia de la Tierra […] La evidencia es
incontrovertible de que las tasas de extinción recientes no tienen precedentes
en la historia humana y son muy inusuales en la historia de la
Tierra. Nuestro análisis enfatiza que nuestra sociedad global ha comenzado
a destruir especies de otros organismos a un ritmo acelerado, iniciando un
episodio de extinción masiva sin precedentes en 65 millones de años. Si se
permite que continúe el ritmo de extinción actualmente elevado, los humanos
pronto (en tan solo tres vidas humanas) se verán privados de muchos beneficios
de la biodiversidad. En escalas de tiempo humanas, esta pérdida sería
efectivamente permanente porque, tras las extinciones masivas pasadas, el mundo
vivo tardó entre cientos de miles y millones de años en volver a
diversificarse. Evitar una verdadera sexta extinción masiva requerirá
esfuerzos rápidos e intensificados para conservar especies ya amenazadas y
aliviar las presiones sobre sus poblaciones, especialmente la pérdida de
hábitat, la sobreexplotación económica y el cambio climático (31)[2] (33)[3]. Todos
estos están relacionados con el tamaño y el crecimiento de la población humana,
que aumenta el consumo (especialmente entre los ricos) y la desigualdad
económica (6)[4]. Sin embargo,
la ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente.
Las
principales pruebas que sostienen la teoría de la sexta extinción en masa
provienen de estudios científicos que documentan los impactos de la actividad
humana en los ecosistemas y la biodiversidad. Entre tales evidencias tenemos: altas
tasas de extinción; disminución de poblaciones de especies; pérdida de
hábitats; impacto del cambio climático; aumento de especies invasoras;
contaminación; datos fósiles y comparativos.
Estas
pruebas provienen de múltiples disciplinas científicas y apuntan
consistentemente a que estamos experimentando un evento de extinción que, si no
se mitiga, podría tener consecuencias irreversibles tanto para el planeta como
para la humanidad.
- Disminución de las poblaciones
de vertebrados (1970-2020): Muestra un descenso drástico en las
poblaciones de especies vertebradas, con una pérdida promedio del 81.5% en
los últimos 50 años.
- Comparación de tasas de
extinción: La
tasa actual de extinción es aproximadamente 150 veces mayor que la tasa
natural de fondo, lo que indica una aceleración masiva en la desaparición
de especies.
- Pérdida de bosques
tropicales (1990-2020): Un reflejo del deterioro del hábitat
natural, con una reducción significativa en los bosques tropicales,
fundamentales para la biodiversidad y el clima.
Estos
datos subrayan las amenazas para la biodiversidad global, destacando la
urgencia de medidas de conservación y sostenibilidad.
El Índice Planeta Vivo (IPV)
La gravedad de la situación en materia de degradación y pérdida de la
biodiversidad puede ser bien evaluada mediante el Índice Planeta Vivo que es
una medida del estado de la diversidad biológica mundial basada en las
tendencias poblacionales de especies de vertebrados de hábitats terrestres, de
agua dulce y marinos. Se monitorean 5579 especies y 41986 poblaciones en todo
el mundo. El IPV fue
adoptado por el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) como un indicador
del progreso hacia sus objetivos para 2011-2020 y ahora es un indicador en el
Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal posterior a 2020.
Las
tendencias de población individuales se reúnen para calcular el cambio
porcentual promedio en el tamaño de la población usando un índice que permite
estimar el cambio promedio en el tamaño de la población animal, no la
disminución de especies.
Las principales conclusiones del Informe Planeta
Vivo 2024,[5]
muestra una disminución del 69% en las poblaciones monitoreadas desde 1970.
Esta pérdida es especialmente pronunciada en América Latina y el Caribe (94%),
seguida de África (66%) y Asia y el Pacífico (55%). La degradación de los
ecosistemas está llevando al planeta hacia puntos de inflexión que podrían
desencadenar cambios irreversibles y catastróficos. El Amazonas, un ecosistema
crucial para la regulación climática y la biodiversidad, se acerca peligrosamente
a un punto de inflexión que podría transformarlo en una sabana.
Los principales motores del declive de la
naturaleza son la pérdida y degradación del hábitat, la sobreexplotación de los
recursos, el cambio climático, la contaminación y las especies invasoras. El
sistema alimentario mundial, con su impacto en el uso de la tierra, el agua y
las emisiones de gases de efecto invernadero, es un factor clave.
