CONSECUENCIAS ECOSOCIALES DEL PRODUCTIVISMO - PARTE 2: Cambio climático global
Resumen
de la Parte 2 del Volumen V
En la Parte 2 del quinto volumen de los Cuadernos se analiza el cambio climático global, centrándose en la relación entre el productivismo y la crisis ambiental. Se examinan las causas del cambio climático y las responsabilidades diferenciadas de los países industrializados y en desarrollo. También se critica el fracaso de las negociaciones internacionales para reducir las emisiones de CO2, argumentando que el sistema económico actual, basado en el crecimiento ilimitado, es incompatible con la lucha contra el cambio climático. Se analizan los impactos del cambio climático y las posibles consecuencias catastróficas de un aumento de la temperatura global.
Evidencia y origen del Cambio Climático Global
El efecto
invernadero, originado por la acumulación de los denominados Gases Efecto
Invernadero (GEI´s),[1]
es el que creó condiciones climáticas aptas para la vida en el planeta,
definiendo que sus temperaturas medias ronden los 15°C. Pensemos que, en Marte,
donde todo el CO2 está en el suelo, las temperaturas atmosféricas rondan -50°C,
en tanto que, en Venus, donde el CO2 constituye el 96% de su atmosfera, las
temperaturas rondan 420°C. No obstante, desde la primera transición
termo-industrial iniciada en la segunda mitad del siglo XVIII, aproximadamente
en 1760, comenzaron a aumentar significativamente las emisiones de GEI´s debido
al aumento en la quema de combustibles fósiles para la producción industrial y
el transporte.
Las
concentraciones actuales de CO2, tal como se aprecia en el siguiente gráfico
elaborado por Our World in Data,[2]
no han sido superadas en los últimos 800.000 años y, probablemente, tampoco en
los últimos 20 millones de años.
Las
emisiones antropogénicas de CO2 se originan, fundamentalmente, en la quema de
combustibles fósiles y los cambios en el uso del suelo, particularmente: la
deforestación.
Los
modelos utilizados para el estudio del clima señalan una estrecha relación
entre las concentraciones atmosféricas de GEI´s y los cambios observados.
El
siguiente gráfico muestra la fuerte correlación entre las concentraciones
atmosféricas de CO2 y las temperaturas.
Tal es el
nivel de emisiones antropógenas de GEI´s que, pese a la absorción de los
sumideros naturales (océanos y suelos) las concentraciones de CO2 en la
atmósfera siguen aumentando en torno a un 0,4% anual.
La
temperatura global media en la superficie terrestre se ha incrementado a lo
largo del siglo XX en 0,6 ± 0,2 ºC
Los datos
disponibles para el siglo XX confirman que han aumentado las temperaturas
globales en la superficie de nuestro planeta; ha aumentado la frecuencia de
ciertos fenómenos climáticos extremos; ha retrocedido la extensión de los
hielos y los glaciares y ha subido el nivel del mar. Algunos de estos cambios
pueden apreciarse en los siguientes gráficos elaborados por Our World in
Data.
La
evaluación más actualizada del cambio climático la encontramos en el Sexto
Informe de Evaluación (AR6) elaborado por el Panel Intergubernamental sobre
el Cambio Climático (IPCC) y publicado en tres partes entre agosto de 2021 y
agosto de 2022.
La Parte
1 del informe, publicada en agosto de 2021, se centró en la ciencia física del
cambio climático. Concluyó que las actividades humanas, en particular la quema
de combustibles fósiles, han causado de manera inequívoca el calentamiento
global y que la Tierra ya está experimentando los impactos de este
calentamiento, como olas de calor, sequías y aumento del nivel del mar. El informe también proyectó que
es probable que las temperaturas globales alcancen 1,5°C por encima de los
niveles preindustriales dentro de la próxima década, lo que tendrá
consecuencias significativas para los ecosistemas y la humanidad. Además, el
informe señaló que la ventana de oportunidad para limitar el calentamiento
global a 1,5°C se está cerrando rápidamente y se necesitan medidas urgentes y
ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Como
vemos existe una abrumadora evidencia científica que respalda tanto la realidad
del cambio climático como su origen principalmente antrópico. Esta evidencia
proviene de múltiples fuentes y disciplinas, incluyendo climatología, física
atmosférica, biología, geología y más. Entre la evidencia disponible se
destacan:
1.
Incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI)
La quema
de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) y otras actividades
humanas (como la deforestación y la agricultura) han aumentado
considerablemente las concentraciones de gases de efecto invernadero,
especialmente dióxido de carbono (CO₂), metano (CH₄) y óxidos de nitrógeno.
Datos de núcleos de hielo muestran que las concentraciones de CO₂ actuales son
las más altas de los últimos 800,000 años. Estos gases son responsables de
atrapar calor en la atmósfera, lo que genera un calentamiento global.
2.
Correlación entre el aumento de temperaturas y las actividades humanas
Desde la
Revolución Industrial, las temperaturas globales han aumentado de manera
constante. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) ha
demostrado que la mayoría de este calentamiento puede atribuirse a las
actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles. Los modelos
climáticos que incluyen solo factores naturales (como variaciones solares o
actividad volcánica) no pueden explicar el calentamiento observado, pero cuando
se incluyen las actividades humanas, las simulaciones climáticas replican los
patrones observados.
3.
Evidencia de múltiples registros y fenómenos
- Derretimiento de glaciares y
casquetes polares: La masa de hielo en Groenlandia y la Antártida está
disminuyendo rápidamente. El hielo marino del Ártico ha reducido su
extensión mínima en las últimas décadas.
- Aumento del nivel del mar:
El aumento de las temperaturas ha provocado la expansión térmica del agua
y el derretimiento de los glaciares, contribuyendo al aumento global del
nivel del mar.
- Patrones climáticos
extremos: Hay un aumento en la frecuencia e intensidad de eventos
climáticos extremos, como olas de calor, incendios forestales, huracanes y
lluvias torrenciales. Los científicos han vinculado muchos de estos
eventos directamente con el cambio climático inducido por el hombre.
4. Cambio
en los ciclos naturales
Las
estaciones y los ciclos de vida de las plantas y los animales han cambiado.
Muchas especies están desplazando sus hábitats hacia los polos o a altitudes
más altas en respuesta a las temperaturas más cálidas. Además, los océanos han
experimentado una acidificación progresiva debido a la absorción de CO₂.
5.
Consenso científico
El
consenso entre los científicos del clima es casi unánime. Diversos estudios han
demostrado que más del 97% de los científicos climáticos concuerdan en que el
cambio climático es real y que las actividades humanas son su principal causa.
Instituciones científicas a nivel mundial, como la NASA, la NOAA, y la
Organización Meteorológica Mundial, respaldan esta posición.
6.
Reconstrucción histórica del clima
Estudios
paleoclimáticos basados en análisis de anillos de árboles, sedimentos, corales
y núcleos de hielo muestran que el clima ha sido relativamente estable durante
miles de años hasta la industrialización. Estos datos indican que el
calentamiento actual es extremadamente rápido en comparación con las
variaciones climáticas pasadas.
7.
Modelos climáticos
Los
modelos climáticos han mejorado significativamente en las últimas décadas y son
capaces de proyectar con gran precisión cómo cambiarán las temperaturas y otros
aspectos del clima bajo diferentes escenarios de emisiones. Estos modelos
concuerdan en que, sin una drástica reducción de las emisiones de gases de
efecto invernadero, las temperaturas globales continuarán aumentando, lo que
agravará las consecuencias climáticas.
En
resumen, la evidencia de que el cambio climático es real y que está siendo
impulsado principalmente por la actividad humana es extensa y proviene de una
diversidad de métodos y estudios científicos. Aunque siempre hay incertidumbres
en cualquier campo científico, estas no ponen en duda la conclusión general
sobre el origen antrópico del cambio climático.
