Carlos Merenson [1]
Una diferencia significativa entre los anarcocapitalistas y otras corrientes
del productivismo radica en que estas últimas reconocen la existencia de alteraciones
significativas y a gran escala en el ambiente de la Tierra originadas por
actividades humanas que afectan su clima, biodiversidad, ciclos biogeoquímicos
y sistemas ecológicos. En contraste, los anarcocapitalistas niegan que tales
alteraciones existan o que tengan un origen antrópico. Este negacionismo
ambiental es coherente con su ideología, que los lleva a considerar cualquier
regulación o intervención gubernamental destinada a evitar o mitigar los
efectos de tales alteraciones como una amenaza directa a la libertad económica
y, por extensión, al sistema capitalista.
Dado que la globalización de las crisis ecosociales representa un desafío
directo a las lógicas productivistas y de crecimiento que sustentan el
capitalismo, el negacionismo es una estrategia deliberada para defender el
sistema capitalista frente a cualquier amenaza a su proceso de acumulación y
concentración del capital. Esta estrategia busca asegurar que el sistema
continúe sin trabas, independientemente de los impactos ambientales y sociales
que pueda generar.
Este negacionismo ambiental se concreta mediante la promoción de teorías que
niegan la gravedad o incluso la existencia de crisis ambientales, ignorando o desechando
las pruebas y consensos científicos en estos temas y negando -claro está-
cualquier hecho que pudiera desafiar la visión anarcocapitalista del mundo;
como así también, desprestigiando a cualquier persona preocupada por el
ambiente acusándola, como bien lo afirma Ferran Puig Vilar, de comunista
agazapado o, como mínimo, de agente del ‘socialismo sigiloso’, deseosa de un
gobierno mundial, y colocarle la ideología de contrario al desarrollo económico
e igualitarista para repartir miseria. [2]
Con el objetivo de aportar información para desarrollar un análisis crítico,
nos proponemos explorar aquí la génesis, teoría y praxis del negacionismo
ambiental anarcocapitalista.
GÉNESIS
Con los aportes teóricos de Ludwig von Mises, los históricos y evolutivos de
Friedrich Hayek, y los éticos de Murray Rothbard, [3] se
estructura un liberalismo de nuevo tipo que, a diferencia de los liberales
clásicos, tiene por objetivo la eliminación del Estado. De allí que se haya
adoptado para identificar esta corriente de pensamiento denominaciones como
“anarcocapitalismo”, “capitalismo libertario” o “anarquismo de propiedad
privada”.
El anarcocapitalismo plantea superar el “liberalismo utópico” de los
liberales clásicos, a quienes califica de ingenuos e incoherentes por pensar
que el Estado podría ser limitado y por no asumir hasta sus últimas
consecuencias las implicaciones de su propio ideario (Huerta de Soto, 2012).
[4]
Además de sus diferencias con el liberalismo clásico y para no llamarse a
engaños, resulta aquí necesario y conveniente puntualizar las profundas
diferencias que existen con el anarquismo tradicional, con el que solo comparte
la oposición al Estado y a su autoridad coercitiva. Ambos – anarquismo y
anarcocapitalismo - difieren significativamente en sus fundamentos filosóficos,
objetivos sociales y económicos, y visiones de la propiedad y la economía.
El anarquismo tradicional propone una economía solidaria, cooperativa y de
autogestión. Su objetivo es alcanzar una distribución equitativa de los
recursos y la eliminación de las jerarquías económicas. Considerando que el
capitalismo crea desigualdades y perpetúa la explotación, su postura es
anticapitalista. Por el contrario, el anarcocapitalismo aboga por un
capitalismo sin restricciones, donde el mercado libre opera sin ninguna
intervención estatal. Cree que todas las transacciones económicas deben ser voluntarias
y basadas en la propiedad privada, aceptando que las desigualdades económicas
son naturales y resultado del mérito y la competencia en un mercado libre.
El anarquismo tradicional no solo persigue la eliminación del Estado, sino
también de la propiedad privada de los medios de producción en favor de la
propiedad comunal o cooperativa, promoviendo una sociedad organizada
horizontalmente, sin jerarquías ni autoridades coercitivas. En cambio, el
anarcocapitalismo desea mantener y fortalecer la propiedad privada,
particularmente la de los medios de producción. Su visión es que el mercado
libre debe ser el principal organizador de la sociedad y el mejor mecanismo
para resolver problemas sociales y económicos.
Siguiendo el razonamiento de Rothbard, para quien el capitalismo es la
expresión más completa del anarquismo y el anarquismo la expresión más completa
del capitalismo, podemos afirmar que el anarcocapitalismo es la expresión más
pura del productivismo. Es productivismo capitalista en estado puro. Su
propuesta es que el derecho a la propiedad privada sea absoluto e intocable,
los mercados absolutamente libres, y la competencia sea la regla que posibilite
que todos los servicios sean proporcionados a través de un proceso
exclusivamente voluntario de cooperación social liderado por el ímpetu de la
creatividad humana y la coordinación empresarial. Una sociedad en la que:
...todos los proyectos empresariales pueden
probarse si obtienen con carácter voluntario el apoyo suficiente, por lo que
son múltiples las posibilidades creativas de solución que pueden idearse en un
entorno dinámico y siempre cambiante de cooperación voluntaria (Huerta de Soto,
2012).
La valoración exclusivamente monetaria, que conduce a la mercantilización de
todas las esferas de la vida, resulta perfectamente coherente con una lógica
que exige que, para seguir creciendo, cada vez más bienes y servicios tengan
que intercambiarse por dinero.