Si bien
existen objetivos mundiales para detener y revertir la pérdida de
biodiversidad, limitar el calentamiento global y alcanzar los Objetivos de
Desarrollo Sostenible, los compromisos actuales y las acciones sobre el terreno
son insuficientes. Se necesitan cambios sistémicos en la forma en que
producimos y consumimos alimentos, gestionamos los recursos naturales y
financiamos la acción climática y la conservación.
Resulta
urgente ampliar y fortalecer las áreas protegidas, incluyendo otras medidas de
conservación eficaces basadas en áreas (OECM) que involucren a las comunidades
locales e indígenas, es crucial para salvaguardar la biodiversidad y los
servicios ecosistémicos. Repensar nuestro sistema alimentario es fundamental.
Esto implica adoptar prácticas agrícolas sostenibles, reducir la pérdida y el
desperdicio de alimentos y promover dietas saludables y sostenibles.
Acelerar
la transición hacia un sistema energético limpio y renovable es esencial para
mitigar el cambio climático. Es necesario invertir en energías renovables,
mejorar la eficiencia energética y eliminar los subsidios a los combustibles
fósiles. Reorientar la financiación de actividades perjudiciales para el
ambiente hacia soluciones verdes es crucial.
El
informe insta a los gobiernos, las empresas, las organizaciones y las personas
a actuar con urgencia y decisión para cumplir con los objetivos mundiales para
2030. Los próximos cinco años son cruciales para evitar puntos de inflexión y
asegurar un futuro sostenible para la vida en la Tierra.
Entre las
Citas clave del informe se destacan:
- "Los descensos de las
poblaciones de fauna silvestre que han sido analizadas funcionan como un
indicador de alerta temprana de la posible pérdida funcional y de
resiliencia de los ecosistemas. Esto no solo afecta a las especies
implicadas; como seres humanos, también dependemos de estos
ecosistemas."
- "Nuestro sistema
alimentario está socavando nuestra capacidad de alimentar a la humanidad
en el presente y en el futuro."
- "Para garantizar un
planeta habitable y próspero es esencial reorientar la financiación,
apartándola de actividades perjudiciales y dirigiéndola hacia modelos de
negocio y actividades que contribuyan a los objetivos mundiales de
naturaleza, clima y desarrollo sostenible."
- "Con dos tercios de la
infraestructura que necesitamos para 2050 aún por construir, las ciudades
presentan una enorme oportunidad para reducir las emisiones relacionadas
con la energía mediante la mejora de la planificación urbana y del
transporte, los materiales de construcción y la eficiencia."
- "No es exagerado decir
que lo que ocurra en los próximos cinco años determinará el futuro de la
vida en la Tierra."
El
Informe Planeta Vivo 2024 es una llamada a la acción urgente para proteger y
restaurar la naturaleza, transformar nuestros sistemas económicos y
financieros, y construir un futuro sostenible para todos.
Los
indicadores muestran los cambios en la biodiversidad a lo largo de diferentes
escalas temporales. Cada uno cuenta una historia diferente, pero todos forman
parte de un relato más amplio del declive de la naturaleza.
El Índice
Planeta Vivo hace un seguimiento de las poblaciones de animales y nos permite
interpretar los cambios recientes en la naturaleza.
Este
índice global es un promedio de los tres índices que miden los cambios en los
ecosistemas terrestres, en los ríos y lagos y en el mar.
El índice marino es el que menos ha disminuido de los tres sistemas durante el periodo de 50 años. Este índice está dominado por especies de peces, muchas de las cuales se gestionan para controlar el nivel de presión pesquera. Algunas poblaciones de peces gestionadas se han recuperado en los últimos años y otras se han estabilizado, lo que se refleja en el menor descenso general del IPV marino. Sin embargo, otros peces marinos, como los tiburones y las rayas, siguen mostrando niveles críticos de declive.
El índice terrestre incluye especies de hábitats como bosques, desiertos y praderas, y muestra una tendencia de magnitud similar al índice global (caída del 69 %).
El mayor descenso se registra en el índice de agua dulce y refleja la creciente presión ejercida sobre los hábitats y las especies de agua dulce (un 85 % menos). En particular, los peces de agua dulce se ven a menudo amenazados por alteraciones de su hábitat que pueden bloquear rutas migratorias esenciales. Por ejemplo, el IPV actualizado de los peces migratorios de agua dulce muestra un declive del 81 % entre 1970 y 2020.
