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 CONSECUENCIAS ECOSOCIALES DEL PRODUCTIVISMO - PARTE 2: Cambio climático global


 



Carlos MERENSON

Resumen de la Parte 2 del Volumen V

En la Parte 2 del quinto volumen de los Cuadernos se analiza el cambio climático global, centrándose en la relación entre el productivismo y la crisis ambiental. Se examinan las causas del cambio climático y las responsabilidades diferenciadas de los países industrializados y en desarrollo. También se critica el fracaso de las negociaciones internacionales para reducir las emisiones de CO2, argumentando que el sistema económico actual, basado en el crecimiento ilimitado, es incompatible con la lucha contra el cambio climático. Se analizan los impactos del cambio climático y las posibles consecuencias catastróficas de un aumento de la temperatura global.


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Evidencia y origen del Cambio Climático Global

El efecto invernadero, originado por la acumulación de los denominados Gases Efecto Invernadero (GEI´s),[1] es el que creó condiciones climáticas aptas para la vida en el planeta, definiendo que sus temperaturas medias ronden los 15°C. Pensemos que, en Marte, donde todo el CO2 está en el suelo, las temperaturas atmosféricas rondan -50°C, en tanto que, en Venus, donde el CO2 constituye el 96% de su atmosfera, las temperaturas rondan 420°C. No obstante, desde la primera transición termo-industrial iniciada en la segunda mitad del siglo XVIII, aproximadamente en 1760, comenzaron a aumentar significativamente las emisiones de GEI´s debido al aumento en la quema de combustibles fósiles para la producción industrial y el transporte.

Las concentraciones actuales de CO2, tal como se aprecia en el siguiente gráfico elaborado por Our World in Data,[2] no han sido superadas en los últimos 800.000 años y, probablemente, tampoco en los últimos 20 millones de años.



Las emisiones antropogénicas de CO2 se originan, fundamentalmente, en la quema de combustibles fósiles y los cambios en el uso del suelo, particularmente: la deforestación.

Los modelos utilizados para el estudio del clima señalan una estrecha relación entre las concentraciones atmosféricas de GEI´s y los cambios observados.

El siguiente gráfico muestra la fuerte correlación entre las concentraciones atmosféricas de CO2 y las temperaturas.



Tal es el nivel de emisiones antropógenas de GEI´s que, pese a la absorción de los sumideros naturales (océanos y suelos) las concentraciones de CO2 en la atmósfera siguen aumentando en torno a un 0,4% anual.

La temperatura global media en la superficie terrestre se ha incrementado a lo largo del siglo XX en 0,6 ± 0,2 ºC



Los datos disponibles para el siglo XX confirman que han aumentado las temperaturas globales en la superficie de nuestro planeta; ha aumentado la frecuencia de ciertos fenómenos climáticos extremos; ha retrocedido la extensión de los hielos y los glaciares y ha subido el nivel del mar. Algunos de estos cambios pueden apreciarse en los siguientes gráficos elaborados por Our World in Data.








La evaluación más actualizada del cambio climático la encontramos en el Sexto Informe de Evaluación (AR6) elaborado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) y publicado en tres partes entre agosto de 2021 y agosto de 2022.

La Parte 1 del informe, publicada en agosto de 2021, se centró en la ciencia física del cambio climático. Concluyó que las actividades humanas, en particular la quema de combustibles fósiles, han causado de manera inequívoca el calentamiento global y que la Tierra ya está experimentando los impactos de este calentamiento, como olas de calor, sequías y aumento del nivel del mar. El informe también proyectó que es probable que las temperaturas globales alcancen 1,5°C por encima de los niveles preindustriales dentro de la próxima década, lo que tendrá consecuencias significativas para los ecosistemas y la humanidad. Además, el informe señaló que la ventana de oportunidad para limitar el calentamiento global a 1,5°C se está cerrando rápidamente y se necesitan medidas urgentes y ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Como vemos existe una abrumadora evidencia científica que respalda tanto la realidad del cambio climático como su origen principalmente antrópico. Esta evidencia proviene de múltiples fuentes y disciplinas, incluyendo climatología, física atmosférica, biología, geología y más. Entre la evidencia disponible se destacan:

1. Incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI)

La quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) y otras actividades humanas (como la deforestación y la agricultura) han aumentado considerablemente las concentraciones de gases de efecto invernadero, especialmente dióxido de carbono (CO₂), metano (CH₄) y óxidos de nitrógeno. Datos de núcleos de hielo muestran que las concentraciones de CO₂ actuales son las más altas de los últimos 800,000 años. Estos gases son responsables de atrapar calor en la atmósfera, lo que genera un calentamiento global.

2. Correlación entre el aumento de temperaturas y las actividades humanas

Desde la Revolución Industrial, las temperaturas globales han aumentado de manera constante. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) ha demostrado que la mayoría de este calentamiento puede atribuirse a las actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles. Los modelos climáticos que incluyen solo factores naturales (como variaciones solares o actividad volcánica) no pueden explicar el calentamiento observado, pero cuando se incluyen las actividades humanas, las simulaciones climáticas replican los patrones observados.

3. Evidencia de múltiples registros y fenómenos

  • Derretimiento de glaciares y casquetes polares: La masa de hielo en Groenlandia y la Antártida está disminuyendo rápidamente. El hielo marino del Ártico ha reducido su extensión mínima en las últimas décadas.
  • Aumento del nivel del mar: El aumento de las temperaturas ha provocado la expansión térmica del agua y el derretimiento de los glaciares, contribuyendo al aumento global del nivel del mar.
  • Patrones climáticos extremos: Hay un aumento en la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos, como olas de calor, incendios forestales, huracanes y lluvias torrenciales. Los científicos han vinculado muchos de estos eventos directamente con el cambio climático inducido por el hombre.

4. Cambio en los ciclos naturales

Las estaciones y los ciclos de vida de las plantas y los animales han cambiado. Muchas especies están desplazando sus hábitats hacia los polos o a altitudes más altas en respuesta a las temperaturas más cálidas. Además, los océanos han experimentado una acidificación progresiva debido a la absorción de CO₂.

5. Consenso científico

El consenso entre los científicos del clima es casi unánime. Diversos estudios han demostrado que más del 97% de los científicos climáticos concuerdan en que el cambio climático es real y que las actividades humanas son su principal causa. Instituciones científicas a nivel mundial, como la NASA, la NOAA, y la Organización Meteorológica Mundial, respaldan esta posición.

6. Reconstrucción histórica del clima

Estudios paleoclimáticos basados en análisis de anillos de árboles, sedimentos, corales y núcleos de hielo muestran que el clima ha sido relativamente estable durante miles de años hasta la industrialización. Estos datos indican que el calentamiento actual es extremadamente rápido en comparación con las variaciones climáticas pasadas.

7. Modelos climáticos

Los modelos climáticos han mejorado significativamente en las últimas décadas y son capaces de proyectar con gran precisión cómo cambiarán las temperaturas y otros aspectos del clima bajo diferentes escenarios de emisiones. Estos modelos concuerdan en que, sin una drástica reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, las temperaturas globales continuarán aumentando, lo que agravará las consecuencias climáticas.

En resumen, la evidencia de que el cambio climático es real y que está siendo impulsado principalmente por la actividad humana es extensa y proviene de una diversidad de métodos y estudios científicos. Aunque siempre hay incertidumbres en cualquier campo científico, estas no ponen en duda la conclusión general sobre el origen antrópico del cambio climático.

Los impactos del cambio climático global

Entre las consecuencias de las interferencias antropógenas en el sistema climático global se puede esperar que: sequías e inundaciones se tornen más frecuentes (alta probabilidad) con inundaciones que aumentarán las cargas de sedimentos y degradarán la calidad del agua en algunas áreas; los rendimientos de las cosechas caigan en muchas áreas; la agricultura de subsistencia se vea amenazada en algunas regiones; se produzca un descenso en la disponibilidad de agua para la población en muchas regiones, particularmente en las subtropicales; el descongelamiento de las nieves eternas en las regiones subpolares afecte la estabilidad de los suelos causando severos daños en las infraestructuras: carreteras, autopistas, edificios y aeropuertos; las pérdidas y retrocesos de los glaciares impacten adversamente el escurrimiento y el abastecimiento de agua en áreas donde el derretimiento de los glaciares es una importante fuente de agua; el calentamiento de las regiones templadas favorezca el aumento de enfermedades y parásitos que no son comunes en ciertas regiones, afectando a millones de personas que carecen de inmunidad; aumente la incidencia de plagas y enfermedades en la agricultura, reduciendo de esta forma las cosechas; en los asentamientos humanos costeros, las actividades productivas, la infraestructura y los ecosistemas se vean afectados negativamente por el aumento en el nivel del mar; aumente la tasa de pérdida de los componentes de la diversidad biológica y que aumenten en la frecuencia e intensidad los ciclones tropicales con graves consecuencias económicas y sociales.