Para el anarcocapitalismo, la libertad individual reviste la categoría de
bien supremo, no obstante, esta queda restringida a la libertad de comprar y
vender. De allí que, para el ideario anarcocapitalista, el mercado se
transforme en el ámbito en el que se realiza la libertad personal. Lo anterior,
sumado a su objetivo de eliminar el Estado, los conduce a liberar las fuerzas
del mercado de toda interferencia estatal, sin mostrar reparos por la formación
de monopolios ni por los procesos de concentración de la riqueza. [5]
Para el anarcocapitalismo, lo más rentable en un mercado es el mecanismo que
debe determinar lo que los humanos y los ecosistemas necesitan. En su ideario,
la competitividad y la productividad ocupan un lugar central como claves para
triunfar en la selva de la competencia desenfrenada y son la verdadera razón de
vivir. Se trata de una cultura basada en naturalizar la competencia, el
individualismo, la desmedida acumulación de riqueza, el lujo, el despilfarro y
el consumismo. Un pensamiento económico y social que, parafraseando a Hazel
Henderson, conduce a entronizar algunas de nuestras predisposiciones menos
atractivas: voracidad material, competición, gula, orgullo, egoísmo,
imprevisión y simple codicia. [6]
La “revolución” anarcocapitalista es una revolución individualista,
naturalizando y exaltando el egoísmo transformado en virtud, que guía hacia la
permanente competitividad en una sociedad en la que solo pueden prosperar los
“más aptos”. Su llamado es a una aceptación voluntaria de los individuos, a
partir de sus intereses particulares, sin atender a los fines colectivos,
proponiendo una sociedad en la que las interacciones se reducen a relaciones de
mercado y la sociedad misma es entendida como un mero agregado de personas
distintas, cada una atendiendo sus propios fines.
Todo su andamiaje económico funciona como si la imposibilidad fuese posible;
como si los humanos hubiesen aprendido a dominar las fuerzas de la naturaleza;
como si las leyes de la termodinámica y las leyes biológicas no existieran;
como si los modelos matemáticos pudieran reflejar la realidad; como si una
parte de la economía, el mercado, pudiera imponer su modo de funcionamiento a
los niveles superiores de la propia economía, la sociedad y la biosfera; como
si el Producto Bruto Interno fuera indicador del progreso humano; como si el
consumo fuera nuestra forma de vida; como si el crecimiento en el nivel global
de la economía pudiera continuar eternamente y la sustitución de un material o
una forma de energía por otra pudiera continuar indefinidamente, aun cuando en
la realidad las reservas totales sean limitadas; como si la naturaleza fuera un
mero subsistema del sistema económico.
TEORÍA
Para los anarcocapitalistas, en la práctica, las crisis ecológicas no
existen, en tanto el mercado y la tecnología pueden resolver cualquier problema
que se presente. En consecuencia, afirman que deberíamos dedicar nuestros
recursos y esfuerzos a otras prioridades y evitar que el ambiente sea declarado
bien público, promoviendo su privatización. Para ellos, vivimos en el más
sostenible y el mejor de los mundos posibles; consideran que quienes, como los
ecologistas, cuestionan al sistema son, en realidad, catastrofistas
malthusianos que funcionan como grupo de interés, y cuyo discurso tiene un
efecto contraproducente en la determinación de prioridades sociales y en la
buena gestión de recursos escasos.
En todos los casos, en el pensamiento anarcocapitalista, se hace presente
una constante productivista: el desprecio al riesgo, que los impulsa, en nombre
de la libertad y el no intervencionismo estatal, a renunciar a cualquier tipo
de regulación ambiental, ya que, a su criterio, resultan tan caras como
inútiles.
Al colocar al individuo en el centro de toda acción social, los
anarcocapitalistas otorgan prioridad absoluta a las conveniencias
circunstanciales y como bien sostiene el Papa Francisco, todo lo demás se
vuelve relativo, todo se vuelve irrelevante si no sirve a los propios intereses
inmediatos, y con esta lógica, se alimentan actitudes que provocan, al mismo
tiempo, degradación ambiental y social.
Para fundamentar sus posiciones negacionistas en el campo ambiental, los
anarcocapitalistas apelan a una serie de argumentos, entre los que se destacan:
la Tragedia de los Comunes, la inexistencia de fallos del mercado y el
optimismo crecimientista.
Resulta conveniente aquí efectuar un análisis crítico de tales argumentos.
La Tragedia de los Comunes
En un artículo publicado el 20 de agosto de 2023 en INFOBAE titulado
"Javier Milei, la esperanza argentina", Alberto Benegas Lynch (h)
sostiene que los socialismos han adoptado el ambientalismo como un medio más
efectivo para socavar la propiedad privada. En lugar de abolirla como lo harían
los marxistas, la Tragedia de los Comunes se promueve mediante el
recurso a los llamados 'derechos difusos' y la 'subjetividad plural', lo que
permite que cualquiera pueda objetar el uso que otro hace de lo que actualmente
le pertenece a alguien más.
Benegas Lynch (h) considera el ambientalismo como un fraude que distorsiona
las estadísticas. Cita el caso del cambio climático para negar su influencia
humana, argumentando que los cambios en las velocidades, órbitas y equivalentes
provocan variaciones climáticas que superan con creces la influencia humana.
También aborda la extinción de especies animales y la cuestión del agua,
reconociendo problemas en estas áreas y proponiendo a manera de solución asignar
derechos de propiedad privada sobre los componentes de la biodiversidad animal
y sobre el agua dulce. [7]
Es crucial analizar el dilema de la Tragedia de los Comunes planteado
por Garrett Hardin en 1968, [8]
que describe una situación en la que los intereses egoístas a corto plazo de
las personas entran en conflicto con los intereses colectivos a largo plazo del
bien común. Es una situación en la que varios individuos, motivados únicamente
por el interés personal y actuando de forma independiente pero racional,
terminan por destruir un recurso compartido limitado (el común), aunque ninguna
de las partes, ya sea individualmente o en conjunto, se beneficie de tal
destrucción.
Frente al dilema de Hardin, las corrientes liberales reaccionan de dos
maneras diferentes. Algunos lo rechazan, considerando que no demuestra
inevitablemente que la degradación de los bienes comunes sea una consecuencia
inevitable de la acción libre de los individuos, mientras que otros ven en este
dilema el mejor argumento para justificar el otorgamiento de derechos de
propiedad sobre los bienes comunes como la única manera de evitar su
destrucción. En otras palabras, según esta perspectiva, el dilema de Hardin
resalta la importancia de la propiedad privada y la asignación eficiente de
recursos a través del mercado.