Los
resultados indican que, en general, la naturaleza está disminuyendo en todos
los sistemas: terrestres (descenso del 69 % —intervalo: −55 % a −79 %—, lo que
representa una disminución media anual del 2,3 %), de agua dulce (descenso del
85 % —intervalo: −77 % a −90 %—, lo que representa una disminución media anual
del 3,8 %) y marinos (descenso del 56 % —intervalo: −43 % a −66 %—, lo que
representa una disminución media anual del 1,6 %).
El número
de extinciones muestra una tendencia a largo plazo desde 1500 y hace un
seguimiento del número acumulado de especies que se sabe que se han extinguido.
En Defaunación en el Antropoceno, Dirzo y coautores afirman que:[6]
Vivimos en medio de una ola global de pérdida de
biodiversidad impulsada por el hombre: extirpaciones de especies y poblaciones
y, lo que es más importante, disminuciones en la abundancia de especies
locales. En particular, los impactos humanos sobre la biodiversidad animal
son una forma poco reconocida de cambio ambiental global. Entre los
vertebrados terrestres, 322 especies se han extinguido desde 1500, y las
poblaciones de las especies restantes muestran una disminución promedio del 25%
en su abundancia. Los patrones de invertebrados son igualmente terribles:
el 67% de las poblaciones monitoreadas muestran una disminución de la
abundancia media del 45%. Tales disminuciones de animales repercutirán en
el funcionamiento del ecosistema y el bienestar humano.
Perspectiva Global y Llamado a la Acción
Entre los
mensajes principales del Resumen para los encargados de la formulación de
políticas del informe de la evaluación mundial de la diversidad biológica y los
servicios de los ecosistemas (2019) de la Plataforma Intergubernamental
Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas
(IPBES) se destacan los siguientes:
La naturaleza y sus contribuciones fundamentales a
las personas, que en conjunto incorporan la diversidad biológica y los
servicios y funciones de los ecosistemas, se deterioran en todo el mundo.
Durante los últimos 50 años, los impulsores directos e indirectos de cambio se
han acelerado. Las trayectorias actuales no permiten alcanzar los objetivos
para conservar y utilizar de manera sostenible la naturaleza, ni lograr la
sostenibilidad, y los objetivos para 2030 en adelante solo serán factibles
mediante cambios transformadores en las esferas económica, social, política y
tecnológica. Es posible conservar, restaurar y usar la naturaleza de manera
sostenible a la vez que se alcanzan otras metas sociales mundiales si se
emprenden con urgencia iniciativas coordinadas que promuevan un cambio
transformador.
Respecto del último mensaje del IPBES debemos señalar que tres fueron
las razones que condujeron al complejo e intrincado proceso de negociaciones
políticas y diplomáticas que desembocaron en 1992 con la aprobación del texto
del Convenio sobre la Diversidad Biológica: el reconocimiento de la
biodiversidad como un bien de valor inestimable para la supervivencia de las
generaciones presentes y futuras; las amenazas que pesaban sobre los
componentes de la biodiversidad y las asimetrías existentes entre distribución
de la biodiversidad y desarrollo tecnológico.
Tan intrincado y complejo fue ese proceso como intrincada y compleja es
la red normativa que se fue tejiendo. Un entramado desarrollado en los niveles
global, regional, nacional y subnacional que incluye tratados, convenios,
protocolos, leyes, decretos, resoluciones. Sumando a todo ello, estrategias,
metas, objetivos, compromisos y declaraciones.
No
obstante, transcurridos más de treinta años de innumerables reuniones y
negociaciones, la tasa de extinción se ha disparado y la declinación de la tasa de
aparición de nuevas especies, van configurando un escenario que puede ser
caracterizado como el inicio de un nuevo episodio de extinción en masa,
el sexto en la historia de nuestro planeta.[7]
Pese a que la declinación de la diversidad biológica tendrá gravísimas
consecuencias para la humanidad, no se tiene conciencia que, de no cambiar de
rumbo, nuestros descendientes heredaran un planeta biológicamente empobrecido y
homogeneizado.
En realidad, ya estamos compartiendo el planeta con muchas menos formas
de vida silvestre que hace tan solo un siglo y en grandes áreas del mundo, la
fauna y la flora tienden aceleradamente a homogeneizarse.