En 2021, Ferrán Puig Vilar publicó en su blog una serie de entregas bajo el título: Peor de lo esperado: puntos críticos superados, y Gaia en peligro,[3] en los que ofrece valiosa información sobre la gravedad del escenario que se ha configurado, gravedad que queda reflejada en el comunicado de prensa del IPCC,[4] del 9 de agosto de 2021, en cuyo primer párrafo se podía leer

Según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado hoy, los científicos están observando cambios en el clima de la Tierra en todas las regiones y en el sistema climático en su conjunto. Muchos de los cambios observados en el clima no tienen precedentes en miles, sino en cientos de miles de años, y algunos de los cambios que ya se están produciendo, como el aumento continuo del nivel del mar, no se podrán revertir hasta dentro de varios siglos o milenios.

Al publicarse el informe del Grupo II del IPCC, sobre Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad, Puig Vilar publicó en su blog un artículo titulado: Los impactos del cambio climático según el IPCC: un llanto por la vida donde afirma que:[5]

No hace falta sumergirse en el informe completo para quedar realmente espeluznado. Como cabía esperar sigue la pauta del “peor de los esperado”, pero en esta ocasión en grado sumo. Es mucho peor que el informe anterior de 2014. Todos los indicadores se han venido abajo. Los desastres que habían sido anunciados para un incremento de la temperatura de +4 ºC ahora ocurrirán a +2 ºC, cuando no a 1,5 ºC o está ocurriendo ya, y generalizándose... La lista de desastres habidos y por haber es sobrecogedora. La probabilidad de eventos extremos simultáneos y consecutivos es destacada con frecuencia. Una de las novedades a este respecto es la mención a posibles “extreme sea-level events”, aumentos bruscos del nivel del mar por episodios de fusión acelerada de los hielos o desplome de grandes masas de hielo de origen continental. Todo está pendiente de un hilo.

En resumen, los impactos del cambio climático son generalizados y afectan a todos los aspectos de la vida en el planeta, desde la biodiversidad y los ecosistemas hasta la salud humana, la economía y la estabilidad social. Si bien algunas regiones se ven más afectadas que otras, las consecuencias a largo plazo tendrán un alcance global, con impactos más graves para las poblaciones más vulnerables. Teniendo en cuanta que los impactos varían en intensidad y forma según la región, podemos mencionar que, en general, los efectos más significativos incluyen:

1. Aumento de la temperatura global

  • Olas de calor más frecuentes e intensas: Las temperaturas promedio globales han aumentado, y esto ha llevado a la aparición de olas de calor más extremas, que afectan a la salud humana, la agricultura y la infraestructura.
  • Impacto en la salud humana: Las olas de calor pueden causar problemas graves de salud, como insolación, deshidratación y exacerbación de enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Los grupos vulnerables, como ancianos y niños, son especialmente afectados.

Ejemplos

  • Olas de calor en Europa: En 2019, Europa experimentó una ola de calor extrema, con temperaturas récord en Francia que superaron los 46°C. Estas olas de calor han sido vinculadas directamente al cambio climático.
  • Incendios forestales en Australia: Los veranos más cálidos y secos han provocado incendios forestales masivos, como los incendios en Australia en 2019-2020, que quemaron millones de hectáreas y mataron a miles de millones de animales.

2. Derretimiento de glaciares y casquetes polares

  • Pérdida de hielo en el Ártico y la Antártida: El hielo marino en el Ártico ha disminuido drásticamente, y la pérdida de masa de los glaciares y los casquetes polares está contribuyendo al aumento del nivel del mar.
  • Deshielo de los glaciares de montaña: Esto amenaza el suministro de agua en regiones que dependen de los glaciares para la irrigación y el consumo humano.

Ejemplos

  • Deshielo en Groenlandia: En 2019, Groenlandia perdió aproximadamente 600 mil millones de toneladas de hielo, contribuyendo al aumento del nivel del mar.
  • Retroceso de glaciares en los Andes: El glaciar Pastoruri en Perú ha perdido más del 50% de su tamaño en las últimas décadas, lo que amenaza el suministro de agua de las comunidades locales.

3. Aumento del nivel del mar

  • Inundaciones costeras: El nivel del mar está subiendo debido al deshielo de los glaciares y la expansión térmica del agua. Esto aumenta el riesgo de inundaciones en ciudades costeras y regiones bajas, poniendo en peligro a millones de personas.
  • Pérdida de tierras habitables: Pequeños estados insulares y áreas costeras densamente pobladas, como Bangladesh, están en riesgo de perder grandes extensiones de tierra debido a la subida del mar.

Ejemplos

  • Islas Maldivas: Las Maldivas, un país compuesto por pequeñas islas en el Océano Índico, están en peligro de desaparecer bajo el agua si continúa el aumento del nivel del mar.
  • Venecia, Italia: Venecia sufre inundaciones recurrentes cada vez más severas, exacerbadas por el aumento del nivel del mar y tormentas más intensas.

4. Fenómenos climáticos extremos

  • Tormentas más intensas: El calentamiento global está intensificando ciclones, huracanes y tifones. Estos eventos son más destructivos debido al mayor contenido de vapor de agua en la atmósfera y el aumento del nivel del mar, lo que provoca inundaciones más severas.
  • Sequías más prolongadas: En algunas regiones, el cambio climático está intensificando las sequías, afectando la disponibilidad de agua potable y causando pérdidas agrícolas.

Ejemplos

  • Huracán Katrina (EE.UU.): En 2005, el huracán Katrina devastó Nueva Orleans, siendo uno de los ejemplos más claros de cómo un huracán potente puede causar destrucción masiva, especialmente cuando está potenciado por temperaturas oceánicas más cálidas.
  • Sequía en el Cuerno de África: Durante la última década, países como Somalia y Etiopía han experimentado sequías severas, lo que ha provocado hambrunas y desplazamientos masivos.

5. Alteración de los ecosistemas y la biodiversidad

  • Migración de especies: A medida que las temperaturas aumentan, muchas especies están migrando hacia el norte o hacia mayores altitudes en busca de hábitats más frescos. Esto está desestabilizando los ecosistemas, ya que muchas especies no pueden adaptarse o moverse lo suficientemente rápido.
  • Extinción de especies: La rápida alteración de los hábitats está llevando a la desaparición de algunas especies, especialmente aquellas que tienen rangos de distribución restringidos o que dependen de climas fríos, como los osos polares.
  • Blanqueamiento de corales: El calentamiento de los océanos está provocando el blanqueamiento de los corales, lo que amenaza los ecosistemas marinos que dependen de estos arrecifes.

Ejemplos

  • Osos polares en el Ártico: El derretimiento del hielo marino ha reducido el hábitat de caza de los osos polares, poniéndolos en riesgo de extinción.
  • Blanqueamiento de corales en la Gran Barrera de Coral: A partir de 2016, la Gran Barrera de Coral en Australia ha experimentado eventos de blanqueamiento masivo debido al aumento de las temperaturas oceánicas.

6. Impactos en la agricultura y la seguridad alimentaria

  • Reducción de la productividad agrícola: El cambio climático está afectando los patrones de lluvia, lo que altera las temporadas de cultivo. Sequías, inundaciones y olas de calor están reduciendo la productividad de cultivos básicos como el maíz, el trigo y el arroz.
  • Pérdida de áreas de cultivo fértiles: La desertificación, causada en parte por el cambio climático, está reduciendo las tierras aptas para la agricultura.
  • Aumento de la inseguridad alimentaria: Los cambios en la producción agrícola y la distribución de los alimentos pueden llevar a una mayor inseguridad alimentaria, afectando desproporcionadamente a las poblaciones más vulnerables.