En línea con esta segunda interpretación del dilema, y parafraseando a
Javier Sicilia, la Tragedia de los Comunes puede considerarse como parte
de esa "neohabla" compuesta de oxímoros que, mediante discursos
públicos, induce a la creencia de que se protege lo que se contribuye a
destruir. [9]
Aunque Milei no lo menciona explícitamente, se apoya en la Tragedia de
los Comunes cuando afirma:
¿Qué hay de malo en que una empresa contamine el
río? ¿Dónde está el problema ahí? Eso, en realidad, habla de una sociedad a la
que le sobra el agua. El problema en realidad radica en que no hay derechos de
propiedad sobre el agua. Cuando falte el agua, alguien va a ver un negocio ahí
y va a reclamar los derechos de propiedad. Van a ver cómo ahí sí se termina la
contaminación. [10]
Milei sostiene que la asignación de derechos de propiedad privada sobre los
bienes comunes permitirá su compra, venta y uso en el mercado, lo que conducirá
a una asignación eficiente de recursos, ya que los precios reflejarán la
escasez y la demanda. Sin embargo, esta perspectiva ignora los fallos del
mercado.
Inexistencia de fallos de mercado
Con el objetivo de permitir que el mercado determine los resultados
económicos, los anarcocapitalistas defienden la competencia abierta, sin
restricciones ni interferencias gubernamentales. Confían en la capacidad del
mercado para autorregularse (la mano invisible) y descartan la existencia de
fallos de mercado. En su lugar, consideran que lo que existen son fallas de
gobierno, resultado de la intervención del Estado en la economía y no de
procesos que pueden generarse en un mercado libre. En esta línea de pensamiento,
Milei afirma: no existe el fallo de mercado… si algo funciona mal es porque
está metido el Estado en el medio. [11]
No obstante, numerosos economistas han trabajado para identificar aquellas
situaciones en las que los mercados pueden no asignar recursos de manera
eficiente. Incluso Adam Smith, considerado el padre de la economía moderna,
reconocía que en relación con los bienes públicos podrían surgir ineficiencias,
sugiriendo que en estos casos el gobierno podría intervenir.
Destacan aquí las contribuciones al análisis de los fallos de mercado de
Francis M. Bator, quien en su artículo The Anatomy of Market Failure (Journal
of Law and Economics, 1958) proporcionó una estructura analítica para
identificar y comprender los fallos de mercado. Bator identificó áreas en las
que los mercados pueden no funcionar de manera eficiente, como en situaciones
de externalidades, bienes públicos, costos de transacción significativos,
competencia imperfecta y asimetría de información.
Optimismo crecimientista
Es la falta de reconocimiento de la existencia de límites biofísicos para el
crecimiento la que, por ejemplo, lleva a Milei a afirmar que:
...la convergencia y la aceleración del
crecimiento basada en el capital humano y el progreso tecnológico nos pondrán
de frente a una singularidad económica, donde la economía dejaría de ser la
ciencia de administración de la escasez para convertirse en la ciencia del
estudio de la acción humana en un entorno de abundancia radical. Cuantitativamente,
si en el siglo XXI el mundo converge, el PBI per cápita crecería a una tasa del
4,18%, por lo que éste se multiplicaría 59,1 veces, superando en 4,6 veces los
logros de 20 siglos. [12]
Predecir que marchamos hacia un entorno de abundancia radical y que el PBI per
cápita puede crecer a las tasas que indica Milei es una muestra palmaria de
desconocimiento de las consecuencias de las dinámicas exponenciales en
ambientes finitos. Ignora que ya estamos utilizando recursos a un ritmo que
requeriría 1,5 planetas para proveerlos de manera sostenible.
Criticando a los que Milei considera apocalípticamente pesimistas, como el
Club de Roma, afirma:
...analizando la historia, creer que lo mejor
está por venir, aun cuando de tanto en tanto haya una crisis, no es exceso de
optimismo. [13]
En realidad, no es un exceso de optimismo; es un exceso de negligencia,
irresponsabilidad y omnipotencia. Esto es particularmente evidente cuando
afirma que el Club de Roma se equivocó con su informe Los límites del
crecimiento, ignorando las evaluaciones actuales que confirman las
proyecciones de las variables consideradas en el modelo mundial estándar. [14] Estas evaluaciones hacen
absolutamente verosímil el comportamiento del sistema socioeconómico de exceso
y colapso que se pronosticaba en 1972. [15]
Si continuamos en el insostenible rumbo actual, lo que nos espera no es lo
mejor, sino una crisis ecosocial global sin precedentes: un verdadero ecocidio
seguido de genocidio. Esta crisis se evidencia con solo observar el mundo tal
como es. El problema del anarcocapitalismo es que no escapa a la irrealidad en
la que se ha sumergido el pensamiento dominante de la economía y, por lo tanto,
está muy lejos de ver el mundo tal como es.
Bien lo sintetiza Ugo Bardi, [16]
cuando afirma que la economía es un sistema complejo y uno de los problemas de
los economistas es que:
…la mayoría de sus modelos simplemente no parecen
estar funcionando muy bien. A veces, los economistas parecen estar todavía
pensando en la 'mano invisible', que se parece mucho a los ángeles empujando
planetas que se tenía hace mucho tiempo atrás. Pero los astrónomos ya no
piensan en ángeles, mientras que los economistas...
No obstante, tanto optimismo crecimientista, en el mundo tal cual es,
estallan crisis financieras frente a las que la “mano invisible” pide a gritos
la pronta y masiva intervención estatal, tal como aconteció en la crisis de
2007/2008, cuando estalló la burbuja de la economía global, una verdadera estafa
piramidal. La Reserva Federal estadounidense se vio obligada a destinar a los
salvatajes USD 16.000.000.000.000, una cifra difícil de imaginar, la cual fue
erogada tal como se muestra en el siguiente cuadro, incluido en la página 137
del informe de Auditoría de la Reserva Federal de Estados Unidos.
En el mundo tal cual es, una cada vez más pequeña parte de la población acumula la mayor parte de la riqueza y los recursos económicos, mientras que el resto de la población lucha por sobrevivir con recursos muy limitados. Esta situación acarrea graves consecuencias ecosociales y aumenta la insostenibilidad. Diversas fuentes proporcionan datos sobre el proceso de concentración de la riqueza. Así, por ejemplo, el Informe de Riqueza Global 2021 de Credit Suisse muestra que el 1% de la población mundial posee el 43% de la riqueza, mientras que el 50% de la población mundial —más de 3500 millones de personas— posee solo el 1% de dicha riqueza.