Los impactos del cambio climático global
Entre las
consecuencias de las interferencias antropógenas en el sistema climático global
se puede esperar que: sequías e inundaciones se tornen más frecuentes (alta
probabilidad) con inundaciones que aumentarán las cargas de sedimentos y
degradarán la calidad del agua en algunas áreas; los rendimientos de las
cosechas caigan en muchas áreas; la agricultura de subsistencia se vea
amenazada en algunas regiones; se produzca un descenso en la disponibilidad de
agua para la población en muchas regiones, particularmente en las
subtropicales; el descongelamiento de las nieves eternas en las regiones
subpolares afecte la estabilidad de los suelos causando severos daños en las
infraestructuras: carreteras, autopistas, edificios y aeropuertos; las pérdidas
y retrocesos de los glaciares impacten adversamente el escurrimiento y el
abastecimiento de agua en áreas donde el derretimiento de los glaciares es una
importante fuente de agua; el calentamiento de las regiones templadas favorezca
el aumento de enfermedades y parásitos que no son comunes en ciertas regiones,
afectando a millones de personas que carecen de inmunidad; aumente la
incidencia de plagas y enfermedades en la agricultura, reduciendo de esta forma
las cosechas; en los asentamientos humanos costeros, las actividades
productivas, la infraestructura y los ecosistemas se vean afectados
negativamente por el aumento en el nivel del mar; aumente la tasa de pérdida de
los componentes de la diversidad biológica y que aumenten en la frecuencia e
intensidad los ciclones tropicales con graves consecuencias económicas y
sociales.
En 2021,
Ferrán Puig Vilar publicó en su blog una serie de entregas bajo el
título: Peor de lo esperado: puntos críticos superados, y
Gaia en peligro,[3] en los
que ofrece valiosa información sobre la gravedad del escenario que se ha
configurado, gravedad que queda reflejada en el comunicado de prensa del IPCC,[4]
del 9 de agosto de 2021, en cuyo primer párrafo se podía leer
Según el último informe
del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC),
publicado hoy, los científicos están observando cambios en el clima de la
Tierra en todas las regiones y en el sistema climático en su conjunto. Muchos
de los cambios observados en el clima no tienen precedentes en miles, sino en
cientos de miles de años, y algunos de los cambios que ya se están produciendo,
como el aumento continuo del nivel del mar, no se podrán revertir hasta dentro
de varios siglos o milenios.
Al
publicarse el informe del Grupo II del IPCC, sobre Impactos, Adaptación y
Vulnerabilidad, Puig Vilar publicó en su blog un artículo titulado:
Los
impactos del cambio climático según el IPCC: un llanto por la vida donde afirma que:[5]
No hace falta sumergirse en el informe completo
para quedar realmente espeluznado. Como cabía esperar sigue la pauta del “peor
de los esperado”, pero en esta ocasión en grado sumo. Es mucho peor que el
informe anterior de 2014. Todos los indicadores se han venido abajo. Los
desastres que habían sido anunciados para un incremento de la temperatura de +4
ºC ahora ocurrirán a +2 ºC, cuando no a 1,5 ºC o está ocurriendo ya, y
generalizándose... La lista de desastres habidos y por haber es
sobrecogedora. La probabilidad de eventos extremos simultáneos y consecutivos
es destacada con frecuencia. Una de las novedades a este respecto es la mención
a posibles “extreme sea-level events”, aumentos bruscos del nivel del
mar por episodios de fusión acelerada de los hielos o desplome de grandes masas
de hielo de origen continental. Todo está pendiente de un hilo.
En
resumen, los impactos del cambio climático son generalizados y afectan a todos
los aspectos de la vida en el planeta, desde la biodiversidad y los ecosistemas
hasta la salud humana, la economía y la estabilidad social. Si bien algunas
regiones se ven más afectadas que otras, las consecuencias a largo plazo
tendrán un alcance global, con impactos más graves para las poblaciones más
vulnerables. Teniendo en cuanta que los impactos varían en intensidad y forma
según la región, podemos mencionar que, en general, los efectos más
significativos incluyen:
1.
Aumento de la temperatura global
- Olas de calor más frecuentes
e intensas: Las temperaturas promedio globales han aumentado, y esto ha
llevado a la aparición de olas de calor más extremas, que afectan a la
salud humana, la agricultura y la infraestructura.
- Impacto en la salud humana:
Las olas de calor pueden causar problemas graves de salud, como
insolación, deshidratación y exacerbación de enfermedades cardiovasculares
y respiratorias. Los grupos vulnerables, como ancianos y niños, son
especialmente afectados.
Ejemplos
- Olas de calor en Europa: En
2019, Europa experimentó una ola de calor extrema, con temperaturas récord
en Francia que superaron los 46°C. Estas olas de calor han sido vinculadas
directamente al cambio climático.
- Incendios forestales en
Australia: Los veranos más cálidos y secos han provocado incendios
forestales masivos, como los incendios en Australia en 2019-2020, que
quemaron millones de hectáreas y mataron a miles de millones de animales.
2.
Derretimiento de glaciares y casquetes polares
- Pérdida de hielo en el
Ártico y la Antártida: El hielo marino en el Ártico ha disminuido drásticamente,
y la pérdida de masa de los glaciares y los casquetes polares está
contribuyendo al aumento del nivel del mar.
- Deshielo de los glaciares de
montaña: Esto amenaza el suministro de agua en regiones que dependen de
los glaciares para la irrigación y el consumo humano.
Ejemplos
- Deshielo en Groenlandia: En
2019, Groenlandia perdió aproximadamente 600 mil millones de toneladas de
hielo, contribuyendo al aumento del nivel del mar.
- Retroceso de glaciares en
los Andes: El glaciar Pastoruri en Perú ha perdido más del 50% de su
tamaño en las últimas décadas, lo que amenaza el suministro de agua de las
comunidades locales.
3.
Aumento del nivel del mar
- Inundaciones costeras: El
nivel del mar está subiendo debido al deshielo de los glaciares y la
expansión térmica del agua. Esto aumenta el riesgo de inundaciones en
ciudades costeras y regiones bajas, poniendo en peligro a millones de
personas.
- Pérdida de tierras
habitables: Pequeños estados insulares y áreas costeras densamente
pobladas, como Bangladesh, están en riesgo de perder grandes extensiones
de tierra debido a la subida del mar.
Ejemplos
- Islas Maldivas: Las
Maldivas, un país compuesto por pequeñas islas en el Océano Índico, están
en peligro de desaparecer bajo el agua si continúa el aumento del nivel
del mar.
- Venecia, Italia: Venecia
sufre inundaciones recurrentes cada vez más severas, exacerbadas por el
aumento del nivel del mar y tormentas más intensas.
4.
Fenómenos climáticos extremos
- Tormentas más intensas: El
calentamiento global está intensificando ciclones, huracanes y tifones.
Estos eventos son más destructivos debido al mayor contenido de vapor de
agua en la atmósfera y el aumento del nivel del mar, lo que provoca
inundaciones más severas.
- Sequías más prolongadas: En
algunas regiones, el cambio climático está intensificando las sequías,
afectando la disponibilidad de agua potable y causando pérdidas agrícolas.
Ejemplos
- Huracán Katrina (EE.UU.): En
2005, el huracán Katrina devastó Nueva Orleans, siendo uno de los ejemplos
más claros de cómo un huracán potente puede causar destrucción masiva,
especialmente cuando está potenciado por temperaturas oceánicas más
cálidas.
- Sequía en el Cuerno de
África: Durante la última década, países como Somalia y Etiopía han
experimentado sequías severas, lo que ha provocado hambrunas y
desplazamientos masivos.
5.
Alteración de los ecosistemas y la biodiversidad
- Migración de especies: A
medida que las temperaturas aumentan, muchas especies están migrando hacia
el norte o hacia mayores altitudes en busca de hábitats más frescos. Esto
está desestabilizando los ecosistemas, ya que muchas especies no pueden
adaptarse o moverse lo suficientemente rápido.
- Extinción de especies: La
rápida alteración de los hábitats está llevando a la desaparición de
algunas especies, especialmente aquellas que tienen rangos de distribución
restringidos o que dependen de climas fríos, como los osos polares.
- Blanqueamiento de corales:
El calentamiento de los océanos está provocando el blanqueamiento de los
corales, lo que amenaza los ecosistemas marinos que dependen de estos
arrecifes.
Ejemplos
- Osos polares en el Ártico:
El derretimiento del hielo marino ha reducido el hábitat de caza de los
osos polares, poniéndolos en riesgo de extinción.
- Blanqueamiento de corales en
la Gran Barrera de Coral: A partir de 2016, la Gran Barrera de Coral en
Australia ha experimentado eventos de blanqueamiento masivo debido al
aumento de las temperaturas oceánicas.
6.