Ejemplos

  • Pérdida de cultivos en África subsahariana: La prolongada sequía en países como Kenia y Zimbabwe ha afectado gravemente la producción de alimentos, llevando a millones de personas al borde de la hambruna.
  • Reducción de rendimientos de trigo en India: Los cambios en los patrones de lluvias y las olas de calor están disminuyendo la productividad agrícola en India, afectando la seguridad alimentaria.

7. Impactos en los recursos hídricos

  • Escasez de agua: El cambio climático está alterando los patrones de precipitación, lo que está provocando una mayor escasez de agua en algunas regiones. Las sequías prolongadas afectan a millones de personas y amenazan los ecosistemas.
  • Inundaciones: A medida que los fenómenos meteorológicos extremos se intensifican, las inundaciones repentinas se vuelven más comunes, afectando tanto áreas rurales como urbanas.

Ejemplos

  • Escasez de agua en Ciudad del Cabo: En 2018, Ciudad del Cabo, Sudáfrica, estuvo a punto de quedarse sin agua durante una severa sequía, lo que llevó a medidas extremas de racionamiento.
  • Inundaciones en Pakistán: En 2022, Pakistán experimentó inundaciones catastróficas debido a lluvias monzónicas anormalmente intensas, afectando a más de 30 millones de personas y destruyendo infraestructuras clave.

8. Salud humana y enfermedades

  • Expansión de enfermedades: El cambio climático está facilitando la expansión de enfermedades transmitidas por vectores como el dengue, la malaria y el Zika, debido a que los mosquitos y otros vectores están encontrando nuevos hábitats en zonas más cálidas.
  • Problemas respiratorios: El aumento de las temperaturas y la contaminación del aire, exacerbada por incendios forestales y fenómenos extremos, puede agravar problemas respiratorios, especialmente en áreas urbanas densamente pobladas.

Ejemplos

  • Expansión de la malaria en zonas altas de África oriental: El calentamiento ha permitido que los mosquitos portadores de malaria se desplacen a altitudes más elevadas, exponiendo a nuevas poblaciones a la enfermedad.
  • Problemas respiratorios en California: Los incendios forestales, cada vez más frecuentes e intensos, han aumentado los niveles de contaminación del aire, lo que ha causado un aumento en las hospitalizaciones por problemas respiratorios.

9. Impactos en la economía

  • Pérdidas económicas: Los fenómenos climáticos extremos, como huracanes, sequías e inundaciones, están causando enormes pérdidas económicas al destruir infraestructuras, cultivos y viviendas.
  • Desigualdad económica: Las naciones y comunidades más pobres, que dependen en gran medida de la agricultura y tienen menos recursos para adaptarse, son las más afectadas.

Ejemplos

  • Huracán María en Puerto Rico: El huracán María en 2017 causó daños por más de 90 mil millones de dólares, devastando la infraestructura y dejando a miles de personas sin hogar.
  • Pérdidas agrícolas en España: Las olas de calor y sequías en España han provocado pérdidas en la agricultura, afectando particularmente a cultivos de olivos y viñedos, con graves repercusiones económicas.

10. Conflictos y migraciones forzadas

  • Desplazamientos por el clima: El cambio climático está aumentando las migraciones forzadas debido a la pérdida de tierras habitables y la falta de recursos básicos como el agua y los alimentos. Se estima que millones de personas podrían convertirse en refugiados climáticos en las próximas décadas.
  • Conflictos por recursos: La escasez de recursos como el agua y la tierra fértil puede aumentar las tensiones entre comunidades, llevando a conflictos por el acceso a estos bienes esenciales.

Ejemplos

  • Refugiados climáticos en Bangladesh: En las áreas costeras de Bangladesh, el aumento del nivel del mar está forzando a millones de personas a abandonar sus hogares y migrar hacia zonas urbanas más seguras.
  • Conflictos en Darfur, Sudán: La escasez de agua y tierras fértiles, exacerbada por el cambio climático, ha intensificado los conflictos en la región, llevando a guerras y desplazamientos masivos.

11. Acidificación de los océanos

  • Impacto en la vida marina: El aumento de los niveles de CO₂ en la atmósfera también está siendo absorbido por los océanos, lo que provoca su acidificación. Esto afecta a organismos marinos como los moluscos y corales, que dependen del carbonato de calcio para formar sus conchas y esqueletos.

Ejemplos

  • Colapso de la industria pesquera en el Pacífico Noroeste: La acidificación de los océanos ha afectado la capacidad de los moluscos y otros organismos marinos para formar conchas, lo que ha dañado las industrias pesqueras en lugares como Oregón y Washington.
  • Muerte de arrecifes de coral en el Caribe: Los arrecifes de coral en el Caribe están sufriendo por la acidificación, afectando el turismo y la pesca local.

12. Alteración de los ciclos de precipitación

  • Lluvias irregulares: En algunas áreas, el cambio climático está causando patrones de lluvia más erráticos, con periodos de lluvias intensas seguidos por sequías prolongadas, lo que afecta la agricultura, los recursos hídricos y la infraestructura.

Ejemplos

  • Lluvias torrenciales en Europa Central: En julio de 2021, partes de Alemania y Bélgica sufrieron inundaciones devastadoras debido a lluvias extremas, causando pérdidas humanas y daños materiales significativos.
  • Sequías en el suroeste de Estados Unidos: Estados como California y Arizona han experimentado sequías prolongadas, lo que ha afectado la agricultura y los suministros de agua.

Frente a los puntos de no retorno

Las tendencias indican que marchamos a un calentamiento global autorreforzado y, por lo tanto, descontrolado. Prueba de ello la aporta el Dr. David Armstrong McKay,[6] quien ha identificado los tipping points (puntos críticos o de no retorno) en materia de cambio climático, demostrando que nos encontramos a algunas décimas de grado de alcanzar cinco de dichos puntos, tal como puede apreciarse en el siguiente gráfico.


Para tomar cabal conciencia de la grave amenaza que implica la actual interferencia antropogénica en el sistema climático global, resulta ilustrativo lo acontecido hace 55 millones de años con el Máximo Térmico del Paleoceno Eoceno (PETM) originado como consecuencia de un proceso de 10.000 años, durante el cual, el metano proveniente de las erupciones volcánicas se combinó con el oxígeno en el océano convirtiéndose en CO2, lo que aumentó la acidez de los océanos y cuadruplicó las concentraciones de CO2 en la atmósfera. El resultado: un aumento repentino de la temperatura global de la Tierra, hasta 8° C en latitudes templadas, los océanos se calentaron desde la superficie hasta las profundidades; originando una disrupción masiva para la vida que duró unos 100.000 años antes de que el CO2 adicional se reabsorbiera en los sumideros naturales y las temperaturas volvieran a sus niveles originales.

¿Por qué recurrir a esta referencia? Porque nuestro índice actual de emisiones proporcionalmente es 100 veces mayor que en el PETM y ello nos está diciendo que deberemos enfrentar similares consecuencias solo que las mismas se presentarán en una escala de tiempo mucho más corta.[7]

Rockström y un equipo de investigadores,[8] consideran que las concentraciones atmosféricas de CO2 no deben exceder las 350 partes por millón en volumen y el forzamiento radiativo no debe exceder 1 vatio por metro cuadrado por encima de los niveles preindustriales. Al momento de la publicación de los resultados la concentración de CO2 era de 387 ppmv y el forzamiento radiativo era de 1,5 W m-2.

Tres razones fundamentaron el límite climático propuesto: los modelos climáticos actuales pueden subestimar significativamente la gravedad del cambio climático a largo plazo para una determinada concentración de gases de efecto invernadero; la estabilidad de las grandes capas de hielo polar y la evidencia de que algunos de los subsistemas de la Tierra ya se están moviendo fuera de su estado estable del Holoceno.

Desde 2009, año de publicación del trabajo de Rockström, las concentraciones de CO2 en la atmosfera han seguido aumentando, alcanzando en julio 2024 las 425,55 ppmv.[9]



Los Principios de Río y el cambio climático global

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), también conocida como la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, se celebró en 1992. Uno de los resultados más significativos de esta conferencia fue la adopción de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, que establece 27 principios fundamentales para guiar los esfuerzos globales hacia un desarrollo sostenible.