En el mundo tal cual es, entre las principales actividades económicas
tenemos los gastos militares, el narcotráfico y los subsidios ambientalmente
dañinos. En 2022, los gastos militares alcanzaron una cifra estimada de USD
2.240.000.000.000, el nivel más alto jamás registrado; [17]
las ganancias anuales del narcotráfico, estimadas por la Oficina de Drogas y
Crimen de las Naciones Unidas, totalizan USD 650.000.000.000; y los subsidios
ambientalmente dañinos (EHS), que agrupan todas las acciones gubernamentales
que por diseño o efecto aceleran la producción o el consumo de recursos
naturales o socavan ecosistemas que sostienen la salud planetaria, se estiman
en USD 1.900.000.000.000 al año. De manera particular, la Agencia Internacional
de la Energía ha estimado los subsidios al consumo de combustibles fósiles para
2022 en USD 1.000.000.000.000. [18]
De esta manera, se podría afirmar que, en el mundo tal cual es, la economía de
bienestar que se pregona ha mutado en una economía de malestar.
En el mundo tal cual es, emergen con fuerza renovada todo tipo de
expresiones de intolerancia política y social; se agudizan los conflictos entre
las potencias por recursos y mercados, acrecentando el peligro de recurrir al
empleo de armas de destrucción masiva. En definitiva, se trata de un escenario
de crisis ecosocial globalizada sobre el que tantas inútiles advertencias han
sido dichas.
Criticismo antiecologista
Todos los argumentos antes analizados fundamentan el negacionismo ambiental,
a la par que sustentan la crítica antiecologista.
A manera de ejemplo podemos citar al ex presidente de Checoslovaquia, Václav
Klaus, para quien:[19]
El
mayor peligro que enfrenta la especie humana es, sin lugar a duda, el
movimiento ecologista, que ha puesto grilletes verdes a la libertad y
la prosperidad de nuestro planeta. El ecologismo es una ideología antihumana
que difunde falacias acerca de la ciencia, la economía y la política del
calentamiento global.
En esa misma línea de pensamiento
Milei, durante una entrevista en TN de abril de 2023 afirmaba que el
objetivo principal del ecologismo es querer “exterminar a la población” en
función de cuidar al planeta, al punto tal de “eliminar a los seres humanos”.
Sin embargo, esta afirmación temeraria carece de evidencia histórica que
vincule al ecologismo con procesos de exterminio humano, crisis económicas y
financieras, concentración de la riqueza generadora de injusticia social y
violencia, desarrollo y construcción de armas convencionales o de destrucción
masiva, atentados contra la salud humana por contaminación del suelo, agua y
atmosfera, propuestas para la libre portación de armas, cambio climático o la
sexta extinción en masa en la que nos encontramos inmersos. Quizás Milei
debería reflexionar si del sistema que defiende se podría decir lo mismo.
Al considerar las problemáticas ambientales y del desarrollo sostenible como
una agenda de marxismo cultural, inventos y mentiras socialistas, y fraudes que
atentan contra la propiedad privada y el crecimiento económico, no debe
sorprender que Milei haya disuelto el Ministerio de Ambiente y Desarrollo
Sostenible. En su lugar, creó una Subsecretaría de Ambiente dependiente de una
Secretaría de Turismo, Deportes y Ambiente, donde el orden de los temas
claramente refleja su importancia relativa. Según su secretario, Daniel Scioli,
esta subsecretaría tiene como objetivo convertirse en una máquina para
facilitar procesos productivos. Aunque elevar el área ambiental al nivel
ministerial podría o no ser una muestra de conciencia sobre su importancia
fundamental, su desjerarquización no deja lugar a dudas.
En resumen, el negacionismo ambiental en el anarcocapitalismo se construye
sobre un individualismo radical que considera al individuo y sus derechos de
propiedad como supremos, viendo cualquier limitación por razones ambientales
como una violación de derechos fundamentales. También se basa en la
desconfianza hacia la ciencia que respalda la existencia de crisis ecosociales,
percibida como un producto de instituciones colectivas (universidades, ONG,
gobiernos) que, según los anarcocapitalistas, están corrompidas por intereses
políticos y económicos que buscan expandir el control estatal. No menos
importante es su inquebrantable fe en la autorregulación del mercado, una
creencia de que el mercado libre, sin intervención estatal, es capaz de
resolver cualquier problema, incluidos los ambientales.
PRAXIS
El concepto de calentamiento global fue creado por y
para los chinos para hacer no competitiva a la manufactura de EE. UU. - Donald
Trump, 2012, en su cuenta de Twitter)
Mientras
la tierra permanezca, habrá tiempo de siembra y cosecha, frío y calor, invierno
y verano, día y noche… Dios está todavía allí arriba. La arrogancia de la gente
que piensa que nosotros, los seres humanos, podríamos cambiar el clima me
resulta indignante. - Jim Inhofe, en su libro: La más grande de las mentiras:
Cómo la conspiración del calentamiento global amenaza su futuro. (2012).
El
cambio climático es otra de las mentiras del socialismo. Hay toda una
agenda de marxismo cultural y parte de esa agenda es, a ver, hace diez, quince
años, se discutía que el planeta se iba a congelar, ahora discuten que se
calienta… o sea… dale, loco… o sea, aquellos que conozcan cómo se hacen esas
simulaciones van a ver que las funciones están sobresaturadas en determinados
parámetros a propósito para generar el miedo más acá en el tiempo. - Javier
Milei, entrevista online
con Julián Serrano en 2021
El negacionismo climático “oculta
una estrategia política vacía de fundamento. El fascismo de los años 1930 tenía
una ideología y un proyecto explícito de transformación, pero nada de ello hay
tras las consignas del gran adalid del negacionismo, el ideólogo de Trump,
Steve Bannon, que es un intelectual de cuarta categoría. La gran diferencia
entre las políticas reaccionarias de entonces y de ahora es que éstas son solo
un movimiento de escape para liberar a las élites de cualquier constricción en
su camino hacia la hipermodernidad. Latour, “La Modernidad está acabada”, entrevista
en El Mundo, 19 de febrero de 2019
El negacionismo ambiental anarcocapitalista se expresa de manera
particularmente intensa en el caso del cambio climático global, razón por la
cual desarrollaremos la praxis negacionista del anarcocapitalismo enfocados en
tal accionar.