Impactos en la agricultura y la seguridad alimentaria
- Reducción de la
productividad agrícola: El cambio climático está afectando los patrones de
lluvia, lo que altera las temporadas de cultivo. Sequías, inundaciones y
olas de calor están reduciendo la productividad de cultivos básicos como
el maíz, el trigo y el arroz.
- Pérdida de áreas de cultivo
fértiles: La desertificación, causada en parte por el cambio climático,
está reduciendo las tierras aptas para la agricultura.
- Aumento de la inseguridad
alimentaria: Los cambios en la producción agrícola y la distribución de
los alimentos pueden llevar a una mayor inseguridad alimentaria, afectando
desproporcionadamente a las poblaciones más vulnerables.
Ejemplos
- Pérdida de cultivos en
África subsahariana: La prolongada sequía en países como Kenia y Zimbabwe
ha afectado gravemente la producción de alimentos, llevando a millones de
personas al borde de la hambruna.
- Reducción de rendimientos de
trigo en India: Los cambios en los patrones de lluvias y las olas de calor
están disminuyendo la productividad agrícola en India, afectando la
seguridad alimentaria.
7.
Impactos en los recursos hídricos
- Escasez de agua: El cambio
climático está alterando los patrones de precipitación, lo que está
provocando una mayor escasez de agua en algunas regiones. Las sequías
prolongadas afectan a millones de personas y amenazan los ecosistemas.
- Inundaciones: A medida que
los fenómenos meteorológicos extremos se intensifican, las inundaciones
repentinas se vuelven más comunes, afectando tanto áreas rurales como
urbanas.
Ejemplos
- Escasez de agua en Ciudad
del Cabo: En 2018, Ciudad del Cabo, Sudáfrica, estuvo a punto de quedarse
sin agua durante una severa sequía, lo que llevó a medidas extremas de
racionamiento.
- Inundaciones en Pakistán: En
2022, Pakistán experimentó inundaciones catastróficas debido a lluvias
monzónicas anormalmente intensas, afectando a más de 30 millones de
personas y destruyendo infraestructuras clave.
8. Salud
humana y enfermedades
- Expansión de enfermedades:
El cambio climático está facilitando la expansión de enfermedades
transmitidas por vectores como el dengue, la malaria y el Zika, debido a
que los mosquitos y otros vectores están encontrando nuevos hábitats en
zonas más cálidas.
- Problemas respiratorios: El
aumento de las temperaturas y la contaminación del aire, exacerbada por
incendios forestales y fenómenos extremos, puede agravar problemas
respiratorios, especialmente en áreas urbanas densamente pobladas.
Ejemplos
- Expansión de la malaria en
zonas altas de África oriental: El calentamiento ha permitido que los
mosquitos portadores de malaria se desplacen a altitudes más elevadas,
exponiendo a nuevas poblaciones a la enfermedad.
- Problemas respiratorios en
California: Los incendios forestales, cada vez más frecuentes e intensos,
han aumentado los niveles de contaminación del aire, lo que ha causado un
aumento en las hospitalizaciones por problemas respiratorios.
9.
Impactos en la economía
- Pérdidas económicas: Los
fenómenos climáticos extremos, como huracanes, sequías e inundaciones,
están causando enormes pérdidas económicas al destruir infraestructuras,
cultivos y viviendas.
- Desigualdad económica: Las
naciones y comunidades más pobres, que dependen en gran medida de la
agricultura y tienen menos recursos para adaptarse, son las más afectadas.
Ejemplos
- Huracán María en Puerto
Rico: El huracán María en 2017 causó daños por más de 90 mil millones de
dólares, devastando la infraestructura y dejando a miles de personas sin
hogar.
- Pérdidas agrícolas en
España: Las olas de calor y sequías en España han provocado pérdidas en la
agricultura, afectando particularmente a cultivos de olivos y viñedos, con
graves repercusiones económicas.
10.
Conflictos y migraciones forzadas
- Desplazamientos por el
clima: El cambio climático está aumentando las migraciones forzadas debido
a la pérdida de tierras habitables y la falta de recursos básicos como el
agua y los alimentos. Se estima que millones de personas podrían
convertirse en refugiados climáticos en las próximas décadas.
- Conflictos por recursos: La
escasez de recursos como el agua y la tierra fértil puede aumentar las
tensiones entre comunidades, llevando a conflictos por el acceso a estos
bienes esenciales.
Ejemplos
- Refugiados climáticos en
Bangladesh: En las áreas costeras de Bangladesh, el aumento del nivel del
mar está forzando a millones de personas a abandonar sus hogares y migrar
hacia zonas urbanas más seguras.
- Conflictos en Darfur, Sudán:
La escasez de agua y tierras fértiles, exacerbada por el cambio climático,
ha intensificado los conflictos en la región, llevando a guerras y
desplazamientos masivos.
11.
Acidificación de los océanos
- Impacto en la vida marina:
El aumento de los niveles de CO₂ en la atmósfera también está siendo
absorbido por los océanos, lo que provoca su acidificación. Esto afecta a
organismos marinos como los moluscos y corales, que dependen del carbonato
de calcio para formar sus conchas y esqueletos.
Ejemplos
- Colapso de la industria
pesquera en el Pacífico Noroeste: La acidificación de los océanos ha
afectado la capacidad de los moluscos y otros organismos marinos para
formar conchas, lo que ha dañado las industrias pesqueras en lugares como
Oregón y Washington.
- Muerte de arrecifes de coral
en el Caribe: Los arrecifes de coral en el Caribe están sufriendo por la
acidificación, afectando el turismo y la pesca local.
12.
Alteración de los ciclos de precipitación
- Lluvias irregulares: En
algunas áreas, el cambio climático está causando patrones de lluvia más
erráticos, con periodos de lluvias intensas seguidos por sequías
prolongadas, lo que afecta la agricultura, los recursos hídricos y la
infraestructura.
Ejemplos
- Lluvias torrenciales en
Europa Central: En julio de 2021, partes de Alemania y Bélgica sufrieron
inundaciones devastadoras debido a lluvias extremas, causando pérdidas
humanas y daños materiales significativos.
- Sequías en el suroeste de
Estados Unidos: Estados como California y Arizona han experimentado
sequías prolongadas, lo que ha afectado la agricultura y los suministros
de agua.
Frente a los puntos de no retorno
Las
tendencias indican que marchamos a un calentamiento global autorreforzado y,
por lo tanto, descontrolado. Prueba de ello la aporta el Dr. David Armstrong
McKay,[6]
quien ha identificado los tipping points (puntos críticos o de no
retorno) en materia de cambio climático, demostrando que nos encontramos a
algunas décimas de grado de alcanzar cinco de dichos puntos, tal como puede
apreciarse en el siguiente gráfico.
Para tomar cabal conciencia de la grave amenaza que implica la actual interferencia antropogénica en el sistema climático global, resulta ilustrativo lo acontecido hace 55 millones de años con el Máximo Térmico del Paleoceno Eoceno (PETM) originado como consecuencia de un proceso de 10.000 años, durante el cual, el metano proveniente de las erupciones volcánicas se combinó con el oxígeno en el océano convirtiéndose en CO2, lo que aumentó la acidez de los océanos y cuadruplicó las concentraciones de CO2 en la atmósfera. El resultado: un aumento repentino de la temperatura global de la Tierra, hasta 8° C en latitudes templadas, los océanos se calentaron desde la superficie hasta las profundidades; originando una disrupción masiva para la vida que duró unos 100.000 años antes de que el CO2 adicional se reabsorbiera en los sumideros naturales y las temperaturas volvieran a sus niveles originales.
¿Por qué
recurrir a esta referencia? Porque nuestro índice actual de emisiones
proporcionalmente es 100 veces mayor que en el PETM y ello nos está diciendo
que deberemos enfrentar similares consecuencias solo que las mismas se
presentarán en una escala de tiempo mucho más corta.[7]
Rockström
y un equipo de investigadores,[8]
consideran que las concentraciones atmosféricas de CO2 no
deben exceder las 350 partes por millón en volumen y el forzamiento radiativo
no debe exceder 1 vatio por metro cuadrado por encima de los niveles
preindustriales. Al momento de la publicación de
los resultados la concentración de CO2 era de 387 ppmv y el forzamiento
radiativo era de 1,5 W m-2.