En el caso del Cambio Climático Global, se destacan dos de los principios adoptados:

·         El Principio 7: Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas:

·         El Principio 15: Enfoque Precautorio:

Responsabilidades comunes pero diferenciadas

El principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas se encuentra en la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, aprobada en 1992 en la Cumbre de la Tierra. Este principio está específicamente reflejado en el Principio 7 de la Declaración de Río, que dice:

Los Estados deberán cooperar con el espíritu de solidaridad global para conservar, proteger y restablecer la salud e integridad del ecosistema de la Tierra. En vista de las diferentes contribuciones al deterioro del medio ambiente global, los Estados tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas. Los países desarrollados reconocen la responsabilidad que les incumbe en la búsqueda internacional del desarrollo sostenible, en vista de las presiones que sus sociedades ejercen sobre el medio ambiente global y de las tecnologías y recursos financieros de que disponen.

En otras palabras, todos los países tienen la responsabilidad de proteger el ambiente global, pero los países desarrollados tienen una mayor responsabilidad debido a su contribución histórica al deterioro ambiental y su mayor capacidad financiera y tecnológica para enfrentar los problemas ambientales.

En el contexto del cambio climático global el mencionado principio se incorporó y formalizó en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), donde se refiere a la idea de que, si bien todos los países tienen una responsabilidad compartida en la lucha contra el cambio climático, la naturaleza y el grado de esa responsabilidad varía entre las naciones.

Todos los países, sin excepción, comparten la responsabilidad de enfrentar el cambio climático porque es un problema global que afecta a toda la humanidad y al planeta. Los efectos del cambio climático no respetan fronteras. Por lo tanto, el cambio climático requiere una acción colectiva a nivel global, lo que implica que todas las naciones tienen la obligación de contribuir a mitigar los efectos del calentamiento global y adaptarse a sus consecuencias.

Sin embargo, las naciones difieren en sus responsabilidades específicas debido a factores clave como la contribución histórica al cambio climático; la diferencias en capacidades económicas y tecnológicas, y la vulnerabilidad.

Los países industrializados, como Estados Unidos, Europa Occidental, Japón y otros, han sido los mayores emisores de gases de efecto invernadero (GEI) desde el inicio de la primera transición termoindustrial. Este desarrollo basado en la quema de combustibles fósiles ha generado la mayor parte de las emisiones que actualmente están calentando el planeta. Los países en desarrollo, en cambio, han contribuido significativamente menos históricamente, ya que sus procesos de industrialización han sido más recientes o aún están en desarrollo. Estados Unidos, por ejemplo, con menos del 5% de la población mundial, ha sido responsable de alrededor del 25% de las emisiones de CO₂ desde 1850. En contraste muchos países en desarrollo en África o el sudeste asiático han tenido una participación histórica mínima en la creación del problema del cambio climático.

Por otra parte, los países desarrollados generalmente tienen más recursos económicos y acceso a tecnología avanzada, lo que les permite implementar medidas de mitigación y adaptación al cambio climático de manera más eficaz y rápida. En cambio, muchos países en desarrollo enfrentan desafíos como la pobreza, la falta de infraestructura, y la inestabilidad política, lo que limita su capacidad para actuar de manera decisiva contra el cambio climático. Así, por ejemplo, mientras que países como Alemania o Suecia pueden invertir en energía renovable y tecnología limpia a gran escala, muchos países del sur global dependen de combustibles fósiles más baratos y de soluciones menos sostenibles debido a sus limitaciones financieras.

Por ultimo los países en desarrollo suelen ser los más vulnerables a los efectos del cambio climático, aunque han contribuido menos al problema. Las naciones insulares, los países con economías dependientes de la agricultura, y las regiones propensas a fenómenos climáticos extremos, como Bangladesh o las Islas del Pacífico, corren un mayor riesgo de sufrir los impactos devastadores del cambio climático. Los pequeños estados insulares en el Pacífico, como Kiribati y Tuvalu, están entre los países más vulnerables al aumento del nivel del mar, aunque tienen una huella de carbono insignificante. En contraste países como Canadá o Rusia, a pesar de ser grandes emisores, son menos vulnerables en comparación y pueden incluso beneficiarse en ciertos aspectos, como el derretimiento del hielo que abre nuevas rutas comerciales en el Ártico.

El concepto de responsabilidades comunes pero diferenciadas también se fundamenta en un principio de justicia climática. Este principio busca asegurar que los países que han contribuido más al problema y que tienen mayores capacidades para abordarlo asuman una mayor responsabilidad en términos de reducir sus emisiones y ayudar a los países menos desarrollados a adaptarse.

Los países desarrollados están llamados a asumir un papel más proactivo en la reducción de sus emisiones, dado que tienen una mayor responsabilidad histórica y acceso a tecnología limpia. También están comprometidos a proporcionar financiamiento climático a los países en desarrollo para ayudarlos a adaptarse al cambio climático y mitigar sus propias emisiones. Esto incluye el compromiso de movilizar 100 mil millones de dólares anuales, acordado en el Acuerdo de París.

Además del financiamiento, los países desarrollados deben facilitar la transferencia de tecnología a los países en desarrollo para que estos puedan acceder a soluciones de energía limpia y otros mecanismos que les permitan adaptarse al cambio climático.

Cabe señalar que algunos países desarrollados argumentan que el crecimiento económico en países emergentes, como China e India, está impulsando un aumento significativo en sus emisiones actuales, lo que podría justificar un enfoque más equitativo que no dependa tanto de la historia. Por otro lado, los países en desarrollo continúan insistiendo en que los países ricos deben asumir una mayor responsabilidad, no solo por su historia de emisiones, sino también por los impactos económicos y sociales desiguales que el cambio climático está generando.

Como vemos el principio de "responsabilidades comunes pero diferenciadas" refleja la complejidad del cambio climático global, donde todos los países deben actuar, pero no de la misma manera ni con la misma intensidad. Los países desarrollados, como grandes emisores históricos con mayores recursos, tienen una responsabilidad mayor en liderar la mitigación y en apoyar a las naciones más vulnerables que enfrentan los impactos más severos del cambio climático.

Veamos con mayor detalle algunos datos que ilustran las situaciones aquí planteadas.

Our World in Data calculó, para cada país y región, durante el período comprendido entre 1751 y 2017,[10] las emisiones de CO2 acumuladas en todo el mundo.

Los resultados se muestran en el siguiente treemap en el que se comparan países y regiones. Los países se presentan como rectángulos y se agrupan coloreados por región. El tamaño de cada rectángulo corresponde a la suma de las emisiones de CO2 de un país entre 1751 y 2017. Combinados, todos los rectángulos representan el total global.


Algunos puntos clave que destaca Our World in Data y que se desprenden del gráfico anterior son:

Estados Unidos ha emitido más CO2 que cualquier otro país hasta la fecha: con alrededor de 400 mil millones de toneladas desde 1751, es responsable del 25% de las emisiones históricas; esto es dos veces más que China, el segundo mayor contribuyente nacional del mundo; los 28 países de la Unión Europea (UE-28), que se agrupan aquí, también son un gran contribuyente histórico con un 22 %; muchos de los grandes emisores anuales actuales, como India y Brasil, no son grandes contribuyentes en un contexto histórico; la contribución regional de África, en relación con el tamaño de su población, ha sido muy pequeña. Esto es el resultado de emisiones per cápita muy bajas, tanto históricamente como en la actualidad.

Según los datos de la Agencia Internacional de Energía, en 2019, los países industrializados tuvieron una emisión per cápita promedio de 10,4 toneladas de dióxido de carbono equivalente (CO2e), mientras que los países en desarrollo tuvieron una emisión per cápita promedio de 3,6 toneladas de CO2e.

En cuanto a las emisiones totales y según el Global Carbon Project, en 2020, los países industrializados emitieron 21,5 gigatoneladas de CO2, mientras que los países en desarrollo emitieron 14,5 gigatoneladas de CO2.

La mayor fuente de emisiones de CO2 de los países industrializados se origina en la producción de energía, procesos industriales y transporte; en tanto que en las emisiones de CO2 de los países en desarrollo constituyen los usos del suelo y los cambios en el uso del suelo principalmente, la tala de bosques y el cambio de uso del suelo para la agricultura o para urbanizaciones, caminos, etc.

En cuanto a las emisiones per cápita se presentan en el siguiente mapa elaborado por Our World in Data donde se aprecian las significativas diferencias entre países industrializados y en desarrollo.