Mientras la comunidad científica avanzaba lentamente debatiendo y reuniendo
evidencias sobre el cambio climático antropogénico, [20]
en la década de 1950, el Instituto Estadounidense del Petróleo (American
Petroleum Institute - API) contaba con información de sus técnicos sobre el
riesgo que representaban las emisiones provenientes de la quema de combustibles
fósiles. Esta información, años más tarde, sirvió de base al Comité Asesor
Científico del presidente Lyndon Johnson para elaborar un informe en el que se
sugería que aún había tiempo para salvar a los pueblos del mundo de las
consecuencias catastróficas de la contaminación, pero que ese tiempo se estaba
acabando. En 1965, refiriéndose a este informe, el presidente del API, Frank
Ikard, afirmaba:
Una de las predicciones más importantes del
informe es que el dióxido de carbono se está agregando a la atmósfera terrestre
mediante la quema de carbón, petróleo y gas natural a un ritmo tal que para el
año 2000 el balance de calor se modificará de tal manera que posiblemente cause
cambios marcados en el clima más allá de los esfuerzos locales o incluso
nacionales.
Las afirmaciones de Ikard demuestran que los productores de energías fósiles
conocían, ya en la década de 1950, las implicaciones de las emisiones de
dióxido de carbono provenientes de la quema de estos combustibles. Lejos de
intentar resolver el problema, optaron por no hacer nada, restándole
importancia al problema y, a menudo, negando la realidad del cambio climático,
sembrando dudas y confusión.
Un buen ejemplo de esta actitud se encuentra en un artículo publicado en la
revista Science, [21]
donde se revela que los científicos de ExxonMobil habían modelizado y
predicho el calentamiento global con una exactitud pasmosa. Sin embargo, la
empresa desestimó las conclusiones de sus propios científicos sobre el papel de
los combustibles fósiles en el cambio climático.
En el mencionado artículo publicado por Science, Supran et al. (2023)
muestran que ExxonMobil tenía sus propios modelos internos que
proyectaban trayectorias de calentamiento consistentes con las pronosticadas
por los modelos académicos y gubernamentales independientes. Además, demuestran
que las afirmaciones que hacía públicas la empresa contradecían lo que en
realidad conocían.
Supran et al. (2023) afirman que:
En 2015, los periodistas de investigación
descubrieron memorandos internos de la compañía que indicaban que la compañía
petrolera Exxon sabía desde fines de la década de 1970 que sus productos de
combustibles fósiles podrían conducir al calentamiento global con 'efectos
ambientales dramáticos antes del año 2050'. Luego surgieron documentos
adicionales que mostraban que la asociación comercial más grande de la
industria del petróleo y el gas de EE. UU. también sabía desde al menos la
década de 1950, al igual que la industria del carbón desde al menos la década
de 1960, y las empresas de servicios eléctricos, la compañía petrolera Total y
las compañías de motores GM y Ford desde al menos la década de 1970... En
2017... demostramos que los documentos internos de Exxon, así como los estudios
revisados por pares publicados por científicos de Exxon y ExxonMobil Corp,
reconocían abrumadoramente que el cambio climático es real y causado por el
hombre. Por el contrario, la mayoría de las comunicaciones públicas de Mobil y
ExxonMobil Corp promovieron dudas al respecto.
En enero de 2023, en su intervención en el Foro de Davos, el secretario
general de la ONU, Antonio Guterres, al referirse a las conclusiones del
mencionado estudio, entre otros conceptos y afirmaciones destacó que:
Algunos productores de energías fósiles eran
totalmente conscientes en los años 1970 de que su producto estrella iba a
quemar el planeta. Pero, como la industria del tabaco, hicieron poco caso a su
propia ciencia. Algunos gigantes petroleros vendieron la gran mentira. Al igual
que la industria tabacalera, los responsables deben rendir cuentas. Hay que
poner fin a la adicción a los combustibles fósiles. El objetivo de limitar el
calentamiento a 1,5 grados centígrados respecto a la era preindustrial se está
esfumando. Actualmente, los productores de combustibles fósiles y quienes los
apoyan siguen luchando para aumentar la producción, a sabiendas de que su
modelo económico es incompatible con la supervivencia de la humanidad.
Para Ferran Puig Vilar (2009), [22]
la campaña de negación de la evidencia científica del cambio climático tuvo su
origen y fue financiada por las empresas mineras dedicadas a la extracción de
carbón y generación de electricidad a partir del carbón las que, organizadas
alrededor de la Western Fuels Association y el Edison Electric
Institute crearon, en 1991, un grupo de presión bajo la denominación de
Consejo de Información para el Medio Ambiente (Information Council for the
Environment, ICE) cuyo objetivo declarado fue: reposicionar el calentamiento
global como una hipótesis y no como un hecho. [23]
Puig Vilar señala que los anuncios y el boca a boca orientado a la prensa
con el que iniciaron su campaña publicitaria y test de mercado se basó en
decir:
Que esto del calentamiento era un invento de los
comunistas, tras la caída del muro de Berlín convertidos en ecologistas, con el
fin de: “… cumplir su sueño de una sociedad igualitaria basada en el rechazo al
crecimiento económico en favor de una menor población mundial, alimentarse
menos, consumir mucho menos y compartir, de forma mucho más equitativa, un
nivel de recursos mucho menor”.[24]
Por su parte, Iñigo López Palacios afirma que los hermanos Koch,[25]
dueños de Koch Industries, fueron los principales impulsores de la que
puede ser considerada como la primera reunión de negacionistas del cambio
climático. Esta reunión, celebrada en 1991 y organizada por el Cato
Institute,[26]
se convocó bajo el lema: Crisis ambiental global: ¿ciencia o política?
Tanto la creación del grupo de presión Information Council for the
Environment como la reunión convocada por el Cato Institute se
concretaron en 1991 y fueron una clara respuesta de los magnates de los
combustibles fósiles al anuncio del presidente de USA, George H. W. Bush, sobre
su intención de apoyar un tratado que limitase las emisiones de carbono.[27]
Con el correr de los años el negacionismo se extendió por todo el mundo
conformando, tal como lo afirma López Palacios (2019) una amalgama que une a
extremistas religiosos con ultraliberales, políticos, científicos solitarios y
grandes empresas; cuya prédica sobre el cambio climático antropogénico
fundamentalmente consiste en considerar que el problema no existe, o, de tener
que reconocer su existencia, nunca aceptar su origen antrópico.