Tres
razones fundamentaron el límite climático propuesto: los modelos climáticos
actuales pueden subestimar significativamente la gravedad del cambio climático
a largo plazo para una determinada concentración de gases de efecto
invernadero; la estabilidad de las grandes capas de hielo polar y la evidencia
de que algunos de los subsistemas de la Tierra ya se están moviendo fuera de su
estado estable del Holoceno.
Desde
2009, año de publicación del trabajo de Rockström, las concentraciones de CO2
en la atmosfera han seguido aumentando, alcanzando en julio 2024 las 425,55
ppmv.[9]
Los Principios de Río y el cambio climático global
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio
Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), también conocida como la Cumbre de la Tierra
de Río de Janeiro, se celebró en 1992. Uno de los resultados más significativos
de esta conferencia fue la adopción de la Declaración de Río sobre el Medio
Ambiente y el Desarrollo, que establece 27 principios fundamentales para guiar
los esfuerzos globales hacia un desarrollo sostenible.
En el caso del Cambio Climático Global, se destacan dos de
los principios adoptados:
·
El Principio 7: Responsabilidades Comunes pero
Diferenciadas:
·
El Principio 15: Enfoque Precautorio:
Responsabilidades comunes pero diferenciadas
El principio de responsabilidades comunes pero
diferenciadas se encuentra en la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente
y el Desarrollo, aprobada en 1992 en la Cumbre de la Tierra. Este
principio está específicamente reflejado en el Principio 7 de la Declaración de
Río, que dice:
Los Estados deberán
cooperar con el espíritu de solidaridad global para conservar, proteger y
restablecer la salud e integridad del ecosistema de la Tierra. En vista de las
diferentes contribuciones al deterioro del medio ambiente global, los Estados
tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas. Los países desarrollados
reconocen la responsabilidad que les incumbe en la búsqueda internacional del
desarrollo sostenible, en vista de las presiones que sus sociedades ejercen
sobre el medio ambiente global y de las tecnologías y recursos financieros de
que disponen.
En otras palabras, todos los países tienen la
responsabilidad de proteger el ambiente global, pero los países desarrollados
tienen una mayor responsabilidad debido a su contribución histórica al
deterioro ambiental y su mayor capacidad financiera y tecnológica para enfrentar
los problemas ambientales.
En el contexto del cambio climático global el
mencionado principio se incorporó y formalizó en la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), donde se refiere a la idea
de que, si bien todos los países tienen una responsabilidad compartida en la
lucha contra el cambio climático, la naturaleza y el grado de esa
responsabilidad varía entre las naciones.
Todos los países, sin excepción, comparten la
responsabilidad de enfrentar el cambio climático porque es un problema global
que afecta a toda la humanidad y al planeta. Los efectos del cambio climático no
respetan fronteras. Por lo tanto, el cambio climático requiere una acción
colectiva a nivel global, lo que implica que todas las naciones tienen la
obligación de contribuir a mitigar los efectos del calentamiento global y
adaptarse a sus consecuencias.
Sin embargo, las naciones difieren en sus
responsabilidades específicas debido a factores clave como la contribución
histórica al cambio climático; la diferencias en capacidades económicas y
tecnológicas, y la vulnerabilidad.
Los países
industrializados, como Estados Unidos, Europa Occidental, Japón y otros, han
sido los mayores emisores de gases de efecto invernadero (GEI) desde el inicio
de la primera transición termoindustrial. Este desarrollo basado en la quema de
combustibles fósiles ha generado la mayor parte de las emisiones que
actualmente están calentando el planeta. Los países en desarrollo, en cambio,
han contribuido significativamente menos históricamente, ya que sus procesos de
industrialización han sido más recientes o aún están en desarrollo. Estados
Unidos, por ejemplo, con menos del 5% de la población mundial, ha sido
responsable de alrededor del 25% de las emisiones de CO₂ desde 1850. En
contraste muchos países en desarrollo en África o el sudeste asiático han
tenido una participación histórica mínima en la creación del problema del
cambio climático.
Por otra parte, los
países desarrollados generalmente tienen más recursos económicos y acceso a
tecnología avanzada, lo que les permite implementar medidas de mitigación y
adaptación al cambio climático de manera más eficaz y rápida. En cambio, muchos
países en desarrollo enfrentan desafíos como la pobreza, la falta de
infraestructura, y la inestabilidad política, lo que limita su capacidad para
actuar de manera decisiva contra el cambio climático. Así, por ejemplo, mientras
que países como Alemania o Suecia pueden invertir en energía renovable y
tecnología limpia a gran escala, muchos países del sur global dependen de
combustibles fósiles más baratos y de soluciones menos sostenibles debido a sus
limitaciones financieras.
Por ultimo los países en desarrollo suelen ser los más
vulnerables a los efectos del cambio climático, aunque han contribuido menos al
problema. Las naciones insulares, los países con economías dependientes de la
agricultura, y las regiones propensas a fenómenos climáticos extremos, como
Bangladesh o las Islas del Pacífico, corren un mayor riesgo de sufrir los
impactos devastadores del cambio climático. Los pequeños estados insulares en
el Pacífico, como Kiribati y Tuvalu, están entre los países más vulnerables al
aumento del nivel del mar, aunque tienen una huella de carbono insignificante.
En contraste países como Canadá o Rusia, a pesar de ser grandes emisores, son
menos vulnerables en comparación y pueden incluso beneficiarse en ciertos
aspectos, como el derretimiento del hielo que abre nuevas rutas comerciales en
el Ártico.
El concepto de responsabilidades comunes pero
diferenciadas también se fundamenta en un principio de justicia climática. Este
principio busca asegurar que los países que han contribuido más al problema y
que tienen mayores capacidades para abordarlo asuman una mayor responsabilidad
en términos de reducir sus emisiones y ayudar a los países menos desarrollados
a adaptarse.
Los países desarrollados están llamados a asumir un
papel más proactivo en la reducción de sus emisiones, dado que tienen una mayor
responsabilidad histórica y acceso a tecnología limpia. También están
comprometidos a proporcionar financiamiento climático a los países en
desarrollo para ayudarlos a adaptarse al cambio climático y mitigar sus propias
emisiones. Esto incluye el compromiso de movilizar 100 mil millones de dólares
anuales, acordado en el Acuerdo de París.
Además del financiamiento, los países desarrollados
deben facilitar la transferencia de tecnología a los países en desarrollo para
que estos puedan acceder a soluciones de energía limpia y otros mecanismos que
les permitan adaptarse al cambio climático.
Cabe señalar que algunos países desarrollados
argumentan que el crecimiento económico en países emergentes, como China e
India, está impulsando un aumento significativo en sus emisiones actuales, lo
que podría justificar un enfoque más equitativo que no dependa tanto de la
historia. Por otro lado, los países en desarrollo continúan insistiendo en que
los países ricos deben asumir una mayor responsabilidad, no solo por su
historia de emisiones, sino también por los impactos económicos y sociales
desiguales que el cambio climático está generando.
Como vemos el principio de "responsabilidades
comunes pero diferenciadas" refleja la complejidad del cambio climático
global, donde todos los países deben actuar, pero no de la misma manera ni con
la misma intensidad. Los países desarrollados, como grandes emisores históricos
con mayores recursos, tienen una responsabilidad mayor en liderar la mitigación
y en apoyar a las naciones más vulnerables que enfrentan los impactos más
severos del cambio climático.
Veamos
con mayor detalle algunos datos que ilustran las situaciones aquí planteadas.
Our World
in Data calculó,
para cada país y región, durante el período comprendido entre 1751 y 2017,[10]
las emisiones de CO2 acumuladas en todo el mundo.
Los
resultados se muestran en el siguiente treemap en el que se comparan
países y regiones. Los países se presentan como rectángulos y se agrupan
coloreados por región. El tamaño de cada rectángulo corresponde a la suma de
las emisiones de CO2 de un país entre 1751 y 2017. Combinados,
todos los rectángulos representan el total global.
Algunos puntos clave que destaca Our World in Data y que se desprenden del gráfico anterior son:
Estados Unidos ha emitido más CO2 que
cualquier otro país hasta la fecha: con alrededor de 400 mil millones de
toneladas desde 1751, es responsable del 25% de las emisiones históricas; esto
es dos veces más que China, el segundo mayor contribuyente nacional del mundo;
los 28 países de la Unión Europea (UE-28), que se agrupan aquí, también son un
gran contribuyente histórico con un 22 %; muchos de los grandes emisores
anuales actuales, como India y Brasil, no son grandes contribuyentes en un
contexto histórico; la contribución regional de África, en relación con el
tamaño de su población, ha sido muy pequeña. Esto es el resultado de
emisiones per cápita muy bajas, tanto históricamente como en la
actualidad.