El Enfoque Precautorio

El Principio 15, adoptado en la Cumbre de Río de Janeiro en 1992, establece que:

Con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberán aplicar ampliamente el criterio de precaución conforme a sus capacidades. Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la degradación del medio ambiente.

En otras palabras, el principio precautorio sostiene que, ante amenazas de daños graves o irreversibles al ambiente o la salud humana, la falta de pruebas científicas concluyentes no debe ser un pretexto para demorar medidas preventivas. Este enfoque se fundamenta en la premisa de que es preferible prevenir el daño antes que enfrentar sus consecuencias.

Los componentes clave del Principio Precautorio son:

  • Prevención: Actuar antes de que ocurran daños significativos.
  • Certeza científica: No esperar hasta contar con pruebas científicas definitivas.
  • Responsabilidad compartida: Involucrar a gobiernos, sectores privados y sociedad en la toma de medidas preventivas.
  • Proporcionalidad: Adoptar medidas acordes con la magnitud de la amenaza.

En el Cambio Climático Global se hacen presente impactos que pueden resultar irreversibles, puntos de no retorno, como el colapso de los polos, la desertificación masiva o la degradación de ecosistemas marinos y terrestres.

Aunque existen debates sobre la magnitud y temporalidad de ciertos efectos, la comunidad científica es clara en que el calentamiento global es causado por actividades humanas y que sus impactos serán devastadores si no se actúa con rapidez.

Si bien las medidas de mitigación pueden parecer costosas en el corto plazo, los costos económicos, sociales y ecológicos de los desastres climáticos son exponencialmente mayores.

Los efectos del cambio climático pueden ser catastróficos y, dado que las pruebas científicas, aunque abrumadoras, son ignoradas por sectores negacionistas, el principio precautorio cobra una importancia crucial. Se convierte así en una guía esencial para las políticas ambientales globales.

Entre las medidas precautorias implementadas en la lucha contra el cambio climático se destacan: la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero mediante regulaciones estrictas y tecnologías limpias. El fomento de energías renovables y limpias como la solar y la eólica para reducir la dependencia de combustibles fósiles. Los programas para proteger y restaurar ecosistemas naturales que actúan como sumideros de carbono y el desarrollo de infraestructuras y prácticas agrícolas resilientes al cambio climático.

El enfoque precautorio se hace presente en la definición de objetivos ambiciosos de reducción de emisiones y transición hacia una economía baja en carbono adoptadas por la Unión Europea. De particular importancia es el Acuerdo de París (2015) que busca limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2°C, con esfuerzos para no superar los 1.5°C, incorporando el principio precautorio en sus disposiciones.

A pesar de su relevancia, la aplicación del principio precautorio ha sido desigual, enfrentando diversos obstáculos. Es así como algunos argumentan que las medidas precautorias pueden ser costosas y afectar el crecimiento económico, especialmente en países en desarrollo. Otros consideran que el principio frena la innovación y el progreso tecnológico debido a su énfasis en evitar riesgos potenciales. También la variabilidad en la aplicación del principio entre países genera incoherencias en las políticas ambientales globales.

Detrás de la resistencia a adoptar un enfoque precautorio se encuentran grandes intereses económicos que promueven la idea de que la incertidumbre justifica la inacción. Por el lado gubernamental nos encontramos con gobiernos que priorizan beneficios inmediatos sobre soluciones de largo plazo. No menos importante es el accionar mediático que equipara argumentos científicos con posiciones negacionistas, generando confusión en la opinión pública.

La quema de combustibles fósiles es un caso claro donde el principio precautorio debería aplicarse. Aunque existen debates sobre la magnitud de sus efectos, la tendencia es clara: seguir aumentando las emisiones de CO₂ agrava el problema. Sin embargo, en lugar de adoptar restricciones drásticas y acelerar la transición energética, muchos gobiernos continúan subsidiando la industria fósil.

El principio precautorio debería orientar todas las políticas climáticas, pero su aplicación efectiva enfrenta resistencias políticas y económicas. La urgencia de la crisis climática hace que no actuar precautoriamente sea una irresponsabilidad histórica. Es imperativo que los gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad en su conjunto lo adopten como un eje central en la lucha contra el cambio climático.

El fracaso de las negociaciones internacionales

Observemos el estruendoso fracaso de las negociaciones internacionales sobre cambio climático a la luz de la evolución de las emisiones y concentraciones atmosféricas de gases efecto invernadero, para entender que tal fracaso es el lógico resultado del triunfo de los carbotraficantes, de los perpetradores según el calificativo de Suzuki. 

Dos años después del primer informe del IPCC se celebró en junio de 1992 la Conferencia de Naciones Unidas para el Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) en Río de Janeiro en la que se aprobó el texto de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC); cuyo objetivo era la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático.

La convención entró en vigor en 1994 y en 1997, ante la falta de resultados en base a compromisos voluntarios, se aprobó el Protocolo de Kyoto del CMNUCC donde se establecieron compromisos cuantificados de limitación y reducción de emisiones para un grupo de países desarrollados identificados en el Anexo I del protocolo. Compromisos que no lograron detener, por incumplimiento, la dinámica exponencial de crecimiento de las concentraciones de gases efecto invernadero (GEI), que en 1990 rompieron la barrera de seguridad establecida en 350 ppm y no se detuvieron.

Entre 1990 -año de referencia para las negociaciones internacionales- y 2010, un cuarto de siglo de “lucha” contra el cambio climático global, las emisiones mundiales de CO2 aumentaron un 61%.

Ante el incesante crecimiento de las concentraciones de GEI, al celebrarse la XXI Conferencia de las Partes de la CMNUCC y XI Conferencia de las Partes en calidad de reunión de las Partes en el Protocolo de Kyoto en París entre noviembre y diciembre de 2015 se logró firmar el Acuerdo de París en el que se establecieron medidas para la reducción de las emisiones de GEI a un nivel que permita mantener el aumento de la temperatura global promedio por debajo de los 2°C por encima de los niveles preindustriales, y perseguir esfuerzos para limitar el aumento a 1.5°C. Un año después, en 2016, las concentraciones de GEI en la atmósfera rompieron la barrera de las 400 ppm y continúan creciendo.

En el siguiente gráfico se puede apreciar la manera en la que evolucionaron las emisiones de CO2, particularmente, a partir de la década de 1950, cuando se inicia un crecimiento exponencial.



La Identidad Kaya

En 1993, el economista japonés Yoichi Kaya presentó una identidad matemática, en su libro titulado "Environment, Energy, and Economy: Strategies for Sustainability". Su objetivo era ofrecer una herramienta sencilla y clara para analizar las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) y descomponerlas en factores clave relacionados con la población, el crecimiento económico, la eficiencia energética y la intensidad de carbono. La identidad se ha convertido en un marco útil para estudiar el impacto de las actividades humanas en el cambio climático global es una ecuación utilizada en estudios sobre cambio climático para desglosar y analizar los factores que determinan las emisiones de dióxido de carbono (CO₂), el principal gas de efecto invernadero. Esta identidad expresa las emisiones globales de CO₂ como el producto de cuatro variables: población, crecimiento económico, energía y tecnología.

La Identidad Kaya se expresa de la siguiente manera:



Donde

  • CO2 = Anhidrido carbónico que se emite a la atmósfera en un área y periodo temporal determinados. ​
  • P = número de habitantes del área considerada. ​
  • PIB = Producto Interno Bruto en el área considerada.
  • E = energía de todo tipo utilizada en el área considerada.

El primer término de la identidad indicado como P representa la población en el área considerada y cuanto mayor sea, mayor será el potencial de emisiones, asumiendo que todos los demás factores se mantienen constantes.

El segundo término de la identidad indicado como PIB/P es el PIB per cápita: Cuanto más alto es implica un mayor nivel de consumo de bienes y servicios, lo que generalmente conduce a un aumento en la demanda de energía.

El tercer término de la identidad indicado como E/PIB es la Intensidad Energética de la Economía: Mide cuánta energía se necesita para generar una unidad de PIB. Una economía más eficiente energéticamente requiere menos energía para producir la misma cantidad de bienes y servicios.

El cuarto término de la identidad indicado como CO2/E es la Intensidad de Carbono de la Energía: Mide cuántas emisiones de CO₂ se generan por unidad de energía utilizada. Las energías renovables y las tecnologías limpias tienden a reducir la intensidad de carbono, mientras que los combustibles fósiles aumentan este valor.