Al referirse a las estrategias del negacionismo aplicadas al cambio
climático, Puig Vilar (2009)[28]
destaca varias tácticas. Entre ellas, menciona las campañas para desprestigiar
a las personas preocupadas por el ambiente, así como la creación de entidades
fantasma dedicadas a estudios o investigaciones que ocultan las verdaderas
intenciones de sus creadores. También señala la contratación de científicos
comunicadores, quienes son posicionados como colaboradores y portavoces de
organizaciones aparentemente independientes. Además, se desacredita la ciencia
establecida, acusándola de ser "basura" y de estar ideologizada, y se
contrapone con una "ciencia" creada para contradecir, generar
confusión y controversia donde no debería haberla. Por último, menciona la
creación de grupos fantasma "espontáneos" de personas que
aparentemente están preocupadas por la excesiva reglamentación, la
"ciencia basura", la pérdida de libertades o cualquier otro tema
conveniente. Estos grupos envían cartas, hacen declaraciones y buscan
entrevistas en medios de comunicación para difundir sus mensajes.
Con algunas variantes y matices estas estrategias también fueron empleadas
con anterioridad en el caso de los pesticidas sintéticos como el DDT, tras las
denuncias de Rachel Carson que debió enfrentar la feroz resistencia
negacionista de la industria química o como en el caso de las tabacaleras que,
durante décadas, negaron la abrumadora evidencia científica que vinculaba el
fumar con el cáncer de pulmón; o como en la actualidad, con el glifosato.
Entre los argumentos frecuentemente utilizados por los negacionistas del
cambio climático, encontramos una minoría de voces científicas que cuestionan
la validez de las pruebas que respaldan la idea de una interferencia peligrosa
de los seres humanos en el sistema climático global.
Quienes se inclinan por este tipo de argumentos se manifiestan escépticos o
proponen objeciones como considerar que los cambios climáticos observados
pueden ser parte de la variabilidad natural del clima a lo largo de la historia
de la Tierra y no necesariamente deben atribuirse a la actividad humana; otros
argumentan que las emisiones naturales de GEI, como el dióxido de carbono
liberado por volcanes, pueden tener un impacto más significativo en el cambio
climático que las emisiones humanas; algunos sostienen que los modelos
climáticos utilizados para proyectar el cambio climático futuro pueden tener
limitaciones y que podrían no reflejar adecuadamente la complejidad del sistema
climático. También se ha argumentado que la variabilidad en la actividad
solar puede ser una causa importante de los cambios climáticos observados.
Algunos negacionistas argumentan que las mediciones de temperaturas y otros
datos utilizados para evaluar el cambio climático pueden ser inexactas o estar
sujetas a manipulación. Finalmente están aquellos que han expresado
escepticismo sobre la relación causal directa entre las emisiones humanas de
GEI y los cambios climáticos observados.
Por más ropaje científico con el que quieran vestir los argumentos
negacionistas, ha sido la comunidad científica internacional la que los ha
examinado, debatido y rebatido a lo largo de décadas, llegando además a una
conclusión que cuenta con un consenso abrumador: las actividades humanas que
redundan en la emisión de GEI, en particular, la quema de combustibles fósiles,
han causado de manera inequívoca un proceso de calentamiento global y la Tierra
ya está experimentando algunos impactos de este calentamiento.
El respaldo de la comunidad científica internacional a estas ideas se basa
en un conjunto de pruebas. Entre ellas se incluyen los registros de
temperatura, que son consistentes con la acumulación de gases de efecto
invernadero en la atmósfera; el aumento incuestionable en la concentración de
dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero desde la primera
transición termoindustrial, especialmente a partir de la década de 1950, cuando
el crecimiento de las emisiones de GEI se volvió exponencial, mostrando una
clara correspondencia con la quema de combustibles fósiles. Los modelos
climáticos han reproducido con éxito los patrones de temperatura observados a
lo largo del tiempo y, cuando se incorporan factores naturales (como la
variabilidad solar y los eventos volcánicos), solo pueden explicar una fracción
del calentamiento observado. Además, se observan cambios significativos en los
patrones climáticos a nivel global, incluyendo el aumento de las temperaturas
promedio, el derretimiento de glaciares, la disminución del hielo marino en las
regiones polares, el aumento del nivel del mar y cambios en los patrones de
precipitación. También se registran aumentos en la temperatura y acidificación
de los océanos, junto con retroalimentaciones positivas que amplifican el
calentamiento global. Las evidencias paleoclimáticas indican que las
concentraciones de gases de efecto invernadero y las temperaturas han estado
históricamente correlacionadas y que las concentraciones actuales de gases de
efecto invernadero están en niveles sin precedentes en miles de años. Además,
existe una consistencia entre observaciones independientes que, a partir de
diferentes conjuntos de datos y metodologías, llegan a conclusiones similares
sobre la existencia y causa del calentamiento global.
Como hemos visto, la prédica negacionista sobre el cambio climático
antropogénico beneficia a poderosos intereses económicos que se verían
perjudicados si se aplicaran regulaciones efectivas destinadas a concretar una
verdadera descarbonización de la economía mundial. No obstante, el negacionismo
no solo responde a algunos intereses corporativos. En un marco más amplio, el
cambio climático en curso es efecto de la base energética de la
sociedad industrial y de sus formas de ocupación del territorio, de los modelo
de producción y consumo, del crecimientismo. De esta manera al cuestionar el
cambio climático antropogénico, se está cuestionando al sistema-mundo
productivista. Esta es la verdadera raíz del negacionismo en tanto, si
se admitiera la existencia y origen del cambio climático, como así también la
existencia y origen de la degradación y pérdida de la biodiversidad, se tendría
que admitir también que el sistema no es sostenible, que ciencia y mercado no
resuelven las crisis ecosociales y, en consecuencia, se hace urgente y
necesaria una revisión fundamental de la conducta humana y de la estructura
entera de la sociedad actual. [29]
Como bien lo afirma Puig Vilar décadas de negacionismo sofisticadamente
organizado y de freno al pensamiento sistémico como elementos de la expansión
ultraliberal programada nos han llevado hasta aquí.[30]
Luego de más de tres décadas de intentos para reducir las emisiones de GEI,
a niveles que no interfieran peligrosamente en el sistema climático mundial, lo
que ha quedado palmariamente demostrado es que tal objetivo no se puede
alcanzar apelando a la clásica dupla tecnología-mercado, y que lo que se
requiere es el abandono de la superideología productivista mediante una
transición hacia una sociedad diferente: convivencial y verdaderamente
sostenible, que se encuentra en las antípodas del ideal que defienden los
negacionistas.