Según los
datos de la Agencia Internacional de Energía, en 2019, los países
industrializados tuvieron una emisión per cápita promedio de 10,4
toneladas de dióxido de carbono equivalente (CO2e), mientras que los países en
desarrollo tuvieron una emisión per cápita promedio de 3,6 toneladas de
CO2e.
En cuanto
a las emisiones totales y según el Global Carbon Project, en 2020, los
países industrializados emitieron 21,5 gigatoneladas de CO2, mientras que los
países en desarrollo emitieron 14,5 gigatoneladas de CO2.
La mayor
fuente de emisiones de CO2 de los países industrializados se origina en la
producción de energía, procesos industriales y transporte; en tanto que en las
emisiones de CO2 de los países en desarrollo constituyen los usos del suelo y
los cambios en el uso del suelo principalmente, la tala de bosques y el cambio
de uso del suelo para la agricultura o para urbanizaciones, caminos, etc.
En cuanto
a las emisiones per cápita se presentan en el siguiente mapa elaborado
por Our World in Data donde se aprecian las significativas diferencias
entre países industrializados y en desarrollo.
El Enfoque Precautorio
El Principio 15,
adoptado en la Cumbre de Río de Janeiro en 1992, establece que:
Con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberán aplicar
ampliamente el criterio de precaución conforme a sus capacidades. Cuando haya
peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta
no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces
en función de los costos para impedir la degradación del medio ambiente.
En otras palabras,
el principio precautorio sostiene que, ante amenazas de daños graves o
irreversibles al ambiente o la salud humana, la falta de pruebas científicas
concluyentes no debe ser un pretexto para demorar medidas preventivas. Este
enfoque se fundamenta en la premisa de que es preferible prevenir el daño antes
que enfrentar sus consecuencias.
Los componentes
clave del Principio Precautorio son:
- Prevención: Actuar antes de que ocurran daños
significativos.
- Certeza científica: No esperar hasta contar con pruebas
científicas definitivas.
- Responsabilidad compartida: Involucrar a gobiernos, sectores
privados y sociedad en la toma de medidas preventivas.
- Proporcionalidad: Adoptar medidas acordes con la
magnitud de la amenaza.
En el Cambio Climático Global se hacen presente impactos que pueden
resultar irreversibles, puntos de no retorno, como el colapso de los polos, la
desertificación masiva o la degradación de ecosistemas marinos y terrestres.
Aunque existen
debates sobre la magnitud y temporalidad de ciertos efectos, la comunidad
científica es clara en que el calentamiento global es causado por actividades
humanas y que sus impactos serán devastadores si no se actúa con rapidez.
Si bien las medidas
de mitigación pueden parecer costosas en el corto plazo, los costos económicos,
sociales y ecológicos de los desastres climáticos son exponencialmente mayores.
Los efectos del
cambio climático pueden ser catastróficos y, dado que las pruebas científicas,
aunque abrumadoras, son ignoradas por sectores negacionistas, el principio
precautorio cobra una importancia crucial. Se convierte así en una guía
esencial para las políticas ambientales globales.
Entre las medidas precautorias implementadas en la lucha contra el
cambio climático se destacan: la reducción de emisiones de gases de efecto
invernadero mediante regulaciones estrictas y tecnologías limpias. El fomento
de energías renovables y limpias como la solar y la eólica para reducir la
dependencia de combustibles fósiles. Los programas para proteger y restaurar
ecosistemas naturales que actúan como sumideros de carbono y el desarrollo de
infraestructuras y prácticas agrícolas resilientes al cambio climático.
El enfoque precautorio
se hace presente en la definición de objetivos ambiciosos de reducción de
emisiones y transición hacia una economía baja en carbono adoptadas por la
Unión Europea. De particular importancia es el Acuerdo de París (2015) que busca
limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2°C, con esfuerzos para
no superar los 1.5°C, incorporando el principio precautorio en sus
disposiciones.
A pesar de su
relevancia, la aplicación del principio precautorio ha sido desigual,
enfrentando diversos obstáculos. Es así como algunos argumentan que las medidas
precautorias pueden ser costosas y afectar el crecimiento económico,
especialmente en países en desarrollo. Otros consideran que el principio frena
la innovación y el progreso tecnológico debido a su énfasis en evitar riesgos
potenciales. También la variabilidad en la aplicación del principio entre
países genera incoherencias en las políticas ambientales globales.
Detrás de la resistencia
a adoptar un enfoque precautorio se encuentran grandes intereses económicos que
promueven la idea de que la incertidumbre justifica la inacción. Por el lado
gubernamental nos encontramos con gobiernos que priorizan beneficios inmediatos
sobre soluciones de largo plazo. No menos importante es el accionar mediático
que equipara argumentos científicos con posiciones negacionistas, generando
confusión en la opinión pública.
La quema de
combustibles fósiles es un caso claro donde el principio precautorio debería
aplicarse. Aunque existen debates sobre la magnitud de sus efectos, la
tendencia es clara: seguir aumentando las emisiones de CO₂ agrava el problema.
Sin embargo, en lugar de adoptar restricciones drásticas y acelerar la
transición energética, muchos gobiernos continúan subsidiando la industria
fósil.
El principio
precautorio debería orientar todas las políticas climáticas, pero su aplicación
efectiva enfrenta resistencias políticas y económicas. La urgencia de la crisis
climática hace que no actuar precautoriamente sea una irresponsabilidad
histórica. Es imperativo que los gobiernos, las organizaciones internacionales
y la sociedad en su conjunto lo adopten como un eje central en la lucha contra
el cambio climático.
El fracaso de las negociaciones internacionales
Observemos
el estruendoso fracaso de las negociaciones internacionales sobre cambio
climático a la luz de la evolución de las emisiones y concentraciones
atmosféricas de gases efecto invernadero, para entender que tal fracaso es el
lógico resultado del triunfo de los carbotraficantes, de los perpetradores
según el calificativo de Suzuki.
Dos años
después del primer informe del IPCC se celebró en junio de 1992 la Conferencia
de Naciones Unidas para el Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) en Río de
Janeiro en la que se aprobó el texto de la Convención Marco de Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC); cuyo objetivo era la
estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la
atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas en el
sistema climático.
La
convención entró en vigor en 1994 y en 1997, ante la falta de resultados en
base a compromisos voluntarios, se aprobó el Protocolo de Kyoto del
CMNUCC donde se establecieron compromisos cuantificados de limitación y
reducción de emisiones para un grupo de países desarrollados identificados en
el Anexo I del protocolo. Compromisos que no lograron detener, por
incumplimiento, la dinámica exponencial de crecimiento de las concentraciones
de gases efecto invernadero (GEI), que en 1990 rompieron la barrera de
seguridad establecida en 350 ppm y no se detuvieron.
Entre
1990 -año de referencia para las negociaciones internacionales- y 2010, un
cuarto de siglo de “lucha” contra el cambio climático global, las emisiones
mundiales de CO2 aumentaron un 61%.
Ante el
incesante crecimiento de las concentraciones de GEI, al celebrarse la XXI
Conferencia de las Partes de la CMNUCC y XI Conferencia de las Partes en
calidad de reunión de las Partes en el Protocolo de Kyoto en París
entre noviembre y diciembre de 2015 se logró firmar el Acuerdo de París en el que se establecieron medidas para la reducción de las
emisiones de GEI a un nivel que permita mantener el aumento de la
temperatura global promedio por debajo de los 2°C por encima de los niveles
preindustriales, y perseguir esfuerzos para limitar el aumento a 1.5°C. Un año
después, en 2016, las concentraciones de GEI en la atmósfera rompieron la
barrera de las 400 ppm y continúan creciendo.
En el
siguiente gráfico se puede apreciar la manera en la que evolucionaron las
emisiones de CO2, particularmente, a partir de la década de 1950, cuando se
inicia un crecimiento exponencial.