La Identidad Kaya muestra que las emisiones de CO2 están influenciadas por:

  • El crecimiento de la población.
  • El crecimiento económico (medido en PIB per cápita).
  • La eficiencia energética (cuánta energía se usa para generar riqueza).
  • La descarbonización de la energía (qué tipo de fuentes energéticas se utilizan).

En términos prácticos, para reducir las emisiones de CO₂, se pueden abordar uno o más de estos factores:

  • Reducir la intensidad energética, mejorando la eficiencia en el uso de energía.
  • Disminuir la intensidad de carbono, sustituyendo combustibles fósiles por energías renovables.
  • Controlar el crecimiento de la población o mejorar el acceso a tecnologías limpias.
  • Alcanzar un crecimiento económico con menos dependencia de fuentes de energía contaminantes o alcanzar una economía en estado estacionario en equilibrio dinámico.

La Identidad Kaya es una herramienta conceptual útil para entender las diferentes palancas que influyen en las emisiones de CO₂ y para identificar las áreas donde las políticas climáticas pueden ser más efectivas.

Resulta importante destacar que Mariano Marzo ha presentado análisis que indican que, incluso bajo las mejores y más optimistas proyecciones de mejora en la eficiencia energética y la descarbonización de la matriz energética, si se mantienen las trayectorias actuales de crecimiento poblacional y crecimiento económico, las emisiones de CO₂ podrían aumentar significativamente. [11]

Marzo ha señalado que, si la población mundial continúa creciendo y si la economía global sigue su curso de expansión, la demanda de energía y recursos aumentará, lo que, a su vez, impulsará un incremento en las emisiones de gases de efecto invernadero.

Según sus estimaciones, en un escenario en el que se mantengan las trayectorias actuales de crecimiento demográfico y económico, se proyecta que las emisiones de CO₂ podrían aumentar en un 40% para 2035, incluso con avances significativos en la eficiencia energética y un cambio hacia fuentes de energía más limpias.



Este análisis resalta la dificultad de alcanzar los objetivos climáticos establecidos en acuerdos internacionales, como el Acuerdo de París, que busca limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2 °C, preferiblemente a 1.5 °C. Para lograrlo, es crucial no solo avanzar en eficiencia y fuentes de energía renovables, sino también abordar las dinámicas de crecimiento poblacional y económico.

Las proyecciones de Marzo subrayan que las mejoras en la eficiencia y en la matriz energética, aunque son necesarias, no son suficientes por sí solas para detener el aumento de las emisiones en un contexto de crecimiento poblacional y económico sostenido.

Esto sugiere la necesidad de políticas más integrales y transformadoras que no solo busquen mejorar la eficiencia, sino que también consideren medidas para controlar el crecimiento de la población y encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental.

En resumen, la afirmación de Mariano Marzo pone de relieve los desafíos críticos que enfrenta el mundo para mitigar el cambio climático y enfatiza la urgencia de adoptar estrategias multifacéticas que aborden tanto la oferta como la demanda de energía, así como el crecimiento económico y poblacional.

Cambio económico o cambio climático

En el artículo: Cambio económico o cambio climático (Merenson: 2011) que a continuación se transcribe, se analizan las causas de los sucesivos fracasos registrados en las negociaciones internacionales sobre cambio climático.

Con el objeto de dar respuesta a la crisis financiera que estalló en 2007, el G20 acordó celebrar una serie de Cumbres de Jefes de Estado o Gobierno. La primera de estas Cumbres se celebró en noviembre de 2008 en Washington DC. En la declaración surgida de la reunión se incluyó un párrafo por el que los líderes del G20 se comprometieron a afrontar otros retos de naturaleza crítica, como son la seguridad energética y el cambio climático.

En septiembre de 2009, al concluir su tercera Cumbre celebrada en Pittsburgh, la declaración señaló: No escatimaremos esfuerzos para llegar a un acuerdo en Copenhague a través de las negociaciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Tres meses después, en diciembre de 2009, se celebró en Copenhague la décimo quinta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, sin poder alcanzar los acuerdos indispensables para evitar las interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático mundial. En junio de 2010, al finalizar la cuarta Cumbre del G20 celebrada en Toronto, y con el fracaso de Copenhague a cuestas, se incluyó el siguiente párrafo:

Reiteramos nuestro compromiso con una recuperación “verde” y con un crecimiento global sostenible. Aquellos de nosotros que se han asociado al Acuerdo de Copenhague reafirmamos nuestro apoyo a dicho Acuerdo y a su implementación y llamamos a otros a que se asocien…estamos decididos a asegurar un resultado exitoso a través de un proceso inclusivo en las Conferencias de Cancún.

Como es de público conocimiento, en Cancún sólo se alcanzaron acuerdos secundarios sin poder dar una respuesta concreta y contundente a este desafío crítico que nos plantea el proceso de cambio climático global.

Nos hemos ido acostumbrando tanto a las noticias que informan de los magros resultados o el fracaso de las negociaciones que año a año se desarrollan en las Conferencias de las Partes de la Convención como así también de los incrementos de las emisiones antropogénicas de gases efecto invernáculo. Desde 1990, año establecido como base para las reducciones de emisiones del Protocolo de Kioto, la concentración atmosférica de CO2 creció a una tasa anual de 1,5 ppm alcanzando, a finales de 2009, una concentración de 387 ppm, la más alta en los últimos 2 millones de años, aproximándose a paso firme a los umbrales críticos, tras los cuales se pueden esperar efectos climáticos graves e irreversibles.[12]

El continuo ritmo de crecimiento de las emisiones contrasta con los objetivos de reducción establecidos luego de las arduas negociaciones desarrolladas en la Convención y su Protocolo de Kioto. Hoy esas negociaciones se encuentran empantanadas. Muchas son las causas que se pueden citar, pero existen dos hechos que no deben pasar inadvertidos a la hora de los balances.

En primer lugar, cada día resulta mayor el abismo abierto entre la disminución de las emisiones necesaria para mitigar el cambio climático global definida por los científicos,[13] y la disminución de las emisiones que los políticos consideran factible de alcanzar. En segundo lugar, el pensamiento económico dominante, que no puede inspirar la adopción de medidas que posibiliten mitigar el cambio climático y menos aún inspirar el urgente y necesario cambio de rumbo hacia un curso de sostenibilidad. Valen aquí más que nunca las palabras de Albert Einstein: los problemas no se pueden resolver dentro del marco mental que los originó.

No será nada fácil entonces revertir estas tendencias que apuntan en sentido contrario al indicado por los científicos, menos aun cuando tal como lo postula la Convención, las reducciones deberán alcanzarse en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, asegurar que la producción de alimentos no se vea amenazada y permitir que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible.

Las decisiones políticas y económicas que conducen al aumento de las emisiones obedecen fundamentalmente a la imposibilidad de desconectar el crecimiento económico de las emisiones de carbono. Las curvas de crecimiento en las emisiones mundiales de CO2 y del PIB sugieren que a cada incremento en el PIB corresponde un registro paralelo de mayor uso de energías fósiles y emisiones de CO2.



The record of long-term global economic growth, 1870-2004
Fuente: Maddison, Historical Statistics for the World Economy, 1-2003 AD.



Carbon dioxide emissions from fossil fuel burning, 1850-2004
Fuente: Carbon Dioxide Information Analysis Center (CDIAC),

Gráficos tomados de “Ecological macroeconomics: Consumption, investment, and climate change” Jonathan M. Harris (Tufts University. USA) – Real-World Economics ReviewIssue no. 50, 8 September 2009

Con el objeto de establecer el grado de correlación existente entre ambas series de datos (PIB y emisiones), el autor ha obtenido un valor de “r” igual a 0,98 para el periodo 1870-2008.



Elaboración propia

Una forma de visualizar el proceso y las causas que definen el aumento de las emisiones antropogénicas de gases efecto invernáculo, como ya fuera mencionado, la provee la Identidad Kaya, que nos permite ver que el nivel de emisiones se relaciona significativamente con el PIB/cápita y la cantidad de habitantes incluso cuando se logran mejoras en materia de “intensidad de carbono de la energía” (emisiones de carbono por unidad de energía consumida) y la “intensidad energética de la economía” (consumo de energía por unidad de PIB).