Detenerse para desenmascarar las falacias negacionistas o aportar la muy
abundante y contundente información disponible que demuestra que no existe duda
científica sobre la influencia del ser humano en el clima solo sirve para
seguir perdiendo el tiempo y ese ha sido -hasta ahora- el gran éxito alcanzado
por las elites del poder y sus tecnoburocracias.
No cabe duda de que el negacionismo ha logrado su principal objetivo: el
fracaso, tanto de los compromisos voluntarios de reducción, como de los
compromisos cuantificados de limitación y reducción de emisiones de GEI. Basta
observar la evolución de las emisiones y concentraciones atmosféricas de GEI,
para entender la manera en la que han triunfado los carbotraficantes,[31]
los perpetradores según el calificativo de David Suzuki.[32]
Entre 1990 -año de referencia para las negociaciones internacionales- y
2010, un cuarto de siglo de “lucha” contra el cambio climático global, las
emisiones mundiales de CO2, en lugar de disminuir, aumentaron un 61%. Este
incesante crecimiento de las concentraciones atmosféricas de GEI es el que
condujo, en 2015, al celebrarse la XXI Conferencia de las Partes de la CMNUCC,
a firmar el Acuerdo de París en el que se establecieron medidas
para la reducción de las emisiones de GEI a un nivel que permita mantener
el aumento de la temperatura global promedio por debajo de los 2°C por encima
de los niveles preindustriales, y perseguir esfuerzos para limitar el aumento a
1.5°C. Un año después, en 2016, las concentraciones de GEI en la atmósfera, que
en 1990 ya habían roto la barrera de seguridad establecida en 350 ppm,
rompieron la barrera de las 400 ppm y continúan creciendo.
En el siguiente gráfico se puede apreciar la manera en la que evolucionaron
las emisiones de CO2, particularmente, a partir de la década de 1950.
Recordemos que ya en 1950 la industria petrolera sabía del peligro que
significaba el crecimiento de las emisiones de GEI´s, pese a lo cual, es a
partir de ese año que da inicio su crecimiento exponencial.
Como muy bien lo afirma López Palacios (2019):
La presión general es cada vez mayor y los
negacionistas, aunque poderosos, cada día están más aislados, les resulta más
difícil contradecir las evidencias y están pasando a la táctica from
deny to delay (de negar a retrasar). Aceptar a regañadientes la
posibilidad del problema, pero cuestionar las propuestas para revertir el
fenómeno calificándolas de inútiles. La batalla ahora es contra el tiempo. En
2018, el IPCC preveía un máximo de 12 años para intentar contener el
calentamiento de la atmósfera antes de que sea irreversible.
HOY YA SOLO QUEDAN 6 AÑOS
En definitiva, lo podrán seguir negando, afirmando que es un invento, un
gran fraude, que no existe influencia humana, que se trata solo de variaciones
naturales del clima, pero, por más que se niegue su veracidad, cuando un hecho
es verídico, lo seguirá siendo.
Frente a la prédica del negacionismo sobre el cambio climático antropogénico, hagamos presente la abrumadora evidencia disponible y si no alcanza, a la manera de Galileo Galilei, murmuremos: Eppur si scalda (Y, sin embargo, se calienta) y a seguir luchando.
[1]
Ingeniero Forestal. Ex Secretario de
Ambiente y Desarrollo Sostenible. Autor del libro: El camino de la transición: del productivismo
a la convivencialidad.
[2]
Puig Vilar, F. (2009) El movimiento negacionista en cambio climático: 1. Tabaco
y clima, destrucción masiva. Documento electrónico:
https://ustednoselocree.com/2009/12/21/movimiento-negacionista-1/
[3]
Además de los referentes intelectuales mencionados, el anarcocapitalismo se
nutre del sustento ideológico provisto por, entre otros, Menger, von
Böhm-Bawerk, von Hayek, Friedman, Ayn Rand, Nozick e Israel Kirzner.
[4]
Liberalismo vs anarcocapitalismo (2012), documento electrónico:
https://www.piensaenlibertad.com/liberalismo-vs-anarcocapitalismo
[5] Si
los productores se encargan de recibir y entregar información (qué empresas son
mejores que otras, qué empresas tienen mejores costes que otras, y qué empresas
tienen mejores bienes que otras) y si no hay barreras a la entrada y salida de
oferentes, un monopolio no es una falla de mercado
puesto que su posición se consigue por ofrecer mejores condiciones que los
otros oferentes (Hayek, 1946).
[6] Henderson, H. (1996). Creating
Alternative Futures. Kumarian Press.
[7]
Es de hacer notar que Benegas Lynch (h) además de equipar la problemática de
una especie domesticada como la vaca con la extinción de especies silvestres
como la fauna marina, al proponer la privatización de los componentes de la
diversidad biológica y del agua no se detiene a analizar que dicha privatización
puede llevar a graves problemas tales como la exclusión de ciertos grupos de
personas que no pueden acceder al recurso privatizado debido a barreras
económicas; que los recursos que antes eran de libre acceso para la comunidad
podrían estar restringidos a medida que se privatizan, lo que podría perjudicar
a las personas que dependían de ellos; que los propietarios privados podrían
priorizar el beneficio económico sobre la conservación a largo plazo del
recurso; que la privatización podría llevar a la concentración de poder en
manos de unos pocos propietarios, lo que podría tener efectos negativos en la
competencia y en la toma de decisiones democráticas o que la gestión privada
puede dar lugar a externalidades negativas no tenidas en cuenta, como daños
ambientales o sociales.