La Identidad Kaya
En 1993,
el economista japonés Yoichi Kaya presentó una identidad matemática, en su
libro titulado "Environment, Energy, and Economy: Strategies for
Sustainability". Su objetivo era ofrecer una herramienta sencilla y
clara para analizar las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) y descomponerlas
en factores clave relacionados con la población, el crecimiento económico, la
eficiencia energética y la intensidad de carbono. La identidad se ha convertido
en un marco útil para estudiar el impacto de las actividades humanas en el
cambio climático global es una ecuación utilizada en estudios sobre cambio
climático para desglosar y analizar los factores que determinan las emisiones
de dióxido de carbono (CO₂), el principal gas de efecto invernadero. Esta
identidad expresa las emisiones globales de CO₂ como el producto de cuatro
variables: población, crecimiento económico, energía y tecnología.
La Identidad
Kaya se expresa de la siguiente manera:
Donde
- CO2 = Anhidrido carbónico
que se emite a la atmósfera en un área y periodo temporal determinados.
- P = número de habitantes del
área considerada.
- PIB = Producto Interno Bruto
en el área considerada.
- E = energía de todo tipo
utilizada en el área considerada.
El primer
término de la identidad indicado como P representa la población en el área
considerada y cuanto mayor sea, mayor será el potencial de emisiones, asumiendo
que todos los demás factores se mantienen constantes.
El
segundo término de la identidad indicado como PIB/P es el PIB per cápita:
Cuanto más alto es implica un mayor nivel de consumo de bienes y servicios, lo
que generalmente conduce a un aumento en la demanda de energía.
El tercer
término de la identidad indicado como E/PIB es la Intensidad Energética de
la Economía: Mide cuánta energía se necesita para generar una unidad de
PIB. Una economía más eficiente energéticamente requiere menos energía para
producir la misma cantidad de bienes y servicios.
El cuarto
término de la identidad indicado como CO2/E es la Intensidad de Carbono de
la Energía: Mide cuántas emisiones de CO₂ se generan por unidad de energía
utilizada. Las energías renovables y las tecnologías limpias tienden a reducir
la intensidad de carbono, mientras que los combustibles fósiles aumentan este
valor.
La
Identidad Kaya muestra que las emisiones de CO2 están influenciadas por:
- El crecimiento de la
población.
- El crecimiento económico
(medido en PIB per cápita).
- La eficiencia energética
(cuánta energía se usa para generar riqueza).
- La descarbonización de la
energía (qué tipo de fuentes energéticas se utilizan).
En
términos prácticos, para reducir las emisiones de CO₂, se pueden abordar uno o
más de estos factores:
- Reducir la intensidad
energética, mejorando la eficiencia en el uso de energía.
- Disminuir la intensidad de
carbono, sustituyendo combustibles fósiles por energías renovables.
- Controlar el crecimiento de
la población o mejorar el acceso a tecnologías limpias.
- Alcanzar un crecimiento
económico con menos dependencia de fuentes de energía contaminantes o
alcanzar una economía en estado estacionario en equilibrio dinámico.
La
Identidad Kaya es una herramienta conceptual útil para entender las diferentes
palancas que influyen en las emisiones de CO₂ y para identificar las áreas
donde las políticas climáticas pueden ser más efectivas.
Resulta
importante destacar que Mariano Marzo ha presentado análisis que indican que,
incluso bajo las mejores y más optimistas proyecciones de mejora en la
eficiencia energética y la descarbonización de la matriz energética, si se
mantienen las trayectorias actuales de crecimiento poblacional y crecimiento
económico, las emisiones de CO₂ podrían aumentar significativamente. [11]
Marzo ha
señalado que, si la población mundial continúa creciendo y si la economía
global sigue su curso de expansión, la demanda de energía y recursos aumentará,
lo que, a su vez, impulsará un incremento en las emisiones de gases de efecto
invernadero.
Según sus
estimaciones, en un escenario en el que se mantengan las trayectorias actuales
de crecimiento demográfico y económico, se proyecta que las emisiones de CO₂
podrían aumentar en un 40% para 2035, incluso con avances significativos en la
eficiencia energética y un cambio hacia fuentes de energía más limpias.
Este
análisis resalta la dificultad de alcanzar los objetivos climáticos
establecidos en acuerdos internacionales, como el Acuerdo de París, que busca
limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2 °C, preferiblemente a
1.5 °C. Para lograrlo, es crucial no solo avanzar en eficiencia y fuentes de
energía renovables, sino también abordar las dinámicas de crecimiento
poblacional y económico.
Las
proyecciones de Marzo subrayan que las mejoras en la eficiencia y en la matriz
energética, aunque son necesarias, no son suficientes por sí solas para detener
el aumento de las emisiones en un contexto de crecimiento poblacional y
económico sostenido.
Esto
sugiere la necesidad de políticas más integrales y transformadoras que no solo
busquen mejorar la eficiencia, sino que también consideren medidas para
controlar el crecimiento de la población y encontrar un equilibrio entre el
desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental.
En
resumen, la afirmación de Mariano Marzo pone de relieve los desafíos críticos
que enfrenta el mundo para mitigar el cambio climático y enfatiza la urgencia
de adoptar estrategias multifacéticas que aborden tanto la oferta como la
demanda de energía, así como el crecimiento económico y poblacional.
Cambio económico o cambio climático
En el
artículo: Cambio económico o cambio climático (Merenson:
2011) que a continuación se transcribe, se analizan las causas de los sucesivos
fracasos registrados en las negociaciones internacionales sobre cambio
climático.
Con el
objeto de dar respuesta a la crisis financiera que estalló en 2007, el G20
acordó celebrar una serie de Cumbres de Jefes de Estado o Gobierno. La
primera de estas Cumbres se celebró en noviembre de 2008 en Washington DC. En
la declaración surgida de la reunión se incluyó un párrafo por el que los
líderes del G20 se comprometieron a afrontar otros retos de naturaleza crítica,
como son la seguridad energética y el cambio climático.
En
septiembre de 2009, al concluir su tercera Cumbre celebrada en Pittsburgh, la
declaración señaló: No escatimaremos esfuerzos para llegar a un acuerdo en
Copenhague a través de las negociaciones de la Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre Cambio Climático. Tres meses después, en diciembre de 2009, se
celebró en Copenhague la décimo quinta Conferencia de las Partes de la
Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, sin poder alcanzar
los acuerdos indispensables para evitar las interferencias antropógenas
peligrosas en el sistema climático mundial. En junio de 2010, al finalizar la
cuarta Cumbre del G20 celebrada en Toronto, y con el fracaso de Copenhague a
cuestas, se incluyó el siguiente párrafo:
Reiteramos nuestro compromiso con una recuperación
“verde” y con un crecimiento global sostenible. Aquellos de nosotros que se han
asociado al Acuerdo de Copenhague reafirmamos nuestro apoyo a dicho Acuerdo y a
su implementación y llamamos a otros a que se asocien…estamos decididos a
asegurar un resultado exitoso a través de un proceso inclusivo en las
Conferencias de Cancún.
Como es
de público conocimiento, en Cancún sólo se alcanzaron acuerdos secundarios sin
poder dar una respuesta concreta y contundente a este desafío crítico que nos
plantea el proceso de cambio climático global.
Nos hemos
ido acostumbrando tanto a las noticias que informan de los magros resultados o
el fracaso de las negociaciones que año a año se desarrollan en las
Conferencias de las Partes de la Convención como así también de los incrementos
de las emisiones antropogénicas de gases efecto invernáculo. Desde 1990, año
establecido como base para las reducciones de emisiones del Protocolo de Kioto,
la concentración atmosférica de CO2 creció a una tasa anual de 1,5 ppm
alcanzando, a finales de 2009, una concentración de 387 ppm, la más alta en los
últimos 2 millones de años, aproximándose a paso firme a los umbrales críticos,
tras los cuales se pueden esperar efectos climáticos graves e irreversibles.[12]
El
continuo ritmo de crecimiento de las emisiones contrasta con los objetivos de
reducción establecidos luego de las arduas negociaciones desarrolladas en la
Convención y su Protocolo de Kioto. Hoy esas negociaciones se encuentran
empantanadas. Muchas son las causas que se pueden citar, pero existen dos
hechos que no deben pasar inadvertidos a la hora de los balances.
En primer
lugar, cada día resulta mayor el abismo abierto entre la disminución de las
emisiones necesaria para mitigar el cambio climático global definida por los
científicos,[13]
y la disminución de las emisiones que los políticos consideran factible de
alcanzar. En segundo lugar, el pensamiento económico dominante, que no puede
inspirar la adopción de medidas que posibiliten mitigar el cambio climático y
menos aún inspirar el urgente y necesario cambio de rumbo hacia un curso de
sostenibilidad. Valen aquí más que nunca las palabras de Albert Einstein: los
problemas no se pueden resolver dentro del marco mental que los originó.