Mientras que las negociaciones en la Convención giran sobre las formas de disminuir la intensidad de carbono modificando las fuentes energéticas y sobre las formas de disminuir la intensidad energética de la economía aumentando la eficiencia en su uso, poco es lo que se dice, y nada lo que se negocia sobre la evolución del PIB/cápita y el crecimiento exponencial de la población. Ambos factores resultan preponderantes y definitorios de la cuantía de las emisiones de CO2. Como hemos visto si aplicamos la ecuación de Kaya a los mejores pronósticos de reducción de intensidad de carbono y energética que se pueden esperar para los próximos 25 años e incorporamos las tendencias de crecimiento del PIB/cápita y de población, el resultado final sería que en 2035 las emisiones globales de CO2 se incrementarían en más del 40% respecto de 2007, tal como lo ha calculado Mariano Marzo.[14]

Cabe preguntarse entonces si el necesario freno a las emisiones de gases efecto invernáculo se podrá alcanzar dentro de las negociaciones que se desarrollan a nivel internacional en la Convención, o si en realidad ellas solo podrán llegar como fruto de un debate más amplio en el campo de la economía. Un debate en el que se analice en profundidad el paradigma dominante en las relaciones sociedad-naturaleza; que cuestione el actual modelo de desarrollo y se proponga un cambio copernicano en el sentido y dirección de nuestras actuales creencias económicas, entre las cuales, el crecimiento sin límites de la economía ocupa un lugar central.

Creo oportuno recordar las ideas del economista y matemático rumano Nicholas Georgescu-Roegen,[15] quien sostuvo que el pensamiento económico occidental se basa en una concepción mecanicista que conduce a expectativas de crecimiento ilimitado, generando inevitablemente crisis ecológicas, sociales y políticas. Un buen ejemplo de esto último es el cambio climático, en tanto los actuales patrones de producción, consumo y crecimiento económico, han dependido y dependen de un mayor uso de energía de combustibles fósiles. Ellos no podrán desvincularse hasta que no logremos redefinir el concepto mismo de crecimiento, cuestionando uno de sus núcleos macroeconómicos básicos, como es la hipótesis de un crecimiento continuo y exponencial en el PIB.

Aquí tampoco los cambios serán una tarea simple. El crecimiento ilimitado de la economía, el “Santo Grial” en el que descansan las concepciones económicas neoclásicas ha generado una compleja red ideológica en la que el consumismo ocupa un lugar central. Para comprender la importancia que el consumismo tiene en la vida moderna, basta con recordar a Víctor Lebow,[16] y su llamamiento a hacer del consumo nuestra forma de vida, a convertir en rituales la compra y el uso de bienes, a buscar nuestra satisfacción espiritual, la satisfacción de nuestro ego, en el consumo.

La exacerbación del consumo trajo como consecuencia patrones de producción basados en el concepto de “obsolescencia programada” y en refuerzo, la publicidad aportó a la “obsolescencia percibida”, motorizando ambas el consumo desmedido y el despilfarro, como medios para garantizar un ilusorio crecimiento económico ilimitado.

En la década de 1970, frente al crecimiento de una corriente de opinión contraria a las ideas que postulaban un crecimiento económico infinito, surgieron los intentos por demostrar que ello era posible. Ejemplos paradigmáticos son los trabajos de Solow, Stiglitz y Hartwick que intentaron establecer las condiciones necesarias para alcanzar un indefinido crecimiento económico pese a las limitaciones impuestas por la finitud de los recursos naturales, uno de cuyos pilares se centró en considerar que el capital económico podía sustituir al capital natural y que las bondades del cambio tecnológico hacen posible pensar en una explotación sin límites de los recursos naturales.

A la función de producción empleada por los modelos neoclásicos de crecimiento económico, que normalmente consideraban dos factores: el stock de capital económico y la oferta de trabajo, Solow y Stiglitz agregaron el flujo de recursos usados en la producción y demostraron matemáticamente que ese flujo puede ser tan pequeño como se desea, siempre que el capital económico sea suficientemente grande, como prueba de la existencia de sustitución entre el capital económico y el natural.

Estas especulaciones teóricas, propias de economistas que sólo consideran aquello que está dentro de su cerrado e inflexible modelo matemático, que normalmente tiene escasa o nula relación con lo que acontece en el mundo real, se estrellaron con la lapidaria crítica formulada por Georgescu-Roegen:[17]

Solow y Stiglitz no habrían llevado a cabo su truco de magia (el incorporar en la función de producción el flujo de recursos naturales) si hubiesen tenido en cuenta, primero, que todo proceso material consiste en la transformación de unas materias en otras (los elementos de flujo) por parte de unos agentes (los elementos de fondo), y, segundo, que los recursos naturales se ven muy socavados en el proceso económico. No son como cualquier otro factor de producción. Una variación en el capital o el trabajo únicamente puede reducir la cantidad de desechos en la producción de una mercancía: ningún agente puede crear la materia con la que trabaja, ni el capital puede crear la sustancia de la que está hecho.

¿El capital artificial y el natural son mutuamente sustituibles, o son fundamentalmente complementarios y sólo marginalmente substituibles entre sí? ¿El mundo natural finito puede admitir un infinito crecimiento de nuestra economía?

Para los ecólogos no es un secreto que la naturaleza confía en los equilibrios. Los ciclos del agua, del carbono o del nitrógeno resultan claros ejemplos de los delicados y complejos equilibrios de la vida. La regeneración natural de los ecosistemas boscosos o de los humedales son otras expresiones de esos equilibrios. Si existen equilibrios, necesariamente deben existir “límites” y una economía de crecimiento ilimitado contradice entonces esta tendencia natural, con lo cual las crecientes crisis ambientales y económicas en gran medida son síntomas de la descoordinación existente entre ambos mundos.

La Huella Ecológica, es un buen indicador que permite visualizar lo absurdo de concebir un crecimiento infinito en un mundo finito. Al asociar la Huella Ecológica con el concepto de Biocapacidad surge que, desde la década de 1980, la humanidad se ha colocado en una situación de sobregiro del capital natural, un sobregiro ecológico por el cual la demanda anual excede los recursos que puede regenerar la tierra cada año. Este sobregiro lleva al agotamiento del capital natural y al aumento en la generación de residuos, que no puede remediarse con la clásica fórmula económica de la sustitución entre diferentes formas de capital, ya que no existe una importación de recursos para el planeta.

En el negocio, como de costumbre, limitar las emisiones de carbono lleva directamente a la caída del crecimiento económico, con secuelas de recesión y desempleo, agudizando el estancamiento del mundo en desarrollo, de allí que difícilmente se pueda esperar que negociando en el estrecho margen de una convención sobre cambio climático se logre alcanzar el objetivo propuesto de estabilizar las concentraciones de gases efecto invernáculo en la atmósfera.

La solución solo puede llegar como resultado, en el lado de la oferta, de cambios en materia de eficiencia energética y fuentes de energía renovables, y en el lado de la demanda, estabilizando la población y modificando los patrones de consumo, que debería reorientarse de los bienes a los servicios del capital humano, entre otros: la educación, la salud y la recreación. En tal escenario, los países desarrollados tienen que moderar sus niveles de consumo y, los países en desarrollo tienen que alcanzar los promedios globales. De esta forma, el crecimiento económico debería redefinirse en el concepto de “progreso económico”, orientado hacia la vida social y cultural mejoradas.

Tal como lo sostiene Jonathan M. Harris,[18] tenemos que preguntarnos si:

¿Podrá la teoría económica estándar adaptarse a estos cambios? ¿Podrá alcanzarse el objetivo de reducir drásticamente las emisiones de carbono sin agravar el desempleo, aumentar los conflictos entre los “ricos” y pobres “, o reducir el bienestar? Las respuestas a estas preguntas dependerán en parte del potencial tecnológico, en parte de la voluntad social para modificar las metas de consumo, pero también de manera significativa del enfoque que adoptemos para la teoría macroeconómica.

La opción, entonces, es clara: nos empeñamos como hasta ahora en negociar cuotas de reducción de emisiones mientras vemos como siguen aumentando sus concentraciones atmosféricas, o nos empeñamos en cambiar el rumbo de la economía, enfrentamos seriamente la amenaza del cambio climático y nos ponemos en la senda de un desarrollo verdaderamente sostenible.