Para
Vaclav Smil:[8]
…una estimación liberal de la zoomass total
de los mamíferos terrestres salvajes a principios y finales del siglo XX arroja
no más de 50 Mt de peso vivo (alrededor de 10 Mt C) en 1900 y 25 Mt de peso
vivo (alrededor de 5 Mt C) en 2000, una disminución del 50 por ciento. En
contraste, durante el mismo tiempo, la antropomass global aumentó de
aproximadamente 13 a 55 Mt C. Esto significa que la antropomass global
superó la zoomass terrestre de los mamíferos salvajes en algún momento
durante la segunda mitad del siglo XIX, que para 1900 era al menos un 30 por
ciento más alta y que para el año 2000 la zoomass de todos los mamíferos
terrestres salvajes era solo una décima parte de la antropomass global.
Smil
(2011) proporciona la siguiente tabla:
Basándose en datos de Smil y de Paul Chefurka, Ron Patterson (2016),[9] afirma que:
hace 10.000 años, los humanos y sus animales
domésticos eran una décima parte del uno por ciento de la biomasa de
vertebrados terrestres y aéreos del mundo. Hoy en día son más del 97 por ciento
de la biomasa de vertebrados terrestres y aéreos del mundo.
Refiriéndose al gráfico anterior, Patterson (2016) sostiene que:
La cantidad de biomasa de vertebrados terrestres
humanos y sus animales está aumentando a un ritmo alarmante, mientras que la de
todos los animales salvajes está disminuyendo a un ritmo alarmante. La línea
punteada en el gráfico anterior, la capacidad de carga a largo plazo de la
biomasa de vertebrados terrestres está disminuyendo debido a nuestra
destrucción del hábitat animal, lo que significa nuestro hábitat.
Frente a
una población total de 200.000 lobos silvestres, hoy tenemos más de 400
millones de perros domésticos. Frente a una población total de 900.000 búfalos
africanos, hoy tenemos más de 1500 millones de vacas.
Otro buen ejemplo lo tenemos con el suministro de alimentos de la
humanidad que hoy proviene de una muy estrecha franja de biodiversidad. Sólo 20
especies proporcionan el 90% de la comida del mundo y cuatro: maíz, trigo, soja
y arroz, aportan más de la mitad, tornando extremadamente frágil un factor que,
históricamente, ha sido el desencadenante de colapsos civilizatorios.
Resulta
evidente que nuestras estrategias evolutivas claramente difieren de las que emplea la
naturaleza y en lugar de basarnos en la diversidad hemos apostado por la
homogeneidad.
[1] Ceballos G. et al. (2015). “Accelerated modern human–induced
species losses: Entering the sixth mass extinction”. Documento electrónico:
https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.1400253
[2] M. de L. Brooke, S. H. M. Butchart,
S. T. Garnett, G. M. Crowley, N. B. Mantilla-Beniers, A. J. Stattersfield, (2008):
Rates of movement of threatened bird species between IUCN Red List
categories and toward extinction. Conserv. Biol. 22,
417–427 (2008).
[3] Hoffmann, M. et al. (2010) The
Impact of conservation on the status of the world’s vertebrates. Science 330,
1503–1509.
[4] Ehrlich, P. R. y Ehrlich, A. (2013):
Can a collapse of global civilization be avoided? Proc. Biol.
Sci. 280.
[5] https://wwfes.awsassets.panda.org/downloads/informe_planeta_vivo_2024.pdf
[6] Rodolfo Dirzo, Hillary S. Young, Mauro Galetti, Gerardo Ceballos, Nick JB Isaac y Ben Collen. (2014): Defaunación en el Antropoceno. CIENCIA, 25 de julio de 2014, Vol. 345, número 6195 págs. 401 - 406
[7] Los paleontólogos caracterizan las extinciones masivas como momentos en los que la Tierra pierde más de las tres cuartas partes de su especie en un intervalo geológicamente corto, como ha ocurrido solo cinco veces en los últimos 540 millones de años aproximadamente. Los biólogos ahora sugieren que una sexta extinción masiva puede estar en marcha, dadas las pérdidas de especies conocidas en los últimos siglos y milenios. Ver: Barnosky, A., Matzke, N., Tomiya, S. et al. ¿Ha llegado ya la sexta extinción masiva de la Tierra? Nature 471, 51–57 (2011). https://doi.org/10.1038/nature09678
[8] Smile, V. (2011). Harvesting the
Biosphere: The Human Impact, documento electrónico:
http://www.vaclavsmil.com/wp-content/uploads/PDR37-4.Smil_.pgs613-636.pdf
[9]
Documento electrónico: https://peakoilbarrel.com/confessions-of-a-doomer/
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