No será
nada fácil entonces revertir estas tendencias que apuntan en sentido contrario
al indicado por los científicos, menos aun cuando tal como lo postula la
Convención, las reducciones deberán alcanzarse en un plazo suficiente para
permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático,
asegurar que la producción de alimentos no se vea amenazada y permitir que el
desarrollo económico prosiga de manera sostenible.
Las
decisiones políticas y económicas que conducen al aumento de las emisiones
obedecen fundamentalmente a la imposibilidad de desconectar el crecimiento
económico de las emisiones de carbono. Las curvas de crecimiento en las
emisiones mundiales de CO2 y del PIB sugieren que a cada incremento en el PIB
corresponde un registro paralelo de mayor uso de energías fósiles y emisiones
de CO2.
The
record of long-term global economic growth, 1870-2004
Fuente: Maddison, Historical Statistics for the World Economy, 1-2003 AD.
Carbon
dioxide emissions from fossil fuel burning, 1850-2004
Fuente: Carbon Dioxide Information Analysis Center (CDIAC),
Gráficos tomados de “Ecological macroeconomics: Consumption,
investment, and climate change” Jonathan M. Harris (Tufts University. USA) – Real-World Economics
Review – Issue no. 50, 8 September 2009
Con el
objeto de establecer el grado de correlación existente entre ambas series de
datos (PIB y emisiones), el autor ha obtenido un valor de “r” igual a 0,98 para
el periodo 1870-2008.
Elaboración propia
Una forma
de visualizar el proceso y las causas que definen el aumento de las emisiones
antropogénicas de gases efecto invernáculo, como ya fuera mencionado, la provee
la Identidad Kaya, que nos permite ver que el nivel de emisiones se
relaciona significativamente con el PIB/cápita y la cantidad de habitantes
incluso cuando se logran mejoras en materia de “intensidad de carbono de la
energía” (emisiones de carbono por unidad de energía consumida) y la
“intensidad energética de la economía” (consumo de energía por unidad de PIB).
Mientras
que las negociaciones en la Convención giran sobre las formas de disminuir la
intensidad de carbono modificando las fuentes energéticas y sobre las formas de
disminuir la intensidad energética de la economía aumentando la eficiencia en
su uso, poco es lo que se dice, y nada lo que se negocia sobre la evolución del
PIB/cápita y el crecimiento exponencial de la población. Ambos factores
resultan preponderantes y definitorios de la cuantía de las emisiones de CO2. Como
hemos visto si aplicamos la ecuación de Kaya a los mejores pronósticos de
reducción de intensidad de carbono y energética que se pueden esperar para los
próximos 25 años e incorporamos las tendencias de crecimiento del PIB/cápita
y de población, el resultado final sería que en 2035 las emisiones globales de
CO2 se incrementarían en más del 40% respecto de 2007, tal como lo ha calculado
Mariano Marzo.[14]
Cabe
preguntarse entonces si el necesario freno a las emisiones de gases efecto
invernáculo se podrá alcanzar dentro de las negociaciones que se desarrollan a
nivel internacional en la Convención, o si en realidad ellas solo podrán llegar
como fruto de un debate más amplio en el campo de la economía. Un debate en el
que se analice en profundidad el paradigma dominante en las relaciones
sociedad-naturaleza; que cuestione el actual modelo de desarrollo y se proponga
un cambio copernicano en el sentido y dirección de nuestras actuales creencias
económicas, entre las cuales, el crecimiento sin límites de la economía ocupa
un lugar central.
Creo
oportuno recordar las ideas del economista y matemático rumano Nicholas
Georgescu-Roegen,[15]
quien sostuvo que el pensamiento económico occidental se basa en una concepción
mecanicista que conduce a expectativas de crecimiento ilimitado, generando
inevitablemente crisis ecológicas, sociales y políticas. Un buen ejemplo de
esto último es el cambio climático, en tanto los actuales patrones de
producción, consumo y crecimiento económico, han dependido y dependen de un
mayor uso de energía de combustibles fósiles. Ellos no podrán desvincularse
hasta que no logremos redefinir el concepto mismo de crecimiento, cuestionando
uno de sus núcleos macroeconómicos básicos, como es la hipótesis de un
crecimiento continuo y exponencial en el PIB.
Aquí
tampoco los cambios serán una tarea simple. El crecimiento ilimitado de la
economía, el “Santo Grial” en el que descansan las concepciones económicas
neoclásicas ha generado una compleja red ideológica en la que el consumismo
ocupa un lugar central. Para comprender la importancia que el consumismo tiene
en la vida moderna, basta con recordar a Víctor Lebow,[16]
y su llamamiento a hacer del consumo nuestra forma de vida, a convertir
en rituales la compra y el uso de bienes, a buscar nuestra
satisfacción espiritual, la satisfacción de nuestro ego, en el consumo.
La
exacerbación del consumo trajo como consecuencia patrones de producción basados
en el concepto de “obsolescencia programada” y en refuerzo, la publicidad
aportó a la “obsolescencia percibida”, motorizando ambas el consumo desmedido y
el despilfarro, como medios para garantizar un ilusorio crecimiento económico
ilimitado.
En la
década de 1970, frente al crecimiento de una corriente de opinión contraria a
las ideas que postulaban un crecimiento económico infinito, surgieron los
intentos por demostrar que ello era posible. Ejemplos paradigmáticos son los
trabajos de Solow, Stiglitz y Hartwick que intentaron establecer las
condiciones necesarias para alcanzar un indefinido crecimiento económico pese a
las limitaciones impuestas por la finitud de los recursos naturales, uno de
cuyos pilares se centró en considerar que el capital económico podía sustituir
al capital natural y que las bondades del cambio tecnológico hacen posible
pensar en una explotación sin límites de los recursos naturales.
A la
función de producción empleada por los modelos neoclásicos de crecimiento
económico, que normalmente consideraban dos factores: el stock de capital
económico y la oferta de trabajo, Solow y Stiglitz agregaron el flujo de
recursos usados en la producción y demostraron matemáticamente que ese flujo
puede ser tan pequeño como se desea, siempre que el capital económico sea
suficientemente grande, como prueba de la existencia de sustitución entre el
capital económico y el natural.
Estas
especulaciones teóricas, propias de economistas que sólo consideran aquello que
está dentro de su cerrado e inflexible modelo matemático, que normalmente tiene
escasa o nula relación con lo que acontece en el mundo real, se estrellaron con
la lapidaria crítica formulada por Georgescu-Roegen:[17]
Solow y Stiglitz no habrían llevado a cabo su truco
de magia (el incorporar en la función de producción el flujo de recursos
naturales) si hubiesen tenido en cuenta, primero, que todo proceso material
consiste en la transformación de unas materias en otras (los elementos de
flujo) por parte de unos agentes (los elementos de fondo), y, segundo, que los
recursos naturales se ven muy socavados en el proceso económico. No son como
cualquier otro factor de producción. Una variación en el capital o el trabajo
únicamente puede reducir la cantidad de desechos en la producción de una
mercancía: ningún agente puede crear la materia con la que trabaja, ni el
capital puede crear la sustancia de la que está hecho.
¿El
capital artificial y el natural son mutuamente sustituibles, o son
fundamentalmente complementarios y sólo marginalmente substituibles entre sí?
¿El mundo natural finito puede admitir un infinito crecimiento de nuestra
economía?
Para los
ecólogos no es un secreto que la naturaleza confía en los equilibrios. Los
ciclos del agua, del carbono o del nitrógeno resultan claros ejemplos de los
delicados y complejos equilibrios de la vida. La regeneración natural de los
ecosistemas boscosos o de los humedales son otras expresiones de esos
equilibrios. Si existen equilibrios, necesariamente deben existir “límites” y
una economía de crecimiento ilimitado contradice entonces esta tendencia
natural, con lo cual las crecientes crisis ambientales y económicas en gran
medida son síntomas de la descoordinación existente entre ambos mundos.