[8] Hardin, G. (1968): The
Tragedy of the Commons, Science, Vol. 162, No. 3859 (December
13, 1968), pp. 1243-1248.
[9]
Iván Illich, Obras Reunidas Volumen I, Fondo de Cultura Económica
[10]
Javier Milei, Congreso Económico Argentino, en el marco de la ExpoEFI, 31
agosto 2023
[11]
Ibid
[12]
Milei,
J. (2014): De los Picapiedras a los Supersónicos Maravillas del Progreso
Tecnológico con Convergencia, Actualidad Económica Año XXIV, Nº 83 –
Mayo / Agosto 2014
[13] Ibid
[14]
El modelo mundial estándar [BaU] es el que no supone ningún cambio importante
en las relaciones físicas, económicas o sociales que históricamente han
gobernado el desarrollo del sistema mundial. En él, todas las variables
trazadas siguen los valores históricos de 1900 a 1970.
[15] Bardi,
2014; Jackson & Weber, 2016; Simmons, 2000; Randers, 2000; Hall & Day
(2009); Turner, (2008, 2012, 2014 han demostrado que las dinámicas
proyectadas por World3 en Los Límites del Crecimiento se están
verificando en el mundo real. Strauss, M.
(2012). Looking Back on the Limits of Growth. Smithsonian
magazine,
http://www.smithsonianmag.com/science-nature/Looking-Back-on-the-Limits-of-Growth.html
[16] Bardi, U. (2011). Entropy, Peak Oil, and
Stoic Philosophy, documento electrónico: https://cassandralegacy.blogspot.com/2011/05/peak-oil-thermodynamics-and-stoic.html
[17] Anuario 2022 del Instituto Internacional para la Paz de
Estocolmo (Sipri).
[18] Fossil Fuels Consumption
Subsidies 2022 – Analysis. IEA.
[19] Klaus, Václav. (2008). Blue
Planet in Green Shackles: What Is Endangered: Climate or Freedom? Competitive
Enterprise Institute.
[20]
Desde 1824, en que Joseph Fourier sentó las bases para la comprensión del
efecto invernadero, muchos fueron los aportes de diferentes científicos
(Tyndall, 1859; Arrhenius, 1896; Keeling, 1958; Budyco, 1962; Lorenz, 1965 o
Emiliani, 1966) que fueron dando forma y sustento a la idea de la existencia de
una interferencia antropógena peligrosa en el sistema climático global; idea
que condujo, en 1988, a la creación del Panel Intergubernamental sobre el
Cambio Climático (IPCC) cuyo primer informe, en 1990, asegura que existe un calentamiento
y que resulta probable que aumente en el futuro. Se arriba así a la Conferencia
de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en Río de
Janeiro en 1992, durante la cual, se aprueba el texto de la Convención Marco de
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la que entrará en vigor en 1994.
[21] Supran, G.
Rahmstorf, S. y Oreskes, N. (2023).
Evaluación de las proyecciones de calentamiento global de ExxonMobil. Science, Vol. 379, Número 6628
[22] op. cit.
[23] Naomí Oreskes – Presentación:
The Denial of Global Warming – University of California, San Diego –
13/03/2008 – Professor of History and Science Studies at the University of
California – http://www.aip.org/history/powerpoints/GlobalWarming_Oreskes.ppt
Argue whether facts were facts: Reposition global warming as theory not
fact; Just a theory…
[24] Ross Gelbspan – “Vampire Memo”
Details New Propaganda Blitz by Energy Companies – http://www.heatisonline.org/contentserver/objecthandlers/index.cfm?id=6021&method=full
According to the memo, environmentalists’ efforts to combat global warming
would realize the environmentalists’ «dream of an egalitarian society based on
rejection of economic growth in favor of a smaller population, eating lower on
the food chain, consuming a lot less and sharing a much lower level of
resources much more equitably … The campaign is basically the resurrection of a
similar campaign launched by the Western Fuels (coal) Association in the early
1990s.»
[25]
López Palacios, I. (2019): Apóstoles del negacionismo. Documento electrónico: https://elpais.com/elpais/2019/09/18/eps/1568820907_023534.html
[26]
El Cato Institute es un think tank libertario con sede en
Washington D.C., Estados Unidos. Fue fundado en 1977 por Edward H. Crane,
Murray Rothbard y Charles Koch, entre otros. El instituto se dedica a la
promoción de ideas y políticas basadas en los principios de libre mercado,
limitación del gobierno, individualismo y libertad personal. Su nombre proviene
de Cato's Letters, una serie de ensayos publicados en el siglo XVIII que
abogaban por la libertad y el gobierno limitado. El Cato Institute propugna
la reducción de la intervención gubernamental en la economía y la vida de las
personas, así como la promoción de la propiedad privada y la libertad
individual.
[27]
Es de hacer notar que, hasta principios de la década de 1990, tanto republicano
como demócratas, aceptaban -en gran medida- el consenso científico sobre el
cambio climático, situación que se va a ver drásticamente modificada cuando
asume el liderazgo republicano el expresidente Donald Trump.
[28] op. cit.
[29] Meadows, D.H.; Meadows, D.L.;
Randes, J. y Behrens, W.W. (1972). Los límites del crecimiento.
México: FCE.
[30]
Ferrán Puig Vilar, “¿Reducir emisiones para combatir el cambio climático?
Depende”, en mientras tanto 117 (monográfico sobre Los límites del
crecimiento: crisis energética y cambio climático), Barcelona 2012, p.
113.
[31]
Denominaremos carbotráfico al
comercio de combustibles fósiles -adictivos o no- principalmente petróleo. La
base económica principal de este fenómeno es esta sustancia bituminosa, ya que
su compraventa financia la mayor parte de un fenómeno que engloba la
extracción, distribución, venta y control de mercados de carbostupefaciens
dañinos para la salud y el ambiente. Las legislaciones internacionales no
prohíben ni limitan el carbotráfico pese a haberse demostrado científicamente
su significativa contribución a la interferencia antropógena peligrosa en el
sistema climático y las innumerables formas de contaminación que provocan.
[32]
Suzuki, D. Décadas de negación y estancamiento han creado una crisis
climática. Documento electrónico: https://davidsuzuki.org/story/decades-of-denial-and-stalling-have-created-a-climate-crunch/



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