Todo parece indicar que es muy poco probable que los perpetradores tengan que enfrentar la justicia y todo parece indicar también que es muy probable que por su accionar el sistema-mundo productivista, con su modelo energético fosilista, defina una subida de 4 a 5°C en las temperaturas medias del planeta y con ello, conduzca a un colapso civilizatorio.

En New Scientist, en febrero de 2009, Gaia Vince describe un mundo en el que las temperaturas medias han aumentado 4 °C.

Cocodrilos descansando en la costa de Inglaterra; un vasto desierto brasileño; las míticas ciudades perdidas de Saigón, Nueva Orleans, Venecia y Mumbai; y el 90 por ciento de la humanidad desaparecida. Bienvenido al mundo calentado por 4°C. Claramente, esta es una visión del futuro que nadie quiere, pero podría suceder. Temiendo que los mejores esfuerzos para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero puedan fracasar, o que los mecanismos de retroalimentación climática planetaria aceleren el calentamiento, algunos científicos y economistas están considerando no solo cómo sería este mundo futuro, sino cómo podría sostener una población humana en crecimiento.

En la mencionada revista se incluye un mapa interactivo: "Surviving in a warmer world" donde se muestra cómo podrían cambiar las condiciones climáticas en todo el mundo para 2060 si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan al ritmo actual y se registra un aumento de 4°C en las temperaturas medias del planeta. En dicho mapa se pueden visualizar, coloreadas en verde, aquellas zonas cultivables y por lo tanto habitables del planeta.





[1] Por “Gases de Efecto Invernadero" (GEI´s) se entiende aquellos componentes gaseosos de la atmósfera, tanto naturales como antropógenos, que absorben y emiten radiación infrarroja. Entre ellos, al CO2 se le asigna una acción relativa igual a 1 y su contribución real es del 76%. Otros GEI´s son el CH4; el N2O y CFC´s.

[2] Our World in Data es un sitio web es una iniciativa de la Universidad de Oxford. Los datos presentados en el sitio web provienen de una variedad de fuentes confiables, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otras organizaciones internacionales.

[3] Disponible en: https://ustednoselocree.com/2021/03/06/peor-de-lo-esperado-tps-superados-y-gaia-en-peligro-1-introduccion/

[4] Disponible en https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2021/08/IPCC_WGI-AR6-Press-Release-Final_es.pdf

[5] Puig Vilar, F. (2022): Los impactos del cambio climático según el IPCC: un llanto por la vida, documento electrónico: https://ustednoselocree.com/2022/03/01/los-impactos-del-cambio-climatico-segun-el-ipcc-un-llanto-por-la-vida/#more-14404

[6] Armstrong McKay D. et al. (2022). Exceeding 1.5°C global warming could trigger multiple climate tipping points. SCIENCE. 9 Sep 2022 Vol 377

[7] Durante el PTEM, durante 10.000 años se emitieron 5000 GtC. Durante todo el siglo XXI se emitieron 500 GtC esta tasa equivale a emitir en 10.000 años 500.000 GtC, una cantidad 100 veces mayor que en el PTEM.

[8] Rockström, J., Steffen, W., Noone, K. et al. (2009). A safe operating space for humanity, documento electrónico: https://doi.org/10.1038/461472a

[9] Mauna Loa Observatory, Hawaii (NOAA GML) documento electrónico: https://gml.noaa.gov/ccgg/trends/

[10] Las fuentes de datos subyacentes para el CO anual2 Los datos de emisiones provienen del Carbon Dioxide Analysis Center (CDIAC) y del Global Carbon Project.

[11] Marzo, M. (2011). Cambio climático y crecimiento, documento electrónico: https://elpais.com/diario/2011/02/22/opinion/1298329213_850215.html

[12] En 2008 se ralentizó el ritmo de las emisiones de carbono, pero ellas igualmente subieron un 1,7% respecto del año anterior. Su evolución en las cuatro últimas décadas marca un crecimiento, desde las 16,3 Gigatoneladas (Gt)de CO2 de 1970, pasando por las 22,3 GtCO2 de 1990 hasta alcanzar las 31,6 GtCO2 de 2008, este último es un valor que supone un incremento del 41% sobre 1990, año base del protocolo de Kioto, muy alejado de su objetivo de reducción, de un 5,2% sobre los niveles de 1990 que se debía alcanzar durante el primer periodo de compromiso (2008-2012).

[13] En su Cuarto Informe (Climate Change 2007: Synthesis Report, Contribution of Working Groups I, II and III to the Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. Cambridge, United Kingdom and New York, NY, USA: Cambridge University Press. Disponible en: http://www.ipcc.ch/) el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) postuló que para evitar una interferencia antropógena peligrosa en el sistema climático mundial era necesario alcanzar una reducción de las emisiones de dióxido de carbono del orden de un 50 a un 85% para 2050.

[14] Marzo, M. (2011). Cambio climático y crecimiento, documento electrónico: https://elpais.com/diario/2011/02/22/opinion/1298329213_850215.html

[16] Lebow, V. (1955). “Price Competition in 1955Journal of Retailing, Vol. XXXI no. 1, pg 5

[18] Harris, J. M. (2008). “Ecological macroeconomics: Consumption, investment, and climate change”, Global Development and Environment Institute, Working Paper NO. 08-02. Harris, J. M. (2009). Green Keynesianism: Beyond Standard Growth Paradigms.

 

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  La Ecología Política como teoría crítica del sistema-mundo productivista Carlos Merenson   Resumen del Volumen IV de los Cuadernos de Ecología Política Las tres partes en las que se divide el cuarto volumen de los Cuadernos de Ecología Política analizan críticamente el sistema-mundo productivista , examinando sus bases ideológicas, económicas y su materialización en el extractivismo. Se cuestiona la sostenibilidad de este modelo, exponiendo sus impactos negativos a nivel social, económico y ambiental. Las tres partes convergen en una crítica profunda al sistema-mundo productivista , argumentando que sus bases ideológicas, económicas y prácticas son insostenibles y conducen a una crisis ecosocial global. Se subraya la urgencia de un cambio de paradigma que reemplace la razón productivismo por una razón ecosocial capaz de guiarnos hacia una sociabilidad convivencial y un desarrollo verdaderamente sostenible . Parte 1 - Conceptos, creencias e ideas obsoletas ...

SEGUNDO CUADERNO DE ECOLOGÍA POLÍTICA

 CUADERNO II - LOS LÍMITES DEL CRECIMIENTO Resumen En el segundo volumen de Cuadernos se analiza la cuestión de los límites del crecimiento y su impacto en la sociedad humana. Se exploran las diferentes perspectivas sobre este tema, desde la visión optimista del crecimiento ilimitado hasta la advertencia sobre la finitud de los recursos y la capacidad del planeta para sostener los modelos de producción y consumo humano. Se analizan las contribuciones de pensadores clásicos como Adam Smith, Thomas Malthus, David Ricardo y John Stuart Mill quienes sentaron las bases del debate sobre los límites del crecimiento. Se examina cómo la dinámica de sistemas, una herramienta para modelar sistemas complejos ha sido utilizada para comprender los límites del crecimiento y sus implicaciones. Se analiza de manera particular el informe "Los límites del crecimiento" (1972) del Club de Roma incluyendo sus conclusiones, las críticas que recibió y su impacto en la conciencia sobre la sostenibi...

QUEDA TERMINANTEMENTE PROHIBIDO EL CAMBIO CLIMÁTICO

En Argentina queda terminantemente prohibido el término cambio climático y otros más… Carlos Merenson Al calor de conocimientos aportados por diferentes disciplinas científicas como, entre otras, la ecología, la termodinámica y la economía ecológica, se viene desarrollando un lento pero indetenible proceso de ecologización del pensamiento al que Edward Morin describe como un cambio radical en la manera en que los seres humanos comprenden y se relacionan con el mundo natural, [1] basado en una comprensión profunda de la interconexión y la interdependencia de todos los seres vivos y los sistemas naturales que hacen posible la vida en la Tierra. Este proceso representa una transición desde una perspectiva reduccionista y fragmentada hacia una visión integradora y compleja. Una transición fundamental para identificar las causas y enfrentar las consecuencias de las globalizadas crisis ecosociales que hoy amenazan la supervivencia. Sin embargo, las élites del poder -principales benefic...