La Huella
Ecológica, es un buen indicador que permite visualizar lo absurdo de concebir
un crecimiento infinito en un mundo finito. Al asociar la Huella Ecológica con
el concepto de Biocapacidad surge que, desde la década de 1980, la humanidad se
ha colocado en una situación de sobregiro del capital natural, un sobregiro
ecológico por el cual la demanda anual excede los recursos que puede regenerar
la tierra cada año. Este sobregiro lleva al agotamiento del capital natural y
al aumento en la generación de residuos, que no puede remediarse con la clásica
fórmula económica de la sustitución entre diferentes formas de capital, ya que
no existe una importación de recursos para el planeta.
En el
negocio, como de costumbre, limitar las emisiones de carbono lleva directamente
a la caída del crecimiento económico, con secuelas de recesión y desempleo,
agudizando el estancamiento del mundo en desarrollo, de allí que difícilmente
se pueda esperar que negociando en el estrecho margen de una convención sobre
cambio climático se logre alcanzar el objetivo propuesto de estabilizar las
concentraciones de gases efecto invernáculo en la atmósfera.
La
solución solo puede llegar como resultado, en el lado de la oferta, de cambios
en materia de eficiencia energética y fuentes de energía renovables, y en el
lado de la demanda, estabilizando la población y modificando los patrones de
consumo, que debería reorientarse de los bienes a los servicios del capital
humano, entre otros: la educación, la salud y la recreación. En tal escenario,
los países desarrollados tienen que moderar sus niveles de consumo y, los
países en desarrollo tienen que alcanzar los promedios globales. De esta forma,
el crecimiento económico debería redefinirse en el concepto de “progreso
económico”, orientado hacia la vida social y cultural mejoradas.
Tal como
lo sostiene Jonathan M. Harris,[18]
tenemos que preguntarnos si:
¿Podrá la teoría económica estándar adaptarse a
estos cambios? ¿Podrá alcanzarse el objetivo de reducir drásticamente las
emisiones de carbono sin agravar el desempleo, aumentar los conflictos entre
los “ricos” y pobres “, o reducir el bienestar? Las respuestas a estas
preguntas dependerán en parte del potencial tecnológico, en parte de la
voluntad social para modificar las metas de consumo, pero también de manera
significativa del enfoque que adoptemos para la teoría macroeconómica.
La
opción, entonces, es clara: nos empeñamos como hasta ahora en negociar cuotas
de reducción de emisiones mientras vemos como siguen aumentando sus
concentraciones atmosféricas, o nos empeñamos en cambiar el rumbo de la
economía, enfrentamos seriamente la amenaza del cambio climático y nos ponemos
en la senda de un desarrollo verdaderamente sostenible.
Todo
parece indicar que es muy poco probable que los perpetradores tengan que
enfrentar la justicia y todo parece indicar también que es muy probable que por
su accionar el sistema-mundo productivista, con su modelo energético fosilista,
defina una subida de 4 a 5°C en las temperaturas medias del planeta y con ello,
conduzca a un colapso civilizatorio.
En New
Scientist, en febrero de 2009, Gaia Vince describe un mundo en el que las
temperaturas medias han aumentado 4 °C.
Cocodrilos descansando en la costa de Inglaterra;
un vasto desierto brasileño; las míticas ciudades perdidas de Saigón, Nueva
Orleans, Venecia y Mumbai; y el 90 por ciento de la humanidad desaparecida.
Bienvenido al mundo calentado por 4°C. Claramente, esta es una visión del
futuro que nadie quiere, pero podría suceder. Temiendo que los mejores
esfuerzos para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero puedan
fracasar, o que los mecanismos de retroalimentación climática planetaria
aceleren el calentamiento, algunos científicos y economistas están considerando
no solo cómo sería este mundo futuro, sino cómo podría sostener una población
humana en crecimiento.
En la
mencionada revista se incluye un mapa interactivo: "Surviving in a
warmer world" donde se muestra cómo podrían cambiar las condiciones
climáticas en todo el mundo para 2060 si las emisiones de gases de efecto
invernadero continúan al ritmo actual y se registra un aumento de 4°C en las
temperaturas medias del planeta. En dicho mapa se pueden visualizar, coloreadas
en verde, aquellas zonas cultivables y por lo tanto habitables del planeta.
[1]
Por “Gases de Efecto Invernadero" (GEI´s) se entiende aquellos componentes
gaseosos de la atmósfera, tanto naturales como antropógenos, que absorben y
emiten radiación infrarroja. Entre ellos, al CO2 se le asigna una acción
relativa igual a 1 y su contribución real es del 76%. Otros GEI´s son el CH4;
el N2O y CFC´s.
[2]
Our World in Data es un sitio web es una iniciativa de la Universidad de
Oxford. Los datos presentados en el sitio web provienen de una variedad de
fuentes confiables, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otras organizaciones
internacionales.
[3] Disponible en:
https://ustednoselocree.com/2021/03/06/peor-de-lo-esperado-tps-superados-y-gaia-en-peligro-1-introduccion/
[4] Disponible en
https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2021/08/IPCC_WGI-AR6-Press-Release-Final_es.pdf
[5]
Puig Vilar, F. (2022): Los impactos del cambio climático según el IPCC: un
llanto por la vida, documento electrónico:
https://ustednoselocree.com/2022/03/01/los-impactos-del-cambio-climatico-segun-el-ipcc-un-llanto-por-la-vida/#more-14404
[6] Armstrong McKay D. et al. (2022). Exceeding 1.5°C global warming could
trigger multiple climate tipping points. SCIENCE. 9 Sep 2022 Vol 377
[7] Durante el PTEM, durante 10.000 años se emitieron
5000 GtC. Durante todo el siglo XXI se emitieron 500 GtC esta tasa equivale a
emitir en 10.000 años 500.000 GtC, una cantidad 100 veces mayor que en el PTEM.
[8] Rockström, J., Steffen, W., Noone, K. et al. (2009). A safe
operating space for humanity, documento electrónico: https://doi.org/10.1038/461472a
[9] Mauna Loa Observatory,
Hawaii (NOAA GML) documento electrónico: https://gml.noaa.gov/ccgg/trends/
[10]
Las fuentes de datos subyacentes para el CO anual2 Los
datos de emisiones provienen del Carbon Dioxide Analysis Center
(CDIAC) y del Global Carbon Project.
[11] Marzo, M. (2011). Cambio climático y crecimiento, documento electrónico: https://elpais.com/diario/2011/02/22/opinion/1298329213_850215.html
[12]
En 2008 se ralentizó el ritmo de las emisiones de
carbono, pero ellas igualmente subieron un 1,7% respecto del año anterior. Su
evolución en las cuatro últimas décadas marca un crecimiento, desde las 16,3
Gigatoneladas (Gt)de CO2 de 1970, pasando por las 22,3 GtCO2 de 1990 hasta
alcanzar las 31,6 GtCO2 de 2008, este último es un valor que supone un
incremento del 41% sobre 1990, año base del protocolo de Kioto, muy alejado de
su objetivo de reducción, de un 5,2% sobre los niveles de 1990 que se debía
alcanzar durante el primer periodo de compromiso (2008-2012).
[13] En su Cuarto Informe (Climate Change 2007:
Synthesis Report, Contribution of Working Groups I, II and III to the
Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change.
Cambridge, United Kingdom and New York, NY, USA: Cambridge University Press. Disponible
en: http://www.ipcc.ch/) el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático
(IPCC) postuló que para evitar una interferencia antropógena peligrosa en el
sistema climático mundial era necesario alcanzar una reducción de las emisiones
de dióxido de carbono del orden de un 50 a un 85% para 2050.
[14] Marzo, M. (2011). Cambio climático y crecimiento, documento electrónico: https://elpais.com/diario/2011/02/22/opinion/1298329213_850215.html
[15]
Georgescu-Roegen, N. (1996): La Ley de la Entropía y
el proceso económico, Madrid, Fundación Argentaria.
[16] Lebow, V. (1955). “Price
Competition in 1955” Journal of Retailing, Vol. XXXI no. 1, pg 5
[17] Georgescu-Roegen,
N. (1979). “Comments on the Papers by Daly and Stiglitz”. En V. Kerry
Smith, eds., Scarcity and Growth Reconsidered. Baltimore: Johns
Hopkins University Press.
[18] Harris, J. M. (2008). “Ecological
macroeconomics: Consumption, investment, and climate change”, Global Development and Environment Institute,
Working Paper NO. 08-02. Harris, J. M. (2009). Green Keynesianism: Beyond
Standard Growth Paradigms.

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